EL CUCO PUNTANO
Por Luis Sicilia
Adolfo Rodríguez Saá se ha convertido en el centro de la atención pública,
superando a los más emblemáticos líderes de la política criolla. Ya es figura
dominante en un escenario donde abunda la confusión, el desencuentro, los
discursos delirantes y las trampas. Todos hablan de este hombre para elogiarlo,
crucificarlo o tomarlo a la chacota. A él los ataques lo tienen sin cuidado y
arremete con propuestas que inquietan al establishment y a la embajada
norteamericana en Buenos Aires. Hugo Toledo, un operador muy cercano al
presidente Duhalde, acaba de afirmar que "el Adolfo no pasa el filtro de
sectores de poder de los Estados Unidos".
El puntano es una especie de cuco rural de sonrisa estereotipada, un
populista tardío afecto a la vulgata política, pero cuya candidatura
presidencial encabeza las encuestas. La cuestión de su popularidad es tan
creciente que los menemistas anunciaron eufóricos que el ex presidente "superó
con sus dos últimos actos la concurrencia de los seguidores del puntano en el
Luna Park". Si no fuese tan dramática la situación del país podría decirse que
esta puja por los votos y la imagen entre Menem y Rodríguez Saá es un sainete de
cuarta.
De hecho, ambos candidatos del PJ se reparten la torta. Menem -que insiste en
ignorar el escándalo de sus supuestas cuentas suizas- promete recrear las
relaciones carnales con Washington y Rodríguez Saá reitera su hostilidad verbal
contra el FMI. El primero asegura que al país le conviene consolidar la "alianza
estratégica" con los Estados Unidos, atender los consejos del FMI, archivando el
Mercosur y adhiriendo al ALCA, en tanto el puntano cita a Joseph Stiglitz,
ganador del premio Nobel de Economía en 2001, para fundamentar su postura
opuesta: "enfocar la futura reactivación económica de la Argentina en los
créditos del FMI es un error, porque esos créditos servirán sólo para pagar las
deudas con el FMI".
Los que consideran de alto riesgo político la entronización de Rodríguez Saá
en la opinión pública agregan que su crecimiento no tiene nada que ver con la
elaboración de una fórmula electoral sensata y responsable. No sería un voto
fruto de la reflexión sino de la protesta ciega, del rechazo al pasado y a la
agudización de la crisis. Bien mirado, esto no debería ser en desmedro del
candidato. Todo lo contrario ¿qué otro discurso encaja en un escenario
endiabladamente peligroso, donde lo que predomina es la expansión del hambre y
la recesión?.
Los datos de esa crisis son de temer: la caída del PBI durante el primer
semestre llega al 15 por ciento, la más profunda de la historia argentina si se
tiene en cuenta que en los años 30 llegó al 13 por ciento sólo en un trimestre.
Según los datos del INDEC, la canasta familiar básica subió un 85 por ciento. El
54 por ciento de la población está por debajo de la línea de pobreza y el l6 por
ciento está en pobreza extrema o indigencia , un flagelo que, según la esposa
del presidente interino, ha sido "derrotado" por su marido. De mantenerse esta
tendencia, hacia fines de año más del 60 por ciento de los argentinos estará por
debajo del nivel de pobreza extrema, y el 20 por ciento vivirá en la indigencia
o pobreza extrema, mientras que la suma de desempleo y subempleo habrá superado
el 50 por ciento.
La otra cara de esa moneda -dicen los que promocionan sensatez y
responsabilidad en los candidatos-, tiene que ver con la presunta distancia que
existe entre las promesas discursivas del puntano para resolver los problemas
señalados, y la posibilidades reales de ejecutarlas. Desde ese punto de vista se
concluye que el discurso demagógico del puntano y la realidad contrapuesta de
una crisis que está haciendo metástasis sólo presagia el caos social.
Claro que al cuco hay que mantenerlo de pie, proveer a la opinión pública de
elementos que lo hagan cada vez más cuco. Circulan "informes reservados",
algunos de los cuales "trascienden a la prensa" donde se lo asocia al venezolano
Chávez, al montonerismo redivivo, a los carapintada, al propósito de romper con
el Fondo y buscar una tercera vía que recalaría en la descabellada propuesta de
"vivir con lo nuestro", e incluso a su presunta intención de meter presos a
Menem y a Duhalde, a los que en estos días los une el espanto de esa pesadilla
llamada "El Adolfo".
En tanto no se produzca el milagro del ingreso al redil electoral del hijo
prodigo de la derecha lúcida, sensata y responsable, Carlos Reutemann, el
fantasma del puntano sobrevuela esta historia de internismos partidarios y
candidaturas disparatadas. Es hasta probable que los desgastados Duhalde y Menem
dejen de lado sus rencillas a la hora de impedir que El Adolfo se los fagocite.
Incluso en ese tatetí juega un papel clave José Manuel de la Sota, al extremo de
poder convertirse, eventualmente, en el candidato de la concordia. Entonces sí,
que tiemble el cuco puntano. Un remate de lujo para el culebrón.
Por Luis Sicilia
Adolfo Rodríguez Saá se ha convertido en el centro de la atención pública,
superando a los más emblemáticos líderes de la política criolla. Ya es figura
dominante en un escenario donde abunda la confusión, el desencuentro, los
discursos delirantes y las trampas. Todos hablan de este hombre para elogiarlo,
crucificarlo o tomarlo a la chacota. A él los ataques lo tienen sin cuidado y
arremete con propuestas que inquietan al establishment y a la embajada
norteamericana en Buenos Aires. Hugo Toledo, un operador muy cercano al
presidente Duhalde, acaba de afirmar que "el Adolfo no pasa el filtro de
sectores de poder de los Estados Unidos".
El puntano es una especie de cuco rural de sonrisa estereotipada, un
populista tardío afecto a la vulgata política, pero cuya candidatura
presidencial encabeza las encuestas. La cuestión de su popularidad es tan
creciente que los menemistas anunciaron eufóricos que el ex presidente "superó
con sus dos últimos actos la concurrencia de los seguidores del puntano en el
Luna Park". Si no fuese tan dramática la situación del país podría decirse que
esta puja por los votos y la imagen entre Menem y Rodríguez Saá es un sainete de
cuarta.
De hecho, ambos candidatos del PJ se reparten la torta. Menem -que insiste en
ignorar el escándalo de sus supuestas cuentas suizas- promete recrear las
relaciones carnales con Washington y Rodríguez Saá reitera su hostilidad verbal
contra el FMI. El primero asegura que al país le conviene consolidar la "alianza
estratégica" con los Estados Unidos, atender los consejos del FMI, archivando el
Mercosur y adhiriendo al ALCA, en tanto el puntano cita a Joseph Stiglitz,
ganador del premio Nobel de Economía en 2001, para fundamentar su postura
opuesta: "enfocar la futura reactivación económica de la Argentina en los
créditos del FMI es un error, porque esos créditos servirán sólo para pagar las
deudas con el FMI".
Los que consideran de alto riesgo político la entronización de Rodríguez Saá
en la opinión pública agregan que su crecimiento no tiene nada que ver con la
elaboración de una fórmula electoral sensata y responsable. No sería un voto
fruto de la reflexión sino de la protesta ciega, del rechazo al pasado y a la
agudización de la crisis. Bien mirado, esto no debería ser en desmedro del
candidato. Todo lo contrario ¿qué otro discurso encaja en un escenario
endiabladamente peligroso, donde lo que predomina es la expansión del hambre y
la recesión?.
Los datos de esa crisis son de temer: la caída del PBI durante el primer
semestre llega al 15 por ciento, la más profunda de la historia argentina si se
tiene en cuenta que en los años 30 llegó al 13 por ciento sólo en un trimestre.
Según los datos del INDEC, la canasta familiar básica subió un 85 por ciento. El
54 por ciento de la población está por debajo de la línea de pobreza y el l6 por
ciento está en pobreza extrema o indigencia , un flagelo que, según la esposa
del presidente interino, ha sido "derrotado" por su marido. De mantenerse esta
tendencia, hacia fines de año más del 60 por ciento de los argentinos estará por
debajo del nivel de pobreza extrema, y el 20 por ciento vivirá en la indigencia
o pobreza extrema, mientras que la suma de desempleo y subempleo habrá superado
el 50 por ciento.
La otra cara de esa moneda -dicen los que promocionan sensatez y
responsabilidad en los candidatos-, tiene que ver con la presunta distancia que
existe entre las promesas discursivas del puntano para resolver los problemas
señalados, y la posibilidades reales de ejecutarlas. Desde ese punto de vista se
concluye que el discurso demagógico del puntano y la realidad contrapuesta de
una crisis que está haciendo metástasis sólo presagia el caos social.
Claro que al cuco hay que mantenerlo de pie, proveer a la opinión pública de
elementos que lo hagan cada vez más cuco. Circulan "informes reservados",
algunos de los cuales "trascienden a la prensa" donde se lo asocia al venezolano
Chávez, al montonerismo redivivo, a los carapintada, al propósito de romper con
el Fondo y buscar una tercera vía que recalaría en la descabellada propuesta de
"vivir con lo nuestro", e incluso a su presunta intención de meter presos a
Menem y a Duhalde, a los que en estos días los une el espanto de esa pesadilla
llamada "El Adolfo".
En tanto no se produzca el milagro del ingreso al redil electoral del hijo
prodigo de la derecha lúcida, sensata y responsable, Carlos Reutemann, el
fantasma del puntano sobrevuela esta historia de internismos partidarios y
candidaturas disparatadas. Es hasta probable que los desgastados Duhalde y Menem
dejen de lado sus rencillas a la hora de impedir que El Adolfo se los fagocite.
Incluso en ese tatetí juega un papel clave José Manuel de la Sota, al extremo de
poder convertirse, eventualmente, en el candidato de la concordia. Entonces sí,
que tiemble el cuco puntano. Un remate de lujo para el culebrón.