Saturday, July 13, 2002

HACIA DONDE VA EL MUNDO?
Noam Chomsky




Hace unos años, Erns Mayr, de Harvard, una de las figuras más importantes de la biología contemporánea, publicó ciertas reflexiones sobre la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Su conclusión es que las probabilidades de éxito son prácticamente nulas. Su razonamiento se basa en la capacidad de adaptación de lo que llamamos inteligencia superior, es decir, la forma de organización intelectual específica a los seres humanos. Mayr calcula que desde el origen de la vida han surgido aproximadamente 50.000 millones de especies, de las cuales solamente una alcanzó el tipo de inteligencia necesario para establecer una civilización, y esto lo hizo muy recientemente, hace tal vez cien mil años, a partir de un pequeño grupo del que todos somos descendientes. Según sus especulaciones, es posible que esta forma de organización intelectual no esté favorecida por el proceso de selección, y señala además que la vida en la tierra desmiente el dicho "más vale ser listo que tonto", al menos si nos guiamos por el éxito biológico, que es muy notable en los escarabajos y las bacterias, pero menos impresionante a medida que ascendemos por la escala cognitiva. Mayr observa también, de forma un tanto lúgubre, que el promedio de duración de las especies es de cien mil años.

Es posible que el período de la vida humana en el que estamos entrando nos traiga la respuesta definitiva a la cuestión de si la inteligencia es o no preferible a la estupidez. Lo mejor que podemos esperar es que la cuestión permanezca irresoluta, ya que si recibe respuesta definitiva, ésta no podrá sino revelar que los seres humanos fueron una especie de error biológico, que utilizaron su plazo asignado de cien mil años para destruirse a sí mismos y, en el proceso, muchas otras cosas. No cabe duda de que nuestra especie ya ha desarrollado la capacidad para hacer exactamente eso. Un observador extraterrestre, si existiera alguno, tal vez concluyese que la especie humana ya ha demostrado de forma espectacular esa capacidad en los últimos cien años, mediante el asalto al medio ambiente que sustenta la vida, el asalto a la diversidad de los organismos más complejos, y el asalto mutuo --con fría y calculada ferocidad-- entre sus propios miembros.

Los acontecimientos del 11 de septiembre y sus consecuencias son un caso ilustrativo a este respecto. Las espantosas atrocidades del 11 de septiembre se consideran en todas partes un acontecimiento histórico, lo cual, en mi opinión, es absolutamente cierto. Pero debemos reflexionar claramente por qué es cierto. Estos crímenes han causado quizá el mayor número instantáneo de víctimas fuera del estado de guerra. Pero no pasemos por alto la palabra "instantáneo". Es lamentable, pero cierto, que la magnitud de este crimen dista mucho de ser inusitada en los anales de la violencia fuera de una situación de guerra. Las consecuencias del 11 de septiembre son sólo una de las innumerables manifestaciones de este punto.

La gravedad de la catástrofe que ya ha tenido lugar en Afganistán (y lo que seguirá) solo admite conjeturas, pero por otra parte conocemos las proyecciones en las que se basan las decisiones políticas. Y a partir de éstas podemos intentar entender hacia dónde vamos. La respuesta, desafortunadamente, es que vamos por caminos bien conocidos, aunque ciertamente hay algunos cambios. Los crímenes del 11 de septiembre representan sin duda un momento histórico crucial, pero no a causa de su magnitud, sino más bien a causa del objetivo elegido.

Para Estados Unidos, ésta fue la primera vez que su territorio nacional se vio atacado, o siquiera amenazado, desde que los ingleses quemaron Washington en 1814. Y no creo que sea necesario recordar todo lo que ha ocurrido en estos dos siglos. El número de víctimas es inmenso. Ahora, por primera vez, las armas apuntaron en sentido contrario. Y esto representa un cambio drástico.

Lo mismo cabe decir de Europa, y de forma aún más fehaciente. Europa sufrió un nivel mortífero de destrucción, pero esto fue parte de las masacres mutuas entre europeos. Al mismo tiempo, Europa conquistó la mayor parte del mundo, con modales no demasiado delicados. Salvo raras y limitadas excepciones, Europa no se vio atacada por sus víctimas de otros continentes, por lo que no es de extrañar que los europeos estén completamente asombrados ante los atentados terroristas del 11 de septiembre. Y aunque el 11 de septiembre representa un cambio importante en los asuntos internacionales, lo que viene ocurriendo desde entonces no representa ningún cambio, y por lo tanto apenas recibe atención.

Todo esto invita a considerar detenidamente ciertas cuestiones, si esperamos poder evitar tragedias semejantes en el futuro. Y no muy lejos, en la sombra, acecha la pregunta que ya he mencionado: ¿Está la especie humana a punto de demostrar que la inteligencia superior es simplemente un grotesco error biológico?

Algunas de estas cuestiones tienen que ver con acontecimientos inmediatos, mientras que otras atañen a asuntos más permanentes y fundamentales. Entre las preguntas que surgen de forma más inmediata se encuentran las siguientes: En primer lugar --y esto es lo más importante-- ¿qué está ocurriendo delante de nuestras narices? En segundo lugar --de forma un poco más general-- ¿en qué consiste la "nueva guerra contra el terrorismo"? En tercer lugar, ¿qué tendencias están ya puestas en marcha?

Existen varias tendencias que quisiera al menos mencionar. La primera es el rápido aumento de los medios de destrucción masiva. La segunda es la amenaza al medio ambiente que sustenta la vida humana. Y la tercera es la formación de una sociedad internacional constituida por los centros de poder dominantes en el mundo, a nivel estatal y privado (lo que se ha dado en llamar engañosamente "globalización"). A lo largo de todas estas reflexiones debemos preguntarnos seriamente, creo yo, hasta qué punto estas alarmantes tendencias, que resultan tan fáciles de percibir, representan opciones que puedan considerarse naturales, o incluso racionales, dentro de las existentes estructuras ideológicas e institucionales. En la medida en que lo hagan, el peligro será mayor.

Comencemos por examinar al menos brevemente la primera y más inmediata cuestión: ¿Qué está ocurriendo actualmente delante de nuestros ojos y qué conclusión podemos sacar de ello respecto a la dirección hacia la que se encamina el mundo bajo el liderazgo de sus fuerzas más poderosas?

Ya desde antes del 11 de septiembre, gran parte de la población de Afganistán dependía para su supervivencia del suministro de alimentos por parte de los organismos de ayuda internacional. Los cálculos actuales proporcionados por Naciones Unidas y otros organismos en posición de conocer los detalles no son seriamente puestos en duda por nadie. Dichos cálculos indican que el número de personas en peligro a partir del 11 de septiembre, como consecuencia directa de los bombardeos y del ataque, ha aumentado en dos millones y medio, (un 50 por ciento) hasta alcanzar la cifra de siete millones y medio de personas. Las peticiones efectuadas por altos cargos de Naciones Unidas, organizaciones benéficas y otras entidades para detener los bombardeos a fin de permitir la entrega de alimentos han sido rechazadas prácticamente sin comentario.

Antes de que comenzaran los bombardeos, la Organización de Agricultura y Alimentos (OAA) de Naciones Unidas ya había advertido que más de siete millones de personas corrían peligro de morir de hambre si se iniciaba la campaña militar. Una vez comenzados los bombardeos, esta organización advirtió que el riesgo de desencadenar una catástrofe humanitaria a corto plazo era muy alto y que, además, los bombardeos han interrumpido la siembra del 80 por ciento del suministro de cereal del país, con lo que las consecuencias para el próximo año serán aún más graves.

Cuáles serán exactamente las consecuencias es algo que no sabremos nunca. La inanición no mata de forma instantánea. La gente come raíces, hojas, y se mantiene viva durante algún tiempo. Los efectos del hambre pueden consistir en la muerte de niños nacidos de madres desnutridas dentro de un año o dos, y todo tipo de consecuencias. Además, nadie va a preocuparse por averiguarlo, porque Occidente no está interesado en tales cosas y otros no disponen de los recursos necesarios. Existen numerosos ejemplos de esta indiferencia. En agosto de 1998, Clinton bombardeó Sudán y destruyó la mitad de sus suministros farmacéuticos, junto con la fábrica que los producía. Las consecuencias de ese ataque son desconocidas. Los pocos intentos que se han hecho (realizados por la embajada alemana en Sudán y algunos investigadores independientes) para determinar el número de víctimas mortales indican que fueron decenas de miles de personas. En realidad, nadie intentó indagar seriamente en este asunto porque ¡a nadie le importa! No es importante, es normal, es corriente que un par de bombas tengan el efecto de dejar decenas de miles de cadáveres en un pobre país africano.

Algo semejante, aunque probablemente a una escala mucho mayor, se está preparando en este momento ante nosotros. Las consecuencias se desconocen y probablemente no se conocerán nunca en detalle. Pero lo que sí sabemos es que éstas son las expectativas en las que se basa la civilización occidental al trazar sus planes. Y sólo aquellos que desconozcan completamente la historia moderna se verán sorprendidos por el desarrollo de los acontecimientos o por las justificaciones que les ofrecen las clases educadas. Estos son asuntos importantes que, a mi pesar, dejaré de lado por falta de tiempo.

Podría decir que la mezcla de crueldad sádica y autoadulación embelesada fue expresada... bueno, para dar un ejemplo concreto, fue expresada con bastante precisión por la prensa estadounidense hace aproximadamente cien años, durante la noble campaña para "elevar y cristianizar" las Filipinas, en palabras de nuestro presidente de entonces. Y en efecto, en los años siguientes elevaron con éxito a medio millón de filipinos aproximadamente --masacrándolos-- junto con los horrendos crímenes de guerra cometidos por los viejos combatientes indios que eliminaban a los "negros", como les llamaban entonces. Hasta que por fin todo aquello empezó a provocar un cierto desasosiego en Estados Unidos, y entonces la prensa explicó que hace falta paciencia para vencer el mal, y que iba a ser una guerra larga, y que tendríamos que seguir "masacrando a los nativos a la manera inglesa [hasta que] esas malaconsejadas criaturas" que nos resisten aprendan por lo menos a "respetar nuestras armas" y más tarde lleguen a entender que lo único que les deseamos es "libertad [y] felicidad". Igual que hoy en Afganistán, y en tantos otros lugares durante cientos de años.

Bien sé que lo que he dicho es demasiado breve, pero permítanme que deje de lado este tema espeluznante para pasar a la segunda cuestión: ¿Qué es la "nueva guerra contra el terrorismo"? El objetivo del mundo civilizado ha sido anunciado muy claramente por los centros del poder. Debemos "erradicar la maligna plaga del terrorismo", una plaga propagada por los "depravados enemigos de la civilización misma" en un "regreso a la barbarie dentro de la edad moderna", y así sucesivamente. ¡Noble empresa, qué duda cabe!

Para examinar esta tarea con una perspectiva adecuada hemos de reconocer, contrariamente a lo que se está diciendo, que la Cruzada no es nueva. En realidad, las frases que acabo de citar fueron pronunciadas hace 20 años por el presidente Ronald Reagan y su Secretario de Estado, George Schultz. Reagan primero, y poco después Schultz, llegaron al gobierno proclamando que la lucha contra el terrorismo internacional sería el núcleo de la política exterior estadounidense. Y respondieron a la plaga organizando campañas de terrorismo internacional a una escala y con un nivel de violencia sin precedentes, hasta el punto de que provocaron incluso la condena del Tribunal Internacional de Justicia por "uso ilícito de la fuerza", en palabras del Tribunal; es decir, por terrorismo internacional. A esto siguió una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que instaba a todos los estados a observar las leyes internacionales, resolución que Estados Unidos vetó. Como también vetó (en solitario, con uno o dos de sus estados-clientes) sucesivas resoluciones similares de la Asamblea General de la ONU.

Resulta entonces que la "nueva guerra contra el terrorismo" está liderada por el único país del mundo que ha sido condenado por el Tribunal Internacional de Justicia por terrorismo internacional, y que ha vetado una resolución en la que se pedía a todos los estados que observasen las leyes internacionales (lo cual sería tal vez aconsejable).

La sentencia en la que el Tribunal Internacional de Justicia ordenaba poner fin a los crímenes de terrorismo internacional y pagar indemnizaciones significativas fue rechazada con desdén en la totalidad del espectro de opinión. El New York Times informó al público que el Tribunal era un "foro hostil" y que en consecuencia no tenemos por qué hacerle el más mínimo caso. Washington reaccionó inmediatamente a las resoluciones del Tribunal aumentando sus guerras económicas y terroristas, y emitiendo órdenes oficiales a su ejército mercenario, con base en Honduras, para que atacara "objetivos blandos" (soft targets). Esas fueron las órdenes oficiales: atacar "objetivos blandos" --es decir, objetivos civiles indefensos, como clínicas, cooperativas agrícolas, etc.--y evitar combates directos con el ejército, gracias al total control aéreo de los Estados Unidos y el sofisticado sistema de comunicaciones que le proporcionaba a las fuerzas terroristas atacando desde bases extranjeras.

Estas órdenes suscitaron un ligero debate. No demasiado, ya que se consideraban actos legítimos, pero con ciertas reservas. O sea, legítimos sólo si se cumplían ciertos criterios prácticos. En esta vena, un comentarista político prominente como Michael Kinsley, considerado el representante de la Izquierda en las discusiones de los grandes medios de comunicación (en esta época escribía para el Wall Street Journal), aducía que las justificaciones dadas por el Departamento de Estado para los ataques terroristas sobre "objetivos blandos" no debían ser rechazadas de plano. Una "política sensata", escribía Kinsley, debe "pasar satisfactoriamente la prueba de un análisis de costos y beneficios". Es decir, un análisis de "la cantidad de sangre y miseria que se derramarán en comparación con la probabilidad de que la democracia emerja al otro lado".

"Democracia" significa lo que las elites occidentales deciden que significa. Y esta interpretación se demostró con perfecta claridad en la región en aquella época. Se da por entendido que las elites occidentales tienen el derecho de realizar este tipo de análisis y llevar adelante el proyecto si pasa satisfactoriamente sus pruebas.





NUESTRO 11 DE SETIEMBRE

Por Gabriel Bustos Herrera
--------------------------------------------------------------------------------
El martes, en Wall Street, Bush tenía cara de estar frente a otra tragedia. No como la del 11 de setiembre, claro, pero las explosiones que motivaron su discurso están minando el núcleo del sueño americano: La confianza de sus ahorristas, que son los que sostienen buena parte de la economía del Tío Sam. Nada menos. Bush prometía guerra a los empresarios corruptos que conviven en Wall Street y mayor control estatal sobre las grandes empresas. No es poca cosa en el Washington desregulador de hoy. Pero se explica: los norteamericanos han comenzado a dudar del sistema, después de que varios emporios desnudaron sus corruptelas internas y sus defraudaciones públicas, con balances truchos y operaciones figuradas. Los escándalos de Enron Corp, Arthur Andersen, World Com Global, Qwest Comunication International y Halliburton (de la que el propio vice Cheney fue presidente hasta el 2000), implican un golpe en la confianza del ahorrista e inversor norteamericano, que desde mediados de los ’80 se ha convertido en nervio motor de la dinámica de la economía en Estados Unidos. Más de la mitad de los hogares americanos ahorra o hace previsión con acciones de la Bolsa o fondos comunes de inversión. El 58% de los asalariados encomienda su futuro a fondos de pensión. Bush sabe que si no para este síndrome de desconfianza, el estrépito puede equiparar al de las torres gemelas.

Ahorrista, el nuevo amo
Pero no sólo quieren mantener la fe de los americanos en el mercado -duramente golpeado en estos días por las corruptelas en las que incluso asoma el pasado de Bush y Cheney- sino que intentan tranquilizarlos para que sigan poniendo sus ahorros en acciones, en cuotas partes de fondos de inversión, en fondos de pensión o para la seguridad social, etc. Se entiende: desde mediados de los ’80, la canalización del ahorro a mediano y largo plazo con esos instrumentos, ha sido una formidable inyección a la economía. Porque en lugar de quedar congelados, esos dinerillos se constituyeron en la savia del circuito económico. Es decir, a la inversa de lo que ocurrió en países con grandes desequilibrios fiscales -como el nuestro- en los que los ahorros fueron a parar a bonos públicos para financiar el déficit fiscal. Y como el Tesoro no se convirtió en el gran succionador de recursos del mercado a través de títulos públicos, entonces el ahorro de los americanos derivó hacia acciones, obligaciones negociables o fondos comunes de inversión.

Es explicable entonces el insomnio de Washington: no hay aviones musulmanes sobre Manhattan, pero les tiembla la estantería, porque unos 80 millones de norteamericanos de clase media y media-alta tienen sus ahorros en acciones y en cuotas partes de fondos de inversión. Muy pocos guardan sus ahorros en plazo fijo o en cuentas bancarias. Una encuesta reciente actualiza este fenómeno: 78 millones de estadounidenses, aproximadamente el 50% de los hogares americanos, son propietarios de acciones, fondos comunes u obligaciones negociables de pymes. Es decir, ahorran en la Bolsa. No guardan en plazo fijo ni en el colchón: invierten en estos fondos. Y la base de este circuito ha sido la confianza del americano en el sistema. Ergo, si cunde el pánico y cae la confianza en su método de ahorro, se les desploma una estructura compleja. Ese ahorro es el que mueve buena parte del desarrollo industrial y productivo de los Estados Unidos.

La historia del capitalismo tiene muchas cruces en el camino -algunas trágicas- pero los hijos del Tío Sam todavía confían en el sistema. No es casual que 56 millones de asalariados de EEUU participen en los mecanismos de jubilación por capitalización. Tal es el dinamismo de este círculo virtuoso, que en este capitalismo patrimonial los amos son ahora los administradores de estos recursos, que regentean los fondos de los ahorristas americanos. Ellos son los responsables de los ahorros y las jubilaciones futuras de los profesores de la universidad, de los empleados de las automotrices, de los bancos, de las fábricas o de las farmers, en general de la mayor parte de los asalariados de las grandes empresas americanas.

Como las Torres
Bush intuye que estos escándalos apuntan al corazón con el que late la energía americana: el nuevo capitalismo "patrimonial", dominado por los accionistas y los ahorristas de fondos de inversión. Por eso, salió a amagarle a los corruptos de las grandes empresas. No exhibió misiles, es cierto, pero intenta defender la salud del sistema. Sabe que la seguidilla de malas noticias mantiene achatados los precios de la Bolsa -las acciones, las cuotas partes de los fondos- se les derrumba todo el andamiaje y esto podría empujar de nuevo a una recesión en la economía productiva, que se "secaría" cuando los ahorristas e inversores huyeran despavoridos y temerosos. Allá, como en cualquier rincón de la Tierra, el capital es miedoso, no sabe de banderas y escapa presuroso al primer amague.

Pensé en nuestro propio 11 de setiembre, que -por cierto- no fue un solo ataque matinal sino varios años de desquicios para carcomer la confianza pública en el sistema financiero, para convertir al ahorro en una ocurrencia de intrépidos y suicidas. Deduje el quimérico intento de los titulares de las Bolsas y Mercados de Valores de todo el país (el jueves volvieron a reunirse en Buenos Aires). Cortado el circuito bancario, intentan encontrar atajos e instrumentos para canalizar el ahorro (hasta hace unos meses había casi 40.000 millones en plazo fijo y en Mendoza rondaba los 2.000 millones), hacia el adormecido aparato productivo. Confían, no obstante, en generar medios a través del mercado de capitales, para rescatar el ahorro y arrimarlo a las pymes. Es quijotesco tentar hoy al ahorro, que está metido en el único sistema de confianza: el dólar.

Si Bush enfrenta el riesgo de que la desconfianza del ahorrista americano le haga temblar su economía de primer mundo, aquí la cruzada es casi heroica: se necesita limpiar los escombros del sistema financiero que movilizaba el ahorro, destruido por suicidas políticos, técnicos y banqueros. También cayeron aquí dos torres: la confianza pública y el crédito del que quiere producir.





















DERECHA E IZQUIERDA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN:Quien gana?



Por José Pablo Feinmann
En cuanto al caso Sokolowicz, ¿por qué la izquierda lamenta que otro de los suyos se ha entregado y la derecha no? Sokolowicz dice algo atendible cuando (en el reportaje de 3 puntos) afirma: “La gente que se identifica con Hadad no le cuestiona que su asociación conmigo lo va a desperfilar ideológicamente. En cambio, a mí sí. Los progres deberíamos tener nuestras ideas tan claras como tiene las suyas la derecha”. Hay, en esto, un punto cierto: nadie, que yo sepa, le ha reprochado a Hadad haber vendido su alma al diablo. Nadie le ha recriminado, en el tono de la indignación moral, que Sokolowicz no lo quiere a Menem, que estuvo en el ERP, que fundó “ese diario de zurdos” y cosas por el estilo. La derecha festeja esta fusión. La aprueba. No sienten que lo pierden a Hadad, sienten que lo compran a Sokolowicz, o que lo corrompen o lo hacen entrar en la lógica de su propia ética. En el campo mediático, la derecha lo tiene todo o casi todo; la izquierda, muy poco. Acaso, ahora, un poco menos. Pero el punto es otro. ¿Por qué la derecha no siente ni expresa que Hadad se ha vendido? ¿Porque no tiene principios? No es así: la derecha está llena de principios. El principio de autoridad, ante todo. Que tanto esgrime y proclama hoy y detrás del cual late la represión o en nombre del cual se desata. Cree representar la patria, siempre lo creyó. De aquí que Hadad sea tan incómodamente xenófobo, como buen hombre de la derecha. Cree en la espada, cree en el orden, cree en los negocios y cree en la libertad de mercado. Descree de la ética si la ética se opone a la realización de alguno de estos principios, dado que ellos son, para ella, la ética. Así, la derecha, políticamente, es pragmática, es realista, siempre suma, a veces concede pero se queda con la porción decisiva, a veces dialoga pero cree que su verdad es la única, a veces no concede ni dialoga, y entonces reprime.
El menemismo es un producto impecable de la pragmática de la derecha. A comienzos del siglo pasado Miguel Cané abominaba de los “guarangos democráticos”, de esos hijos de zapateros que, enriquecidos, entraban en los salones tropezándose con los muebles. Tuvo, así, que tolerar, negociando, a la “chusma yrigoyenista” y la “negrada” peronista. La convivencia fue incómoda. No bien pudo, los echó. No obstante, cierto día, alboraba el año 1989, los “guarangos”, los que entraban en los salones tropezando con los muebles, dijeron a la derecha, a la pragmática derecha argentina: “Queremos asociarnos con ustedes. Poner nuestras bases sociales al servicio de sus planes económicos. Darles lo que nunca tuvieron, apoyo popular. Un movimiento plebeyo, pero con las ideas de ustedes”. Había nacido el menemismo. El menemismo es la glorificación del realismo político. Bajo su aliento pragmático se diluye la antinomia peronismo/antiperonismo, de la que alguna vez dijera John William Cooke era la expresión de la lucha de clases en la Argentina. No más. Alsogaray se abraza con Menem. El almirante Rojas, venerable fusilador de peronistas, también. Alsogaray, hombre empecinado, dice que él no ha devenido peronista sino que apoya la “reforma Menem”. Era lo mismo. Menem había entregado las banderas que hacían del peronismo algo incómodo para la derecha: la soberanía nacional, el Estado de Bienestar, las conquistas para la clase obrera, la distribución del ingreso. Nadie llamó traidores a Rojas o a Alsogaray, sí a Menem.
Esta ética que inaugura el menemismo (aliándose al liberalismo económico) impregna la ética política de los noventa y aún se prolonga. Es la ética que dice “primero los negocios, luego lo demás”. Es una ética que desideologiza. El capitalismo, en verdad, se ha mostrado, a lo largo de su historia, extraordinariamente capaz para anteponer los negocios a cualquier otra consideración. ¿Cuántos capitalistas del “mundo libre”, de las “democracias occidentales”, hicieron negocios con Hitler? El capital no tiene ideología, tiene intereses. Así, puede decirse que la unión entreHadad y Sokolowicz evidencia esta situación. Que nadie le diga a Hadad que ha vendido su conciencia expresa eso que Sokolowicz dice: “Los progres deberíamos proponernos tener nuestras ideas tan claras como las tiene la derecha”. Hay, aquí, un problema: si tuviéramos las ideas tan claras como la derecha, seríamos otra cosa, seríamos derechistas. Porque Sokolowicz no lo va a cambiar a Hadad. Hadad, en cambio, ya lo cambió a Sokolowicz. Por eso la derecha festeja y la izquierda sufre, lamenta una pérdida. Sokolowicz, al incluirse en la ética del pragmatismo, del realismo como principio absoluto, se incluye en la ética de la derecha, desdibuja su perfil ideológico.
Para ser más claros: en los medios de comunicación la derecha puede negociar cuanto se le antoje, ya que los posee. La izquierda no. De este modo, cada sociedad que establece con el poder es una concesión que implica una entrega. Son tantas las flaquezas, son tantas las tentaciones, que la izquierda debe cuidar sus escasos espacios de pureza, de identificación. La derecha, en cambio, lo tiene todo. Tiene el entero mundo, el entero poder, la realidad económica y mediática. Lo único que le resta a la izquierda es la diferencia, diferenciarse. Hoy, para muchos, para muchos que sienten (sentimos) esto casi como un dolor íntimo, como una derrota más, como un desaliento que se suma a otros, Hadad sigue siendo Hadad, pero Sokolowicz dejó de ser Sokolowicz. Conforman, así, una conflictiva sociedad en la que, desde el exacto inicio, uno (Hadad) conserva su capital simbólico, su poder referencial, su perfil ideológico y el otro (Sokolowicz) lo pierde. No creo, Fernando, que hayas hecho un buen negocio. Como acostumbrás a decir, “el tiempo dirá”. De acuerdo. Pero hoy el tiempo dice que perdiste.


Presidentes del Mercosur
EL ALEPH EN LA QUINTA DE OLIVOS

La reunión de presidentes del Mercosur, Chile Bolivia y México, realizada en la
quinta presidencial los días 4 y 5 de julio, resumió el cúmulo de dificultades
de las economías latinoamericanas, las pugnas entre el Norte y el Sur frente a
la emergencia, y las severas dificultades de las economías centrales reflejadas
en escándalos de corrupción y caídas bursátiles.

Por Luis Bilbao
De la redacción de Le Monde diplomatique, edición Cono Sur.

Extraño sino el del Mercosur. Fue forjado originalmente como instrumento
económico regional al margen -y a menudo en contra- de los intereses de las
naciones y pueblos componentes. Su desarrollo, siempre zigzagueante, le confirió
gradualmente otro carácter: menos amarrado a los requerimientos inmediatos de un
grupo de transnacionales y más anclado en el carácter de instancia de unión
mercantil regional, camino por el que avanzó considerablemente, antes de ser
objeto de fuego graneado desde dentro y fuera. Y ahora, cuando apenas respira en
medio de un cataclismo económico que excede en mucho sus fronteras, adquiere
carácter político, casi valor de símbolo y se replantea como una abstracción
temible: de frustrada unión aduanera, a barrera geopolítica. Y cuando menos es
lo primero, más se aferra a su nuevo papel, sin lograr no obstante definirlo y
asumirlo.
Esa ambigüedad dominó el ambiente de la reunión de presidentes del Mercosur más
Chile y Bolivia, a quienes se sumaría -novedad distintiva de la difícil
coyuntura- el de México. Más que el encuentro jubiloso de dirigentes lanzados
tras un proyecto de alcance continental, la reunión pareció una cita de
familiares mal avenidos, forzados a estrecharse la mano por alguna circunstancia
trágica. Bajo los efectos del "contagio" argentino y con cada mandatario -por
diferentes razones- en escasísima posibilidad de ejercer el poder, Eduardo
Duhalde, Fernando Henrique Cardoso, Jorge Batlle, Luis González Machi, Jorge
Quiroga, Ricardo Lagos y Vicente Fox, eludieron a la prensa y toda instancia que
pudiese echar luz sobre la naturaleza del encuentro y despejara la incógnita
mayor: el presidente Fox ¿vino como embajador de Washington para neutralizar el
Mercosur, quebrar la resistencia de Brasil, extender el Tratado de Libre
Comercio (TLC) del que su país es parte con Estados Unidos y Canadá, para dar
así una puntada final al ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas)? ¿O
acaso, empujado por los efectos devastadores de la pertenencia de su país al
TLC, y acuciado por las derivaciones políticas letales de aquellos resultados,
llegó a Olivos a buscar contrapeso para resistir la voracidad de su socio mayor
(1)?
Las dos ruedas de prensa ofrecidas en Olivos graficaron con pinceladas patéticas
el tembladeral económico y político sobre el que marchan los presidentes. En la
primera, Duhalde y Fox redujeron el encuentro de México y Argentina al
equivalente de la firma del boleto de compraventa de un automóvil: no sólo fue
ése el único anuncio concreto, sino que en las intervenciones de ambos brilló
por su luminosa ausencia cualquier idea referida a concepciones y tareas
estratégicas para que América Latina afronte y resuelva no sólo la turbulenta
coyuntura, sino una realidad signada por la pobreza, la marginalidad, la fuga
descontrolada de riquezas en volúmenes que hacen empalidecer los datos de la era
colonial, cuando naves españolas y británicas colmaban su capacidad de carga con
oro y metales preciosos con destino a Europa. El punto central de las
intervenciones de ambos presidentes fue el agradecimiento de Duhalde a Fox por
su gestión de mediador frente a Estados Unidos y los organismos financieros
internacionales. Y viceversa: Fox enfatizó la importancia de ayudar a Argentina
a pasar el mal trago. La regimentación grosera del diálogo posterior con el
periodismo fue, en rigor, una necesidad para que la puesta en escena no se
desmoronara con estrépito.
Y otro tanto ocurrió al cierre del conclave, el viernes 5, cuando tras la
presentación de los siete presidentes para la ceremonia de firma de
documentos... se retiraron cinco y quedaron frente a la prensa sólo Duhalde y
Cardoso: había que evitar el choque de líneas de proyección continental entre
México y Brasil e impedir, sobre todo, que alguno de los restantes presidentes
debiera definirse.

"Preocupación"

El comunicado conjunto emitido por los presidentes del Mercosur más Bolivia y
Chile, tras el obligado tributo a "la profundización de la cooperación
existente", en el punto 3 informa que los presidentes "analizaron con
preocupación el comportamiento actual del sistema económico y financiero
internacional, que ha sido una de las fuentes que ha contribuido a la
inestabilidad de la región". Acusación inusual, y por cierto no excenta de
significación. Sin embargo, a renglón seguido el documento confirma que los
presidentes "se comprometieron a continuar coordinando posiciones sobre los
tópicos más relevantes de la nueva agenda internacional, entre los que se
destacan el terrorismo, la corrupción, el narcotráfico..." (2).
De modo que la "nueva agenda internacional" asumida por los mandatarios no pone
en primer lugar -de hecho no incluye- "tópicos irrelevantes", como, por ejemplo,
el hambre y la marginación de más de 200 millones de latinoamericanos, la
desocupación masiva, el colapso de Argentina y su previsibles derivaciones a
escala regional.

Sorpresas

Bajo el impacto múltiple del asesinato de dos jóvenes desocupados y la "atroz
cacería" (expresión del propio Duhalde) de manifestantes empujados por el
hambre, los presidentes y funcionarios reunidos en Olivos se mostraban además
sorprendidos por otro dato de la realidad regional: el resultado electoral en
Bolivia.
En conversaciones privadas altos diplomáticos apenas disimulaban su
consternación por la noticia impublicable: pese a la manipulación de las cifras
y la postergación de los cómputos, Evo Morales, el dirigente campesino del
Movimiento al Socialismo, había ganado las elecciones en Bolivia.
Recién cuatro días después el dato -convenientemente macerado para su difusión-
traduciría la perplejidad de los gobiernos de la región a la opinión pública:
"Sorpresa en Bolivia: el cocalero Morales trepó al segundo lugar", titularía el
diario de mayor difusión en Argentina (3).
Es tarea de semiólogos y estudiosos de los medios precisar la significación del
adjetivo "cocalero" en el título. Políticamente, sin embargo, es fácil entender
la morosidad periodística, la reticencia conceptual, el adjetivo descalificativo
y... la sorpresa.
Evo Morales estaba lejos de ser un favorito de las encuestas electorales.
Tampoco tiene detrás un partido mayoritario. Y, al fin y al cabo, es un
campesino que representa a sus pares del trópico cochabambino en la resistencia
a la política estadounidense aplicada casi sin mediaciones en Bolivia desde hace
años. El humilde cocalero, a diferencia de lo ocurrido en otras esferas, no se
sorprendió por el resultado electoral. Antes bien, parece tener una perspicacia
ausente en connotados think tanks, en no pocas cancillerías y en ciertas
redacciones. En octubre de 2000 había declarado que "la lucha de los campesinos
del trópico de Cochabamba es ahora contra el gobierno de Estados Unidos y no con
el boliviano" (4). Días antes de las elecciones, en aparente asunción de este
desafío, el embajador estadounidense en La Paz, Manuel Rocha, advirtió
públicamente que si se votaba a Morales Bolivia no recibiría ayuda de
Washington.
Pero ésa era una carta ya jugada. Y perdida. Le Monde diplomatique expuso un año
y medio atrás la marcha de la coyuntura regional con un título inequívoco:
"Colapsa en Bolivia la estrategia de Washington" (5). Pero la noción de fracaso
no aludía exclusivamente al país vecino sino a América Latina en su totalidad.
Al sistemático debilitamiento de Estados Unidos no sólo frente a sus
tradicionales enemigos, las organizaciones campesinas y obreras del continente,
sino respecto de sus propios socios, cada día más alarmados por la voracidad
insaciable y las consecuencias más que riesgosas para ellos de las políticas
dictadas desde Washington.
La "sorpresa" de Bolivia, llega después de innumerables desplantes de Brasil a
la reiterada exigencia de Estados Unidos para consumar el ALCA. Y llega sobre
todo después de la trascendental derrota de Washington en abril pasado en su
intento por derrocar al presidente venezolano Hugo Chávez. Cuando en Brasil el
candidato del Partido de los Trabajadores va por lejos primero en las encuestas
para los comicios de octubre próximo, en Uruguay el Frente Amplio calienta los
motores porque comienza a plantearse la posibilidad de un adelanto en las
elecciones y en Argentina... las incógnitas superan a cualquier certeza, pero en
unas u otras la diplomacia estadounidense sale mal parada.
Así y tras el nulo resultado de la reunión de presidentes en Buenos Aires, se
explica la llegada al país del Sr. Otto Reich, subsecretario de Estados para
asuntos hemisféricos del gobierno de George W. Bush.
No es preciso abundar acerca del currículum de Reich. Ya es pública su condición
de figura reiterada en las operaciones encubiertas de la CIA en América Latina,
desde la formación de un ejército mercenario en Honduras contra el gobierno
sandinista de Nicaragua, hasta su papel en el reciente golpe fracasado en
Venezuela. Su escala previa en Brasil resultó un episodio más de la dura
confrontación diplomática entre el Planalto y la Casa Blanca: el enviado de Bush
no fue recibido por Cardoso.
En un artículo publicado en la víspera de su arribo a Buenos Aires, Reich -de
origen cubano y residente en Miami- inició la nota asegurando su voluntad de
"expresar el respeto y la admiración de mi gobierno por ese gran país y sus
ciudadanos" (6).
Desde hace algunos meses, y en directa correspondencia con el colapso de la
estrategia de Washington en América Latina y sus redobladas presiones para
aniquilar el Mercosur, se multiplicaron las pruebas acerca del "respeto y la
admiración" que Washington profesa por la ciudadanía y el gobierno de Argentina.
De modo que no puede caber duda respecto de la sinceridad y la fina elegancia en
las palabras del enviado de Bush, como así tampoco de sus actividades en Buenos
Aires luego del encuentro del Mercosur y, sobre todo, antes de la reunión de
presidentes sudamericanos que tendrá lugar en Guayaquil, Ecuador, el 26 y 27 de
este mes.
En este año de 2002, el Aleph no está en la calle Garay, donde lo puso Borges.
Al menos por dos días estuvo en la quinta residencial de Olivos. Y quienes
pudieron mirarlo sintieron un estremecimiento.




Friday, July 12, 2002

LA FELICIDAD PROGRAMADA: DE FRITZ LANG A ROBERT EPSTEIN
JORGE CONTI

El 10 de enero de 1927, hace setenta y cuatro años, se estrenó en Berlín la película “Metrópoli” de Fritz Lang. Poco más o menos un año y medio atrás había aparecido el libro “Mein Kampf”de Adolfo Hitler, esa especie de biblia al revés del nazismo, mientras se estrenaba la ópera de Alban Berg “Woizzeck”, basada en la obra de teatro de Georg Buchner contra el militarismo y la guerra..
En Washington se había celebrado el primer congreso de la organización racista Ku Klux Klan. En EEUU reinaban la ley seca y el gangsterismo. En toda Europa las artes plásticas y la literatura explotaban bajo la experimentación surrealista. En Boulogne Sur Seine moría el pintor Juan Gris, uno de los máximos exponentes del cubismo, junto con Picasso.
En Niza moría Isadora Duncan, cuando no se habían extinguido los ecos del trágico levantamiento obrero en Viena, con 89 muertos y más de seiscientos heridos por los enfrentamientos con la policía. Mientras en Alemania, la frágil democracia de Weimar era demolida por los enfrentamientos entre las derechas y las izquierdas, los alemanes se conmovían ante el caso de Therese Neumann, una muchacha de Koonersreuth a la que le aparecían estigmas en los pies y en las manos.
Chang Kai Chek mandaba asesinar a los militantes y sindicalistas comunistas, León Trotski era expulsado por Stalin al exilio y en Boston eran ejecutados Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzzeti, acusados en falso de robo y asesinato, a través de una conspiración entre las autoridades políticas y judiciales de Norteamérica.

Moría un mundo y estaba por nacer otro.

Es en este marco histórico y social que Fritz Lang estrena “Metrópoli”, una producción millonaria con la que la Sociedad Cinematográfica Estatal Alemana quería competir con Hollywood.
El resumen es insuficiente: no se trata solamente de la historia de una ciudad del futuro en la que millones de personas son explotadas por una minoría en un sistema automatizado. Es más: es el anuncio del nazismo y su sistema de producción.
No creo que Fritz Lang se lo haya propuesto, aunque Goebbels y Hitler admiraban la película y se propusieron llamarlo cuando llegaran al poder. Tampoco creo que la guionista de Lang, Thea Von Harbou, se lo propusiera. Lo cierto es que, desde su fundación, el cine expresionista alemán estuvo obsesionado por el poder y los tiranos: hay que recordar “El gabinete del Dr. Caligari”, de Robert Wienne, o el “Nosferatu” de Murnau. Parecía como que la mentalidad colectiva estaba expresando su sueño de una “mano dura” y que, confusamente, guionista y director percibieron esa atmósfera, como si fueran sensibles a las corrientes ocultas de la época.
Lo que “Metrópoli” oculta, pero operando desde la oscuridad, es la teoría nazi de que entre la muchedumbre –que representa la mano de obra –y el cerebro –que representa al líder, jefe o “fuhrer” –actúa “el corazón”. Mediante el entusiasmo del corazón, la inteligencia del jefe puede obtener todo lo que quiera de la mano trabajadora. Algo muy parecido y embrionariamente nazi aparece en el argumento de que tal o cual movimiento político “es un sentimiento”. La muchedumbre no tiene que pensar, solo tiene que sentir y obedecer, dejando la responsabilidad de guiarlos al “fuhrer” o “líder” o “caudillo”.
Algunos dicen que Fritz Lang se arrepintió de “Metrópoli” y que la corrigió con “El testamento del Dr. Mabuse”, obra que disgustó profundamente a Hitler y a Goebbels –ya en el poder –y que por eso debió huir de Alemania, como huyeron otros tantos intelectuales, artistas, escritores, poetas y científicos.
La escena final de “Metrópoli” es impresionante y trágica: millones de trabajadores, en procesión simétrica, marchan apuntando hacia el industrial que representa a la autoridad y éste los recibe como la inteligencia recibe al corazón para manipularlo. Goebbels decía que el poder de las armas es bueno, pero mejor es el poder capaz de ganar el corazón del pueblo y manejarlo para siempre.

Robert Epstein o la industria del corazón

El psicólogo estadounidense Robert Epstein quiere demostrar que es posible fabricar amor.
Sostiene que dejar todo en manos de la pasión “es absurdo” y que los seres humanos están en condiciones de programar de quién se van a enamorar y va a intentar probarlo personalmente con un experimento.
Todos sabemos por el tango, las telenovelas y la letra de los cuartetos que el amor incontrolable termina en llanto. Y sin embargo vivimos convencidos de que es mejor haberlo conocido que no haber amado nunca.



Pero Robert Epstein dice que es hora de que nos despertemos, que dejemos de ser estúpidos y entendamos que hemos vivido equivocados. Que si en Gran Bretaña uno de cada tres matrimonios se divorcian, ésa es una prueba de que la pasión no es confiable. En Occidente, dice, estamos desesperados por encontrar nuevas formas de enamorarnos, nuestra manera de relacionarnos está quebrada. Y sin embargo no hay nadie que haya sugerido no dejarse llevar por la pasión. Lo que es una idiotez.
El amor impulsado por la pasión, dice, es idiota y las maneras en que amamos también lo son. (Epstein no vacila en calificar como consecuencia de una atracción idiota a su primer matrimonio, del cual nacieron cuatro hijos y dice que eso le pasó porque compró el mito de Hollywood). Lo cierto es que a la pasión se le pasó el cuarto de hora.
Así que Epstein se dispone a fabricar amor. A través de una terapia, una serie de consejos y una determinada cantidad de “retiros planificados”, intentará aprender a enamorarse de una mujer y que ella aprenda a enamorarse de él. La pareja firmará un “contrato de amor”, entre cuyas cláusulas figurará un acuerdo mutuo de no tener sexo con nadie durante un período y cumplir con el “programa”.
Epstein espera probar que existe una alternativa viable para enamorarse y encontrar una nueva compañera sin atravesar por las peligrosas aguas de la pasión. Por supuesto, va a escribir un libro y va realizar un programa de televisión para relatar la experiencia.
Parece que algunos científicos lo apoyan porque creen que somos “criaturas adaptables” y podríamos crear amor en el consultorio de un terapeuta. Otros dicen que no, que todo lo relacionado al amor tiene solo el objetivo del apareamiento y demostraron que las sustancias químicas liberadas durante los juegos previos al acto sexual y durante el mismo cimientan las relaciones porque estimulan a las personas a permanecer juntas.
Como en los animales, si hay intercambio sexual, la pareja dura mucho más tiempo.
Epstein predice que si su teoría se demuestra, surgirá una nueva “industria del amor”, que se trata de un futuro inevitable y que todos seremos mucho más felices.
Después de leer los anuncios del doctor Epstein, me entretuve en imaginar el mundo del futuro con la reconversión del amor como producto industrial y su incorporación al mercado. Imagino algo así.
Para garantizar esa felicidad programada serán censuradas todas las obras de la literatura, la poesía, el cine y el teatro universal que inciten al amor pasión. Quedarán prohibidos, por ejemplo, Shakespeare, Dante, Neruda, Bretón, películas como “Casablanca”, “Lo que el viento se llevó” y “Jules et Jim”.
Serán reprimidos y castigados con severas penas por el Tribunal Penal Internacional todos aquellos que sean sorprendidos en flagrantes relaciones pasionales, puesto que estarán incursos en atentando contra la felicidad del amor industrial.
Los poetas deberán presentar sus trabajos a un Comité Global de lectura con amplias facultades de censura.
El amor como producto industrial quedará incorporado a la sociedad de mercado en el rubro de los servicios. Las empresas que fabriquen amor deberán registrar la marca y no se admitirán falsificaciones.
Una imagen en memoria del doctor Robert Epstein presidirá todas las ceremonias matrimoniales, lucirá el título de “El Bill Gates del Amor Programado”, sus acciones podrán cotizar en Wall Street y los psicólogos que apliquen el procedimiento de su marca pagarán “royalties” a la casa central.
Los matrimonios provenientes del viejo modelo pasional pasarán a revistar en la categoría “Matrimonios residuales” y deberán pagar un impuesto destinado a financiar la fabricación de amor en los países emergentes, particularmente en los de raíz latina conocidos por sus inclinaciones pasionales y su resistencia al libre mercado.
Sin dudas, el amor industrial nos augura un futuro de eterna felicidad.

“Las palabras son las chispas de futuros incendios”
Las palabras del subtítulo pertenecen a “Respiración artificial”, de Ricardo Piglia. Siempre he sentido miedo cuando alguien promete un programa de la felicidad. Siempre termina uno dándose cuenta de que “está sentado sobre un barril de pólvora que convertirá en hecho ese deseo”.
Hitler programó la felicidad del superhombre y Fritz Lang intuyó antes adónde conduciría ese delirio. Robert Epstein ha programado la felicidad del amor industrial y Aldous Huxley soñó antes con ese “mundo feliz”. Detrás del experimento de Hitler estaba el irracionalismo del romanticismo nihilista. Detrás del experimento de Epstein está el irracionalismo fundamentalista de mercado. Uno quería que el sentimiento fuera una herramienta de manipulación. El otro lo convierte en mercancía. Es posible que los una la misma obsesión: el poder.

ESTADISTA SE BUSCA

Por Carlos Salvador La Rosa



Nadie dice hoy en público “que se queden todos”, porque es políticamente incorrecto. Pero muchos lo piensan. Algunos porque quieren quedarse ellos. Pero otros porque están convencidos de que nuestra clase política podrá tener necesidad de renovaciones parciales, pero que en el fondo es la única que hoy por hoy puede existir.

La dirigencia peronista y radical, en su gran mayoría, piensa así. Y si algunos aceptan la revocatoria total de mandatos es porque creen que ella producirá la ratificación de la mayoría de los que están, ante la falta de alternativas visibles.

El “que se vayan todos” es, por lo contrario, mucho más popular. Es el reclamo más extendido y más reclamado por la sociedad civil. Diversos partidos nuevos o minoritarios están intentando transformarse en los representantes de dicho reclamo.

Los dirigentes que piensan así creen que una renuncia masiva de los conocidos de siempre, y una amplia batería de leyes de transparencia y de control, podrá hacer surgir una nueva dirigencia que hoy no se la ve sólo porque los que se quieren quedar atentan contra su visibilidad.

La apuesta ha sido lanzada. Los candidatos se están colocando en un bando o en otro.

Los que quieren que se queden todos están convencidos de que no tienen a nadie frente a sí y que, en el peor de los casos, aparecerán algunos nuevos que se harán viejos de inmediato o caerán pronto por la falta de experiencia, cosa que a ellos les sobra.

Los que quieren que se vayan todos están convencidos de que en la necesidad está la propuesta. Que al apoyar los reclamos populares, de su libre manifestación surgirán las expresiones dirigenciales capaces de hacerse cargo de lo nuevo.

A los primeros les sobra realismo, pero les falta cualquier sentido o comprensión de la historia. A los segundos -exactamente a la inversa- les sobra sentido pero les falta realismo.

Chau bipartidismo, chau
La democracia argentina desde 1983 a la fecha ha sido hecha por dos grandes partidos, el peronista y el radical. Que ya han dado de sí todo lo que pueden dar.

El radicalismo es históricamente el partido institucional por excelencia. Fue el encargado, a principios del siglo XX, de transformar la República conservadora en democracia de masas. Y de construir una democracia permanente en 1983 luego del autoritarismo. Nadie podría haber hecho mejor esas tareas que la UCR.

El peronismo es históricamente el partido de la transformación económico-social. En 1945 creó el Estado de Bienestar a la Argentina. Y en 1990 nos metió de lleno en la globalización.

El problema del radicalismo es que supo institucionalizar la realidad pero no transformarla materialmente. El problema del justicialismo es que el costo de sus transformaciones materiales siempre genera una desinstitucionalización gigantesca.

Ahora estamos pagando los costos de las falencias de los dos grandes movimientos populares. Cuando ambos se quedaron sin las causas positivas de su necesidad histórica.

A diferencia de Irigoyen, Alvear y Alfonsín, el presidente De la Rúa demostró que ni siquiera sabía crear o mantener instituciones formales. A diferencia de Perón y Menem, el presidente Duhalde demostró que el PJ ya no era capaz de ninguna transformación material.

Ambos, De la Rúa y Duhalde, terminaron con sus dos grandes partidos porque no supieron mantener ninguno de sus logros históricos y amplificaron sus defectos a niveles patológicos. Pornográficos.

Un hombre llamado Frondizi
En 1955, cuando Perón fue derrocado, el país se dividió en dos. La mitad siguió siendo fiel al líder depuesto y sólo ansiaba su retorno. La otra mitad, enemiga feroz del General, sólo quería que no volviera nunca más.

Durante 18 años gobernaron los que querían que el peronismo “se vaya todo”. Pero el resultado de su gestión fue que el peronismo volvió “todo”. Con lo que tenía de bueno y de malo potenciado.

Entre ambos lograron que la Argentina se volviera ingobernable. Entonces llegó algo peor. Supimos tener gobiernos militares, dictaduras. Pero en 1976 vino el totalitarismo, el genocidio y el mal en estado puro. Todavía lo estamos pagando.

En medio del desastre existió un hombre llamado Arturo Frondizi que un día se propuso unir peronistas y antiperonistas, civiles y militares, liberales e industrialistas en pos de un proyecto que los integraba pero que a la vez los superaba a todos. En medio de las pasiones reinantes, su fracaso fue estrepitoso. En la Argentina sólo podían triunfar los que no podían sino fracasar. Como ocurrió.

El estadista tan buscado
Frondizi tuvo una visión política poco usual en la Argentina. No fue un conductor de masas como Perón, ni un jefe de bandas como Menem. Él supuso que la Argentina requería de un estadista. Alguien que en un momento terminal quiere encontrar una forma nueva y original de conciliación con el pasado para construir un futuro que no está contenido en ninguna de las facciones en pugna. Futuro que la mente del estadista intuye y está dispuesto a construir aunque tenga que ponerse por encima de todos.

El estadista suma a todos los sectores, pero hace algo distinto a ellos. El estadista busca el apoyo del pueblo, pero no sigue sus reclamos sino que hace que lo sigan a él. El estadista no busca la reelección indefinida que lo eternice en el presente. Su vanidad es mucho mayor: prefiere eternizarse en la historia.

Es difícil que un estadista quiera que se vayan o que se queden todos. Él sólo tiene en la cabeza una idea de país y, para que ella se transforme en realidad, está dispuesto a que se queden o a que entren todos los que sean útiles para su construcción. Su pasión por la cosa pública no le permite fijarse en nimiedades.

El estadista no busca la venganza ni el perdón. Y no se altera por el duro escrache o el aplauso fácil. Tampoco le interesa que lo consideren el más bueno de todos, pero sí el más adelantado. Mejor dicho, ni le interesa que lo consideren el más adelantado. Él sabe que lo es. Y está dispuesto a arrastrar toda la Nación detrás de su locura. Y de irse al exilio si no lo entienden.

Al estadista le molesta tanto ser esclavo de los intereses sectoriales como de las pasiones populares. Sabe que debe conducir ambas, pero nunca ceder enteramente a sus demandas. En todo caso, debe transformarlas en otra cosa.

La pasión del estadista nace y muere con él. Es indelegable, pero también contagiosa. Sólo alguien que ame a la cosa pública más que a su propia vida (o como a su propia vida) puede hacer que la gente común crea en algo más que su existencia individual. Y se juegue por una utopía colectiva.

Entre los 37 millones de argentinos tiene que existir una cantidad considerable de aspirantes a estadistas. Ojalá que al leer esta nota decidan intentar aspirar a cubrir ese vacío. Y que se pongan a trabajar.






















Thursday, July 11, 2002

DEMOCRACIA EN LOS PARTIDOS
ANDRÉS DE FRANCISCO

-Andrés de Francisco es profesor titular de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense.


Una de las grandes paradojas de los grandes partidos políticos contemporáneos -partidos de masas, partidos 'omnívoros'- es que, siendo fuertemente oligárquicos y autoritarios, repiten a campana herida su inmaculada vocación democrática, su exquisito respeto a las reglas de la democracia interna. Ahora bien, para cualquiera que conozca mínimamente el sentido profundo de la democracia, su sentido histórico, esa paradoja es fácil de desarmar: las oligarquías, es decir, las formas de gobierno donde el poder se concentra en pocas manos, son perfectamente compatibles con la representación política y con el principio de elección por la regla de mayorías. Por ceñirnos al caso español y, aún más, a los dos grandes partidos, tanto PSOE como PP son partidos que responden a una misma arquitectura autoritaria y oligárquica de distribución del poder interno, arquitectura exquisitamente respetuosa -insisto- con las reglas mínimas de representación y elección 'democráticas'. Los dos aspiran -y en sus mejores momentos, como el actual PP, lo consiguen- al mismo sistema piramidal, con cabeza visible de poder, con liturgia cesarista, con congresos predeciblemente plebiscitarios y con férreo control jerárquico desde arriba. Por debajo de esa fachada democrática, bien al contrario, lo que actúan son redes clientelares que soportan el sistema desde la base hasta la cúspide. Y el que se mueve, como se dijo con acierto plástico en su momento, no sale en la foto.

En un sistema político donde la imagen ha sustituido a la palabra, donde la instantánea televisiva sustituye al argumento impreso, ese modelo jerárquico tiene indudables ventajas electorales a las que los partidos difícilmente saben o quieren sustraerse: traslada a la opinión pública una imagen de unidad y eficiencia y hasta de seriedad y competencia políticas. Pero el coste es también muy alto: creciente alejamiento, desafección e incredulidad por parte de la ciudadanía, escasa militancia, corrupción interna, ausencia de debate real dentro y fuera de los partidos, etcétera. Si uno de estos grandes partidos está en forma, su esquema organizativo es así de sencillo: las ejecutivas profesionalizadas deciden, las bases ratifican y son movilizadas. Y de la buena conducta de éstas -de su probada lealtad clientelar, de su hoja de servicios prestados- dependerá su propia carrera política ascendente.

Lo que la sociología política de los partidos nos enseña, ya desde Robert Mitchels y Max Weber, es que la relación patrón-cliente dominante en estas organizaciones aupa a los mediocres y serviles y discrimina y margina a los que tienen juicio propio, que alimenta la peor de las ambiciones -la del poder por el poder- y arrumba las ideas genuinas, las convicciones profundas y hasta las vocaciones sinceras de servicio público, que convierte a los partidos en meras maquinarias electorales más o menos bien engrasadas y no en vehículos de comunicación y pedagogía políticas o en plataformas de participación ciudadanas y escuelas de democracia. ¿Y alguien se extraña de que la gente del común -nuestros conciudadanos- huya de los partidos políticos?

Pero la democracia es otra cosa. Y esa otra cosa no son precisamente las primarias, por saludables que fueran en su momento para la cultura política del PSOE y por arrumbadas, manipuladas e impedidas que estén en la actualidad. Las primarias, que no dejan de ser un pequeño rayo de luz democrática, no interesan a las élites dirigentes. Las primarias introducen incertidumbre, dan pábulo a la sorpresa. Y las élites dirigentes no quieren sorpresas ni incertidumbres, sino libertad de acción y control de la organización. Por eso, más en general, les incomoda e inquieta la democracia. ¿Por qué? Para responder hay que hacer un poco de historia. Y hay que hacer un poco de historia porque esa historia de la democracia -larga y tortuosa- se ha olvidado.

Históricamente, por democracia se entendió -y ello hasta bien entrado el siglo XX- lo opuesto de oligarquía. Gobiernos oligárquicos fueron y son Gobiernos -o criptogobiernos ocultos- donde dominan los pocos ricos (los grandes, los nobles, los patricios). Éstos han sido los Gobiernos históricamente dominantes. Frente a ellos, las democracias se presentaron -y ha habido muy pocas democracias en la historia- como los Gobiernos de los muchos pobres, de los trabajadores asalariados, de los que vivían por sus manos. Lo curioso es que el 'democrático' principio de elección mayoritaria nunca fue la seña institucional de identidad de la democracia histórica, sino el principio sistemáticamente combatido por ella y unido a los Gobiernos aristocráticos u oligárquicos. En realidad, las señas de identidad de la democracia fueron tres mecanismos de participación política: rotación obligatoria en la ocupación de cargos, brevedad de los mandatos y el principio de selección por sorteo. Y si miramos a la democracia más antigua y profunda, la ateniense, habría que añadir la paga -misthos- que recibían los ciudadanos por asistir a la asamblea popular o por detentar magistraturas. La democracia histórica siempre desconfió -y supo restringir al máximo- el principio electivo para la selección de representantes o, por mejor decir, mandatarios. ¿Por qué? Porque ello daba a los grandi la posibilidad de crear y financiar redes clientelares de apoyo político a sus candidaturas que, así, se hacían sempiternas.

Los cuatro grandes principios democráticos han desaparecido del discurso político contemporáneo y, mucho más, de la praxis política partidaria. Vaya usted a un partido cualquiera con ellos, propóngalos. Ya le anticipo la reacción: o bien una sonrisa autocomplaciente de indiferencia ante lo exótico o bien un rictus de autodefensa ante lo absurdo. ¡Hasta tal punto ha calado la cultura autoritaria en el seno de los partidos que se dicen democráticos! Pero no se desanime usted y entre y analice un partido cualquiera. Si a éste le va bien, verá un bloque monolítico e inatacable de poder piramidal; si le va mal, descubrirá el encono fratricida con el que las distintas familias se tiran a degüello, verá los odios enquistados, la desconfianza entre 'camaradas' y una lucha abierta por el poder. Y ahora aplique a estos últimos los sencillos remedios democráticos. Haga rotar las secretarías ejecutivas, recorte la duración de sus mandatos, selecciónelos por sorteo (no es siquiera necesario que los incentive económicamente), deje si quiere la elección de representantes para los congresos federales. Se sorprenderá de los resultados: todos se verán obligados a convivir, a compartir, a deliberar, unas veces con unos otras con otros; las redes clientelares no tendrán soporte organizativo, los arribistas -que los hay a granel en los partidos- ya no encontrarán el modo de diseñar sus estrategias, los venales no tendrán mercancía que vender, los que viven con permiso de sus patrones ocuparán cargos con el solo permiso del azar, la rotación y su propia disponibilidad, pues el sorteo a nadie obliga y a todos habilita; la participación interna -y el debate- se enriquecerán; con la quiebra de las clientelas y la rotación obligatoria los acomodados -los que aspiran a vivir de la política y no pisan freno moral para conseguirlo- perderán su estructura de incentivos; las mejores ideas se abrirán camino, los brillantes y los contestatarios y los rebeldes tendrán su oportunidad. Pero también le digo: las resistencias que usted encontrará, aun en la más pequeña de las agrupaciones locales, serán terribles. Porque el problema de la democracia interna de los partidos es que la idea misma de la democracia -su historia, su sentido, su necesidad- se ha olvidado y los intereses fuertemente organizados en su interior no tienen gana alguna de rescatarla del olvido. Le dirán además que si prescindimos del principio de elección -o lo ceñimos, por ejemplo, a los grandes congresos-, el bruto, el ignorante, el inexperto se abrirá paso y pondremos en sus manos delicadas decisiones importantes; le dirán que ellos fueron elegidos por sus méritos, y que la meritocracia debe imperar en la política. Ante eso, tenga usted bien preparada la respuesta: día a día, cada vez con más frecuencia, los buenos y los mejores van renegando de la política y refugiándose en la vida privada, en el quehacer privado, en el negocio privado. Día a día, y cada vez más, se va empobreciendo la clase política. No le quepa a usted duda: la falta de democracia, sí, pero de democracia en serio, tiene mucho que decir al respecto.


PROGRESIVO RETROCESO EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA


El sistema científico de la Argentina se encuentra al borde del colapso, fruto de la profunda crisis que vive el país, pero también como consecuencia de una ya prolongada historia de postergaciones y de cegueras.

Sobre la tradición científica más rica de la región, una y otra vez se forzó la fuga de cerebros y se obstaculizó el aprovechamiento de recursos indispensables para el progreso de la sociedad. Luego de que los años 70 dieran cuenta de niveles inéditos de violencia y de irracionalismo, el restablecimiento del orden constitucional creó la expectativa de una pronta recuperación de nuestro sistema científico, y fue por ello que muchos científicos regresaron al país y se sumaron al trabajo de formación y de investigación en la universidad y los institutos. Pero lamentablemente, el desarrollo científico no ha sido, en este lapso histórico, debidamente sostenido por el Estado y poco se hizo para promover la integración entre la investigación básica y aplicada y el sector privado.

Así, tomando como base cifras del año 2000, el gasto en Ciencia y Técnica en relación al PBI no llega al 1%, casi la mitad de lo que destina nuestro vecino Brasil. Medido por habitante, la suma invertida por nuestro país es 25 veces menor a la de los Estados Unidos. Además de la insuficiencia de recursos, año tras año los científicos se han encontrado con reglas cambiantes y con compromisos no efectivizados.

Bajo una situación de incertidumbre y de falta de horizontes, miles de científicos argentinos decidieron proseguir sus trabajos en universidades y centros de investigación de los países desarrollados. Cuando debería darse lo inverso, cuando nuestro país debería ofrecer las mejores condiciones para que los científicos locales y extranjeros trabajen en función del desarrollo de esta sociedad, Argentina devino exportador de recursos humanos altamente capacitados. De esta manera, años de esfuerzo de una sociedad empobrecida se ven nuevamente dilapidados por políticas erráticas y ciegas al futuro.

Sobre la base de una dependencia casi total del financiamiento público, el sistema científico de la Argentina hoy padece las consecuencias del descalabro existente en las arcas fiscales y las derivaciones del explosivo incremento de insumos y bienes extranjeros imprescindibles para la investigación.

El Conicet registra retraso en los pagos de becas y subsidios, y su política de futuro parece nula. Por su parte, la Secretaría para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación Productiva desconoció un concurso que seleccionó a 70 científicos menores de 40 años, lo cual generó desasosiego y reclamos que hoy parecen haber dado frutos, dado que el Ministerio de Educación ha reafirmado la validez de dichos concursos. Proyectos como el desarrollo de una vacuna contra la aftosa, o el desciframiento del genoma que produce el mal de chagas atraviesan por serias dificultades financieras; lo mismo que ocurre con la mayoría de las investigaciones en curso.

La inteligencia es un motor de progreso y de riqueza y para crearla es necesario invertir en recursos humanos y materiales. El país no ha cumplido ni cumple esa premisa, lo cual explica su atraso actual y promete uno más profundo para el futuro.








Wednesday, July 10, 2002

PODER DISCIPLINARIO



Por Eduardo Pavlovsky *

Foucault señalaba que era más eficaz captar el poder en sus extremos, allí donde se vuelve capilar en sus últimos lineamientos. Es decir sugería estudiar cómo el castigo, el poder de castigar, cobra cuerpo en cierta cantidad de instituciones locales, regionales y materiales.
En lugar de preguntarse cómo aparece el soberano en lo alto del poder –”procurar saber cómo se constituyen poco a poco, progresiva, real, materialmente, los súbditos–, el sujeto a partir de la multiplicidad de los cuerpos –las fuerzas, las energías, las materias, los deseos, los pensamientos, etc.– desde el extremo distal de la pirámide”.
En otras palabras: captar el poder por el lado extremo cada vez menos jurídico de su ejercicio. Buscar la lógica de los procedimientos normativos. Es un tipo de poder que se ejerce continuadamente mediante la vigilancia, la violencia o el control (según los casos). “Tratar de analizar el poder a partir de las técnicas y tácticas de dominación que constituyen un saber propio”.
Ese poder no soberano es el poder disciplinario.
No orientar la investigación sobre el poder por el lado del edificio jurídico de la soberanía, por el lado de los aparatos de Estado y las ideologías que lo acompañan. Sino buscar el poder por el lado de las disciplinas que tienen su propio discurso y son creadoras de aparatos de saber, de saberes y de campos múltiples de conocimiento.
“El discurso de la disciplina es ajeno al de la ley, ajeno al de la regla... Las disciplinas portarán un discurso que será el de la regla (no el de la regla jurídica) sino el de la regla natural, vale decir la norma.
Código que no será el de la ley sino el de la normalización (...) la organización del derecho en torno de la soberanía, y por el otro lado la mecánica de las coerciones ejercidas por las disciplinas...” (Foucault, Defender la sociedad, 1965).
En nuestros días el poder se ejerce a la vez a través de ese derecho y esas técnicas. Esas técnicas de la disciplina y los discursos nacidos de ésta invaden el derecho y los procedimientos de la normatización colonizan cada vez más los de la ley, lo que puede explicar el funcionamiento global de lo que llamamos sociedad de normatización.
Cuando nuestro Presidente dice: “Es muy difícil poner en caja a la Policía Bonaerense” está expresando una mentira, pero también una verdad.
Nuestro Presidente aprovechó la “falta de caja de la Bonaerense” en la represión. La utilizó. Sabía que las “normas” de la Bonaerense lo iban a proteger de una protesta social que se pudiese propagar. Allí es pícaro como siempre. Pero también es cierto que desconoce las multiplicidades que entran en juego en la Policía Bonaerense, su régimen de conexiones, sus micrologías, sus lealtades, sus ritmos y velocidades, sus ideales, sus creencias, sus propias normas disciplinarias. Todo esto es muy difícil de “poner en caja” (la mayor concentración de poder de la Policía Bonaerense fue con la jefatura de Klodczyk durante la gobernación de Duhalde).
El tiempo del pensamiento foucaultiano no coincide con el tiempo político.
La represión es uno de los capítulos que requiere un altísimo nivel de complejidad para su comprensión y así hay que encararlo en la multiplicidad de su complejidad.
Vienen tiempos difíciles: a la violencia sistemática del sistema contra la mayoría de la población en su producción de miseria, exclusión y hambre va a surgir inevitablemente la contraviolencia piquetera en sus reclamos por recuperar la dignidad perdida.
Pedirles sobriedad a los muertos de hambre es una utopía literal impensable aunque literariamente confortable. ¡La que te espera, Juampi!

* Psicólogo. Autor, director y actor teatral.


REVOLUCION EN LA UNIVERSIDAD
GENERALIDADES


Viola Hugo

Todos sabemos el significado etimológico de la palabra universidad (un verso = una visión integrada ) ,pero vemos como en estos últimos años ,se fue desvirtuando su concepto y hoy hay una especie de retornar a las fuentes en virtud de la crisis que padecemos que en buena medida es en la faz moral de la elite dirigencial y sus miembros quienes son en forma mayoritaria de extracción universitaria.
No debemos entender la universidad solo desde la óptica de ser el instrumento que nos permita dejar atrás la mediocridad ,cuando esta ultima se entiende en términos individuales.
Debemos reconocer que quienes han recibido educación ,tienen un compromiso ad hoc con la sociedad que les brindo la posibilidad del estudio y bregar por una igualdad de oportunidades ,tal que todos los sectores ,con preferencia de los postergados ,accedan a la educación..
La universidad no debe ser una fabrica de profesionales con capacidad técnica solamente ,sino sino una institución integradora del saber donde se funde todo en una formación humana que toca principios y valores de vida.
La tecnocracia no puede ser el único factor movilizador de las universidades.
Esta visión unidimensional debe ser derribada por una expansión de las reservas éticas y entonces la aspiración a la que debemos apelar es a que la universidad no piense desde la perspectiva de un profesional formado y luego inserto en la sociedad ,sino a la inversa ,la universidad recibe ciudadanos que contienen ya al ingreso ,una identidad solidaria y dentro de este marco se enmarcan las aspiraciones profesionales y las ambiciones de progreso y no fuera de el ,lo que daría lugar al recurso de la competitividad darwiniana.
Ello supone entonces que el proceso educativo sistemático actual , debe ser pasible de revisión.
La educación científica y tecnológica ,acompañada de principios,valores,humanismo y solidaridad son elementos esenciales para el progreso de las naciones.
Como decía un filosofo argentino ,Santiago Kovadloff : “Los científicos de nuestro tiempo exigen que la educación se constituya en un acontecimiento etico.Hoy a través de la escuela y la Universidad ,se producen educandos preparados para el mercado ,no para una sociedad constituida por el concurso de ciudadanos.”
Si bien no podemos generalizar conceptos ,la propia situación socioeconómico política que sufrimos los argentinos ,apuntala una educación reduccionista ,que reduce al hombre a la lucha por el dinero y una democracia como la que intentamos hoy sostener ,no puede subsistir donde impera esta óptica de vida.
Si no veamos las pujas en los bancos por conseguir dólares ,los conceptos peyorativos respecto de los dirigentes políticos ,respecto de la Argentina ,respecto del peso ,etc.
Este reduccionismo conduce a una mentalidad automarginante de la participación que la democracia exige.
En general estábamos muy acostumbrados a una democracia representativa ,con lo que muchos se desentendían de los problemas y consideraban la tesis fatalista que nada pueden hacer contra las decisiones del poder político y ahora por suerte ,esta propagándose cual reaccion en cadena ,un aire de renovación de actitudes fomentando la participación ciudadana ,desarrollando un espíritu critico que faltaba desde hace mucho.Pero esto no tiene la sistematicidad que una nación tan vapuleada como la nuestra requiere.
La Universidad debe ser el lugar donde así como se sistematiza el conocimiento técnico ,también se debería sistematizar la formación integral de la persona humana.
El proceso educativo en general y mas el de la Universidad ,debe alentar el desarrollo de la conciencia creadora y el ejercicio de la actitud critica y autocrítica.
Y no solo en el ámbito de la formación integral vemos falencias ,sino también en el área de la formación estrictamente profesional fruto de la aplicación de recetas neoliberales erróneas .


RECETA NEOLIBERAL Y UNIVERSIDAD
La Universidad desde hace mucho tiempo ,es blanco de la receta neoliberal de reducir a decisiones de optimización del individuo frente al mercado y sabemos y sufrimos de muchos recortes en el presupuesto de las universidades nacionales .Uno de los mas destacados y arteros fue el que planifico López Murphy.
Ya sabemos que esta teoría demostró su fracaso como lo fue el sistema jubilatorio que no resolvió sus problemas frente a la opción de las AFJP ,el sistema de transporte aéreo de personas ,y cualquier otro servicio publico que fue privatizado.
En definitiva ,los recortes de fondo en el sistema de educación superior impactan en la calidad del profesional formado ,en la equidad de acceso a la educación superior y en la producción científica de la Universidad.Y esto redundara ,visto solo en términos productivos ,en un impacto negativo sobre ella.

El objeto de la universidad es el conocimiento y de este sabemos que es una traducción ,una reconstrucción del espíritu ,pero como atento a nuestro conocimiento en virtud de nuestra formación sabemos y como lo ve mas fácilmente aquel que esta inmerso en las ciencias fisicomatemático experimentales que nunca una traducción necesariamente es fiel a la verdad.
Muchas veces podemos ser victimas de ilusiones o errores .Cuantas teorías o modelos propone para conocer desde tal ángulo ,el mundo en el que esta inmerso y cuantas abandona por no traducir la verdad conocida.
Como dice Edgar Morin debemos saber cuales con las fuentes de tales ilusiones y errores ,las cuales están en la sicología ,en los sentidos ,en la cultura ,en la historia.
Nuestra manera de ser es compartimentada.
Aprendemos por separado que el hombre es biológico y también cultural.Aprendemos por separado la economicia ,la sicología ,la sociología.
Pero todo ello es inseparable en la realidad y hay lazos que la forma de conocer del hombre ,corta.
Y de esta forma somos incapaces de conocer el mundo.
Los tecnócratas que hoy deciden ,no son capaces de contextualizar el saber ,de situarlo en conjunto .
Continuando con Morin ,la reforma del conocimiento ,la reforma del pensamiento ,será vital para que el mundo se salve y no vaya derecho a la catástrofe.

MI IDEA DE LA UNIVERSIDAD CONTEMPORANEA
Insisto en que la universidad debe “educar” ,tal como seria atribuible a todo el sistema educativo por lo menos el formal.Y educar es poner el acento en la responsabilidad interpretativa ,en el espíritu critico ,en el desarrollo de una conciencia creadora teniendo como punto de referencia el respeto ,por sobre todas las cosas ,de la dignidad del hombre..
Si se renuncia a la educación y solo se privilegia la transmisión de conocimientos ,estamos abonando el camino para la proliferación de los expertos tecnócratas que pueden trabajar para cualquier visión del hombre y el mundo ,tanto aquella que respeta la dignidad del hombre como valor supremo ,como aquella que abjura de la misma.
Educar ,por ende ,supone una formación transdiciplinaria ,contraria a la fragmentación del conocimiento de la realidad .El “conocer “del hombre ,la episteme ,solo es posible de esta forma.
La educación entonces tiene dos componentes:
**función capacitadora mediante la cual se transfiere habilidades y destrezas a los integrantes de un determinado grupo social a fin de incorporarlo al aparato productivo.
**función socializadora mediante la cual transmite los valores y comportamientos aceptados por la sociedad humana a través del tiempo y que tiene un componente neto de humanismo o sea de respeto de la dignidad del hombre sobre todas las cosas.
Pero el error es suponer que el proceso educativo es una simple superposición de ambas funciones ,cual seria el caso de Universidades que incluyen en su curricula de carácter específicamente técnico ,algunas materias como Cultura ,Filosofía o Teología .
Es evidente que en una sociedad donde se anteponga una perspectiva limitada de la realidad ,donde los valores ,los ideales ,los códigos morales sean realitivizados ,transmitirá a sus miembros a través de sus instituciones una visión conservadora del tal sistema y se perpetuara en el tiempo.
Es una forma de trasmisión de una sola forma de interpretar la relación del hombre con su prójimo y el mundo que a la hora de cambiar resulta agobiante y hasta censurado .
Educar significa un ente nuevo que surge de la fusión de estas dos funciones y no una simple adición.
No son dos compartimentos distintos .Es uno solo.
Esta presentación que hago aquí ,es solo funcional a los efectos de comprender el problema
Entonces una universidad tecnocratica y/o economicista ,también forma ,pero lo hace en forma unidimensional .
No recrea en el profesional que esta formando los valores fundamentales del hombre .Vacía de contenido ético a las elites universitarias que pueden con el tiempo transformarse en elites intelectuales ,financieras ,dirigenciales sin una óptica integradora y por ende siendo responsables de gran parte de los que nos pasa hoy en dia como Nación,
Nadie habla de un mundo platónico porque todos somos conscientes de que la vida nos interpone permanentemente frente a la negociación con “el otro” .Pero la perspectiva que tenga en esta relación es la que distinguirá el universitario formado en una universidad unidimensional de otra transdiciplinaria.
He leído del filosofo Santiago Kovadlof :”Si el experto no comprende que debe inscribir su saber particular en el arco de un conocimiento integrador éticamente vertebrado ,operara fatalmente como un jibaro ,reduciendo la complejidad de lo real a las dimensiones de sus creencias.La lucidez etica y no la técnica es el instrumento básico del que debe valerse cualquier sociedad que aspire a humanizarse.”
No cuestiono la globalización ,sino la forma de asumirla por estos lares ya que como lo vemos en otras áreas del hacer nacional ,como la salud ,su asunción aparece reñida con un ideal humanista que defiendo a ultranza.
La universidad necesita por ende ,cuerpos docentes formados en esta línea transdiciplinaria .


AUTONOMIA UNIVERSITARIA Y CULTURA DEL ESFUERZO
La universidad necesita autonomía institucional y ello supone disponibilidad de recursos económicos
.No cabe dentro de este esquema ,un recorte presupuestario .Pero por otro lado la Universidad debe hacer corresponder a su autonomía constitucional ,una autonomía de gestión .
Eso significa que debe gestionarse a si misma en forma permanente .Ello hará que pueda interactuar con el aparato productivo nacional y así en lugar de hablar de subsistemas dentro de una sociedad ,donde por ejemplo algunos intentan acotar a otros ,cual seria el recorte presupuestario de Economía sobre las Universidades ,o como seria un aparato productivo que no tiene el apoyo técnico científico de la Universidad ,podriamos lograr una UNIDAD entre Gobierno-Universidades-Aparato productivo .
Como dice un especialista en educación ,Juan Carlos Tedesco : La universidad que forma elites sin visión transdiciplinaria ,no parece haber cumplido enteramente su papel por lo que se impone redefinirlo.Nuestra sociedad maltrecha por visiones dirigenciales adheridas a valores contrapuestos al respeto de la dignidad humana debe ser asumida por una universidad que sea una usina que motorice salidas.”
La Universidad como formadora de elites dirigenciales ,debe preguntarse continuamente si lo esta haciendo en una línea humanista integral.La sociedad necesita una Universidad que forme dirigentes duros ,con gran conocimiento técnico ,pero con una fuerte conciencia etica.
Debemos ver la realidad educativa en su conjunto ,para comprender lo peligroso que será para el futuro una Universidad que no condiga con una formación integral.
Y para ello por ejemplo traigo el ejemplo de la escuela publica tradicional ,el cual era un ámbito de diversidad ,de heterogeneidad ,donde iba tanto el hijo del obrero ,como el hijo del medico .Hoy en dia la escuela publica esta jaqueada por un presupuesto insuficiente por un lado y por otro por dirigentes gremiales que solo persiguen la tribuna y llaman permanentemente al paro .Mientras los colegios privados van incorporando los sectores pudientes que a la larga iran a la Universidad y serán los dirigentes del mañana.Pero que realidad mas ingrata e injusta.
Que formación integral tendrán esos dirigentes del mañana ,sino casi con seguridad elitista unidimensional?.
No debemos permitir caer en las redes que nos tiende la crisis contemporánea de la Argentina donde se ha instaurado una competencia individual ,de todos contra todos donde algunos se salvaran ,pero la mayoría perderá .
Debemos desplegar en todo foro ,en todo lugar ,en toda situación ,la idea de una competitividad social ,de equipo ,donde el esfuerzo sea un valor y no una desgracia.Y al respecto va una fábula del escritor Charles Peguy:
Peguy iba en peregrinaje a la catedral de Chartres.En el camino se encontró con un señor picando piedras ,transpirado y furioso.”Ud. que esta haciendo?” ,le pregunta el escritor.
“Y ya lo ve”-responde el hombre – “pico piedras ,tengo sed,me duele la columna ,perdí todo ,son una especie subhumana que hace este trabaja miserable.”
Siguió caminando y se encontró con otro señor picando piedras.Hizo la misma pregunta y recibió por contestación :”Yo me gano la vida con este trabajo, estoy relativamente satisfecho”.
Siguió caminando y se encontró con un tercer señor a quien luego de repetir la pregunta ,le escucho por respuesta :”Acá estoy ,construyendo una catedral”.
Esto pone en la reflexión que la idea y la voluntad con la que uno inicia un trabajo ,cambian el sentido y el resultado de este trabajo.Nosotros vamos a tener que picar piedras durante mucho tiempo ,pero es mejor que no sintamos que estamos ante un trabajo degradado ,sino que estamos fundando los cimientos de un país diferente .Solo si proyectamos la catedral la vamos a tener.
La educación formal y mas aun la Universidad debe promover el valor de la cultura del esfuerzo , evitar que la política se reduzca ala economía ,los ideales a la ideología y la etica al calculo.
Como dice un autor nacional ,debemos regresar a la cultura del esfuerzo , del trabajo y del ahorro ,donde la austeridad ,la honradez ,la solidaridad ,la educación y el cumplimiento de la palabra empeñada sean los valores que privilegiemos..Desechemos la ganancia fácil ,la especulación financiera ,la cultura de la frivolidad y el placer a la que se llega por el rápido éxito económico ,legal o ilegalmente conseguido.
Aceptar como validos y privilegiar estos últimos valores es los que nos ha llevado a conformar una sociedad triste e insolidaria ,en la que crece la corrupción ,la pobreza ,la desocupación y la desesperanza.


JUVENTUD ,UNIVERSIDAD Y CIENCIA
La juventud universitaria, entiende su paso por la universidad como un proceso formativo de recursos humanos calificados y especializados ,destinado a prepararlos para el ejercicio de una ocupación en el mercado laboral.
Se trata entonces de la adquisición y habilitación para la utilización de las técnicas de todo orden y variedad que se requieren en la practica de una sociedad ,economía y cultura en proceso de modernización.
Sin pretender pensar con mucha agudeza vemos con facilidad como la economía de mercado ,se ha identificado con una sociedad de mercado y así el mercado ha invadido cada vez mas el tejido social y dictado las reglas de las relaciones entre las personas y la etica de esas relaciones.
Y esto es así pues los dioses de este Olimpo de la posmodernidad nos reclaman fidelidad absoluta a las reglas de la iniciativa y la competencia permanente y que solo con ellas el mercado traerá el bienestar y la felicidad a los mas pobres ,mejorara la salud y la educación será optima.Es una forma de pintar la puerta por la que Alicia ingresa al mundo de las maravillas.Es la tesis del derrame del vaso lleno.
Estas recetas han fracasado no porque sean malignas ,sino porque fueron puestas en practica por gobiernos corruptos que nos querían convencer en forma terca de vivir de dogmas.
Es notorio entonces la ausencia en la juventud universitaria de una preocupación por la ciencia misma ,es decir por la actividad creativa y critica que lleva precisamente a la renovación tecnológica y al avance
Científico.
Existen sectores estudiantiles mayoritarios con actitudes que podriamos denominar modernizantes que son un factor de presión para que la Universidad transmita la tecnología existente en los centros mas avanzados y sus sucesivas modificaciones y adelantos.
Pese a esto ,hay sectores universitarios que piensan creativamente en la investigación y mas aun cuando hoy esta viviendo la Argentina una era de cierre de importaciones que obliga a pensar una tecnología local.
Eso no quiere decir que haya que rechazar esta tendencia modernizante o esa fascinación por la tecnología ,sino que hay que evitar que la meta de tenerla sea solo usada en pos de emularla con un trampolín de escalamiento social y económico ,como es bien sabido se ha arquetipizado para las profesiones liberales.
Hoy vemos como en facultades de humanidades hay un cuestionamiento al orden social vigente al que consideran injusto e inaceptable y cuya supervivencia se la asocia con el empleo eficiente de la tecnología y los tecnócratas modernos.
Esa postura es un tanto equivocada ,pues no es desmereciendo la tecnología ,como se logra una postura de crecimiento para una Nación ,sino de la generalización de un pensamiento critico de esta naturaleza pero donde se integre en un dialogo critico científico ,en donde se generalice un activismo intelectual que permita lograr una Universidad que concilie dialécticamente una actividad de investigación científica creativa con un proceso de captación ,innovación y adaptación tecnológica ,modernizador ,pero con un sentido de transformación sociopolítica.
De esta forma ,la Universidad lograría un rol institucional de transformación y renovación que seria su papel autentico.
Entonces la juventud universitaria debe disponer de canales de expresión política para que su expresión política se exprese.
El cuerpo docente debe disponer de condiciones de remuneración que permitan una dedicación full time tal que dediquen a la formación personal y el proceso educativo el tiempo necesario para que ellos se capaciten en desarrollar un dialogo reflexivo critico ,sea la materia que sea.
La Universidad finalmente no puede ser sometida a ningún desmadre presupuestario como lo dije antes ,pues su condición de institución transformadora de la sociedad y formadora de cuadros dirigenciales ,le otorgan un rol orientador único en la sociedad humana.
Debemos reconocer que no es el objetivo que la Universidad cumpla un papel modernizante por si mismo ,sino que lo cumpla como autentico agente de transformación sociopolítica.
Por ultimo ,si a un pueblo se le da formación cultural y académica sin al mismo tiempo crear las condiciones materiales requeridas para que esa formación resulte eficaz ,o sea una integración laboral ,solo sirve de hecho para agravar la frustración ya existente y para intensificar el espíritu de no conformismo y de revolución que se podría estar gestando.
Esto habla a las claras de una necesaria presentación de una sociedad integrada donde la Universidad no es una isla ,sino una institución integrada y que por ende no puede ser pensada tan livianamente como fusible económico frente a un ajuste ,sin comprender minimanente las secuelas de tal proceder.
Repensemos la Universidad como ámbito de revolución social en pos de lograr elites intelectuales que depongan valores individualistas por aquellos que apuntalen el respeto de la dignidad humana por sobre todas las cosas.


Tuesday, July 09, 2002

LA COLA DEL DIABLO

Por Luis Sicilia

Como viene ocurriendo desde los tiempos de Juan Perón -el general fue joya en la
materia- el justicialismo tiene en sus filas todas las opciones electorales,
algunas francamente antagónicas, como lo demuestra la endiablada historia del
movimiento. En esa tienda conviven traidores y leales, buenos y malos,
inteligentes y burros de atar, charlatanes de feria y pensadores de fuste. En
general las diferencias son de modales, muy pocas veces de fondo. Todos,
enemigos, aliados y adversarios, confluyen en una misma dirección estratégica a
la hora de preservar el poder político. La receta machacada hasta el hartazgo
por el viejo general es la de no dejar intersticios por donde se podría filtrar
el enemigo. Se puede decir que este escenario se repite en casi todos los
partidos, pero ocurre que el PJ tuvo en su cúspide un hombre de carisma
intransferible que hizo del verticalismo de mando una disciplina blindada, donde
la obediencia era una categoría debida al líder de una vez y para siempre. Fue a
partir de la muerte de Perón que ese barco comenzó a tener problemas serios en
su línea de flotación, al extremo de que en estos días hace agua por los cuatro
costados.
Durante un tiempo Carlos Menem supo mantener con firmeza el timón de la nave,
recurriendo a todo tipo de recursos, en primer lugar financieros. No le fue nada
mal, rifó el país y armó un aparato de gran eficacia operativa, que lo mantuvo
una década en el poder. Pero, como dice el tango, la crisis "lo devoró de atrás,
hasta el riñón". Hoy, el aparato está disperso, nadie es Perón a la hora de
juntar a hijos y entenados, y han emergido tantos aspirantes al trono que la
tienda está a punto de estallar. Uno de ellos, Carlos Reutemann, siempre firme
en sus vacilaciones, aspira a sentarse en la boca del volcán, aceptando el reto
de confrontar con el diablo, como lo llamó a Menem sin nombrarlo. El santafesino
es, sin lugar a dudas, el contrincante más peligroso que tiene el riojano. Y
saliendo al encuentro de algunos rumores, sus allegados afirman que Lole no le
tiene miedo al diablo, aunque lo agobia la sola idea de enredarse en una interna
que podría ser feroz, si se tiene en cuenta que Menem , a la hora de pelear por
el poder carece de escrúpulos. ¿Reutemann desea cortarle la cola al diablo?.
Ciertos relevamientos estarían indicando que tiene posibilidades de ganar en una
interna abierta, donde abundan los votos independientes y de quienes consideran
que un eventual regreso de Menem sería como hacer el amor con Freddy Kruger. En
cuanto al peronismo propiamente dicho, aunque no es de su agrado, sabe que puede
contar con el poderoso aparato del PJ bonaerense, piloteado por Duhalde.
Finalmente, por ahora no molesta demasiado su resistencia al discurso público en
un país donde la charlatanería política ha saturado a la gente, aunque todo
tiene un límite: la sociedad quiere saber qué piensa el candidato, cual es su
programa, cuales van ser sus primeras medidas de gobierno, quienes lo van a
acompañar en el gabinete en caso de salir ganancioso en la lucha electoral... y
hasta dónde llegará su compromiso con el duhaldismo.
Hoy por hoy ¿quien conoce su programa de gobierno, si es que tiene alguno?. Los
que lo conocen a fondo dejan de lado los avatares del internismo, las versiones
y las amenazas sobre las posibles diabluras de Menem y el potencial crecimiento
electoral de la oposición, donde se destacan las figuras de Lilita Carrió y Luis
Zamora. Según ellos, a Reutemann lo atormenta el país que podría recibir, una
bomba de tiempo con la espoleta a medio arrancar
* El 51,4 por ciento de la población (l8. 219.000) bajo la línea de pobreza.
* El 21,9 por ciento de la población (7.777.000) en situación de indigencia.
* El 66,6 por ciento de los menores de 18 años (8.319.000) bajo la línea de
pobreza.
Estos datos fueron tomados de un informe elaborado por el economista de la
CTA Claudio Lozano, donde se advierte que estamos en un país donde la mayor
parte de los pobres son niños y donde la mayor parte de los niños son pobres.
Si Reutemann acepta el desafío de confrontar con Menem en la interna, si le
gana y es el candidato del PJ, si luego sale victorioso en las elecciones
generales (aunque gane por el 30 por ciento de los sufragios) y se sienta en la
Casa Rosada, tendrá sobre sus espaldas el peso de una Argentina al borde del
abismo, donde cada día se suman al descalabro cientos de pobres y desocupados,
donde cada vez más el fantasma de la violencia social descontrolada gana la
calle, donde no decae el descrédito internacional del país y donde, como en los
viejos tiempos, aparecen portavoces de la salida blindada, en este caso
personificado por un imbécil de fuste internacional, nada menos que uno de los
economistas cercanos al señor Bush, el estadounidense Rudiger Dornbusch, un
halcón que dice en voz alta lo que murmuran en la trastienda de la ultraderecha
republicana. Este experto del Instituto Tecnológico de Massachusetts asegura que
las instituciones argentinas seguirán derrumbándose, sin que pueda hablarse de
ninguna ayuda externa hasta el retorno de algún dictador militar. Por último
agrega que en la Argentina los pobres de toda pobreza, los marginados, están
inmersos en una lucha de clases y que las instituciones han colapsado
completamente. Resta decir que el señor Dornbuscg goza de cierto acercamiento
con Carlos Menem, quien haciéndole coro, acaba de afirmar que en la Argentina,
la violencia social y el marxismo han ganado la calle. ¿Alguien, en el gobierno,
pensó en pedirle explicaciones a este golpista nada embozado?




VANIDAD





CARLOS ALONSO ZALDÍVAR
DIPLOMÁTICO ESPAÑOL


Durante los años de la guerra fría, The Bulletin of Atomic Scientists, una publicación en cuya fundación participaron entre otros Albert Einstein y Bertrand Russell, creó un indicador para medir el riesgo de guerra nuclear. Era (y es) un reloj que en algunos momentos, como durante la crisis de los misiles de Cuba o con motivo del despliegue de misiles nucleares de alcance intermedio en Europa, llegó a señalar que el mundo se encontraba a tres minutos de la medianoche, entendiendo por medianoche el inicio de una guerra nuclear. El mundo ya no está a tres minutos de la medianoche, pero ¿a cuánto está del inicio de una larga noche de guerras múltiples, hambrunas generalizadas y epidemias mortíferas?

En África se diría que el sol ya se ha puesto. Sólo en las guerras de los años noventa los muertos se contaron por millones y en este decenio, con la esperanzada excepción de Angola, siguen su curso; el hambre generalizada amenaza en los próximos meses a otros muchos millones de africanos y los treinta millones de infectados por el sida van a seguir sumándose a los millones que ya han muerto. Pero de África ya nos hemos olvidado los ricos, como documentan las decisiones de la reciente reunión del G-8. Ni siquiera este artículo pretende llamar la atención sobre la situación de África. ¿Qué podría lograr cuando el viaje de Bono y O'Neil parece no haber logrado nada? Lo que nos hace mirar a África son los viajes de las pateras a través del Estrecho. Esos viajes seguirán. Lo que no está claro es si eso nos hará mirar a África de manera más inteligente y piadosa o con los ojos iracundos de la xenofobia.

Lo que me ha movido a escribir estas líneas son algunas lecturas recientes sobre la política exterior de Estados Unidos con cuyos análisis coincido en gran medida, aunque extraigo de ellos consecuencias diferentes. Me refiero, por ejemplo, al reciente trabajo del centro de análisis Stratfor The American Empire, que dice: 'La intención (de Estados Unidos) es derrotar a Al Qaeda; el medio para lograrlo es una guerra global contra esa organización. Esto requiere que Estados Unidos esté presente en la mayoría de los países supervisando procesos que son parte de las responsabilidades de una nación soberana, por lo tanto, usurpando de hecho su soberanía. Como la propia guerra requiere reconstruir situaciones sociales, la presencia americana tendrá que inmiscuirse profundamente en esas sociedades. Como la guerra contra Al Qaeda podría durar una generación, Estados Unidos estará en ellos durante un largo tiempo'.

Apuntando que quizá lo anterior no es el deseo de nadie, Stratfor recuerda que 'las consecuencias no deseadas son la naturaleza de la política. Y, en este caso, la consecuencia no deseada de la guerra contra Al Qaeda es el imperio. El poder de Estados Unidos, una vez que ha encontrado una necesidad obsesiva, se está moviendo a través del mundo y allí donde encuentre resistencia no tiene otra opción que recurrir a la guerra'. Stratfor, que es un centro que produce análisis sin connotaciones éticas, sólo añade la siguiente reflexión: 'Estados Unidos ha sido una república democrática y una potencia antiimperialista. Hoy es una potencia imperial, no en el sentido simplista de Lenin de buscar mercados, sino en el sentido clásico de ser incapaz de garantizar su seguridad sin controlar a otros'. Y se pregunta: '¿Pueden coincidir una república democrática y un imperio?'.

Bill Emmott, el editor de The Economist, ve las cosas con menos dudas. En Present at the creation (29 de junio del 2002), explica que Estados Unidos, que ya tenía los medios militares y económicos para reorganizar el mundo, tras el 11-S tiene también la voluntad de hacerlo. Nos dice que con su fuerza y su dinero Estados Unidos está hoy en condiciones de impedir que se forme alguna coalición de países que le impida hacer las cosas a su gusto y que puede ignorar el derecho internacional sin mayores problemas. La dificultad más seria que puede encontrar es que sus aliados y amigos no le acompañen. Que dejen que se envuelva solo en la aventura, mientras ellos se quedan mirando a ver si se estrella. Una y otra vez insinúa Emmott que eso sería muy malo, aunque no llega a mostrar por qué, y le convendría hacerlo, pues la perspectiva de futuro que ofrece pone los pelos de punta. Además de proseguir la guerra contra Al Qaeda hasta ganarla, lo principal y más urgente es derrocar militarmente a Sadam Husein para empezar a poner coto a la amenaza de proliferación de armas de destrucción masiva que plantea, no sólo Irak, sino una decena de países.

Para Emmott las cartas están echadas: 'No cabe mucha duda de que, de una manera u otra, Sadam Husein será derribado bastante pronto por un ataque americano. Caben, sin embargo, muchas dudas sobre la suavidad con que se producirá el cambio y sobre sus consecuencias'. Todo esto lo ve como un nuevo periodo de 'creación' (en referencia al libro On the Creation, de Dean Acheson), y descarta que pueda resultar un periodo de 'destrucción' de las relaciones trasatlánticas u otras. En dos líneas concluye que casi todo el mundo se pondrá detrás de Estados Unidos. Aunque en algún pasaje su pureza analítica le obliga a dejar caer que si lo de Irak saliera muy mal, convirtiéndose en otro Vietnam o Corea, y/o si Washington se deja llevar por el proteccionismo cuando los gastos para las guerras por venir creen déficit fiscal y recorten el crecimiento, las cosas podrían terminar saliendo mal.

También Soros (en On Globalization) está convencido de que el mundo necesita urgentemente un arreglo serio y de que Estados Unidos debe tomar la iniciativa para llevarlo a cabo. Pero Soros sostiene que con la visión hegemónica que hoy domina en Estados Unidos, centrada en la fuerza y el dinero y opuesta a la cooperación internacional, no se podrá llevar adelante ese arreglo. Pragmático, Soros admite que la 'visión hegemónica es realista en el sentido que representa el aquí y el ahora', pero advierte que como guía de futuro es 'más irreal y más contraproducente que (su visión de) una sociedad global abierta'. Recuerda a quien quiera escucharle que 'la hegemonía no se puede mantener si la parte dominante no toma adecuadamente en consideración los intereses de las otras partes, pues éstas se pondrán de acuerdo para romperla... y si los otros Estados no son suficientemente fuertes para crear un

equilibrio, la gente se revelará contra el sistema'. Responder -advierte- a esta amenaza asimétrica 'reprimiendo en lugar de erradicando sus causas, probablemente cambiará el carácter del sistema basándolo en la represión... y la historia muestra que los regímenes represivos no duran para siempre'. Vieja sabiduría que hoy, sin embargo, no encuentra muchos oídos abiertos.

Los ojos del imperio también parecen estar cerrados en lo que a Palestina se refiere. Durante decenios se viene discutiendo en Washington si el conflicto entre israelíes y palestinos es irresoluble o si alguna solución es posible. Bush con su reciente discurso ha hecho una propuesta original diciendo que el conflicto es resoluble, pero que la solución es imposible por culpa de Arafat. Lo malo de este planteamiento es que puede empujar a toda una nueva generación de palestinos e israelíes a seguir matándose. Y ya van tres.

Cuando se posee la fuerza y/o el dinero, y se cree poseer la verdad, es que la vanidad ha vencido. Las lecturas que he comentado y otras, como por ejemplo el libro de Stiglitz sobre el Fondo Monetario Internacional (El malestar en la globalización) o el breve y bien escrito Next de Alessandro Baricco, me inducen a temer que en algunas altas y también bajas cátedras occidentales se ha aposentado la vanidad. Y para contrarrestar la vanidad sólo cabe una lectura, la del Eclesiastés. Lo he releído y me ha parecido más sabio y bello que otras veces (recuerden, 'Vanidad de vanidades, todo es vanidad'), quizá porque, a la postre, como World-Com, Enron, Andersen y tantas otras brillantes miserias muestran (incluso, Gescartera), el Eclesiastés tiene razón. Esperemos que no hagan falta dos, tres o más guerras para volver a comprobarlo.