Thursday, June 27, 2002



PREMEDITADAMENTE, EN PRIMERA PERSONA FECHA: 6/27/2002
AUTOR: JORGE CONTI
FUENTE: SIEMPRETARDE.COM

Era el año 1983 y el poder político que la dictadura militar había construido primero sobre el terror, después sobre un simulacro de legalidad y finalmente sobre una alucinada guerra, se caía a pedazos. El clima de elecciones se palpaba en el aire y el debate político estaba impregnado y a la vez contenido por un sentimiento común: nunca más. Por primera vez en casi un siglo parecían más importantes la libertad, la democracia y la tolerancia, que los viejos resentimientos partidarios y las discrepancias ideológicas.

Durante un rápido viaje de Viedma a Santa Fe para atender asuntos familiares, tuve un encuentro con un matrimonio amigo, al que me unían muchos años de actividades en el teatro.

Mientras compartíamos una cena y una botella de vino en un restaurante de Boulevard Gálvez, hablamos de política. Mis amigos estaban relativamente entusiasmados con las propuestas de Raúl Alfonsín. Por mi parte, tenía serias dudas sobre Luder y quienes lo acompañaban, pero tampoco me parecía que el radicalismo garantizara la transición frente a un poder militar que mantenía los cuadros de la dictadura todavía intactos. Apelé a un lugar común que solamente uso en conversaciones con amigos: “-No sé” –dije “no le veo uñas pa’ guitarrero”.

Martínez de Hoz había dejado el aparato productivo destruido, el comercio exterior vulnerable frente a los mercados internacionales, la deuda privada estatizada gracias a Cavallo en del Banco Central, el país aplastado bajo el peso de una deuda externa ilegítima e inútil y la sociedad lastimada por el miedo. La conciencia colectiva era una inmensa llaga que demandaba reparación, justicia e igualdad. ¿Podrían cualquiera de los dos partidos tradicionales –que reproducían en sus internas las oscuras pendencias entre conservadorismo y progresismo –abordar el desafío?. La noche se fue en disgresiones alrededor de esos temas, yo me despedí de mis amigos y al día siguiente regresé a Viedma.

Cuando Herminio Iglesias quemó el famoso cajoncito en el cierre de campaña del peronismo, compartí la misma repugnancia que despertó en toda la sociedad argentina, harta de violencia, muerte y matonismo.

El triunfo de Raúl Alfonsín asombró a muchos. El establishment –que, después lo comprobamos, ya tenía atado un acuerdo con Luder –fue tomado por sorpresa, igual que el poder financiero internacional que hasta ese momento había apoyado a la dictadura.

Vinieron las investigaciones de la CONADEP, el juicio a las Juntas, la publicación del “Nunca Más”, pero también el “felices Pascuas”, la “obediencia debida” y el “punto final”. Yo ya estaba de regreso en Santa Fe, trabajaba en la radio y podía sentir el desaliento social.

Asumí que las presiones debían ser intolerables y que muchas veces el poder debe dar un paso atrás aunque muchos no lo comprendan Asumí que por otra parte se estaba librando una batalla en el sector externo por imponer el tratamiento político de la deuda y la formación de un club de deudores a partir del grupo de Cartagena. Asumí que esos pasos despertaban la furia del sistema financiero trasnacional: habían preparado todo para que Luder nos sumara al consenso de Washington ¡y tuvo que ganar este boticario de pueblo que pretendía agrupar a los deudores para que negocien desde una posición de fuerza!.

Respeté profundamente a Raúl Alfonsín.

Chile había continuado con las políticas de Pinochet y a pesar de la pobreza creciente mostraba un producto bruto en ascenso, importaciones en alza y equilibrio fiscal. La dictadura brasileña, por lo menos más nacionalista que la nuestra, había dejado un inmenso aparto productivo y exportador que le hacía más manejable la deuda externa y los márgenes de negociación. La propuesta del club de deudores no funcionó porque la mayoría de los países latinoamericanos endeudados prefirieron los acuerdos bilaterales. El consenso de Cartagena languideció y se extinguió. Era el amanecer de la globalización, de la economía de mercado y de la hegemonía del “pensamiento único”.



La Argentina quedó a merced de los mercados financieros: la despreciable actitud de Angeloz anunciando una inflación sin control, los anuncios de Cavallo diciendo en el extranjero que el dólar estaba “recontra alto” y los saqueos a los supermercados alentados por ciertos sectores del peronismo, hicieron el resto.

Así como un sector del radicalismo lo corrió “por izquierda” a causa del discurso de Parque Norte, en el que anunció una “economía de guerra” que al lado de lo que hizo Menem era apenas un paquete de coyuntura, así otro sector del radicalismo lo corría ahora “por derecha” acompañado por los representantes del modelo neoliberal.

Raúl Alfonsín dejó el poder antes de cumplir su mandato.


Carlos Menem re-anudó los viejos acuerdos y nos entregó atados de pies y manos a los intereses financieros. El proyecto iniciado por Martínez de Hoz quedaba asegurado.


Siempre me pregunté por qué motivo Raúl Alfonsín no guardó las armas. Hubiera podido ocupar el lugar de observación de los politólogos y hombres de pensamiento y, a la manera de Pitágoras, apelar a su inteligencia y a su experiencia para producir un “corpus“ crítico sobre la inserción del país en el esquema de poder mundial que él criticó siempre, aún en el texto de su renuncia a la banca de senador. Siempre fue un excelente ensayista y su estilo fuerte y lúcido hubiera servido mucho más que ese juego de puñaladas traperas y sucios negocios en los que se ha convertido nuestra política.

Entre su renuncia a la presidencia y su renuncia a la banca del senado, quedan trece años en los que su figura volvió a crecer a través de la férrea oposición a las políticas del menemismo y por sus consecuencias sobre el cuerpo social de la nación, pero luego fue inevitablemente limada al involucrarse en los entresijos de la decadencia de la política argentina.

Sería inoportuno y melodramático decir que Alfonsín me decepcionó. Pero hace mucho que ya no podía creerle.


Quizá esa inextinguible pasión por construir políticas en el escenario impiadoso de las internas y de las alianzas partidarias es lo que tiene en común con Carlos Menem y lo que terminó por impregnarlo de la misma equivocidad en la que el riojano se mueve como pez en el agua.


Donde Alfonsín es un intelectual de la política, Menem es un pragmático, donde Alfonsín busca el acuerdo, Menem busca la conveniencia, donde Alfonsín sostenía principios, Menem sostiene la inescrupulosidad. La ladera cuyo borde pisó con el pacto de Olivos no podía sino desbarrancarlo hacia el “pacto de Olivos 2”, la aprobación de la ley de subversión económica y la aprobación de la ley de quiebras. El papelito sorprendido en su mano recomendando el “cajoneo” de un juez no es más que la trampa final tendida por las escabrosas formas en las que él mismo se envolvió.

Aún aceptando las mejores intenciones, es imposible olvidar que quien pacta con el diablo queda aprisionado en sus redes.

Más que el enojo con su partido y el lanzamiento de la candidatura de Terragno, que él juzga una traición, ¿qué sensación causará en él haberlo apoyado a Duhalde casi hasta el suicidio político, para que finalmente todo termine en un encuentro de Duhalde y Menem sacándose una fotografía en Aimogasta?.

Una y otra parte y del radicalismo fueron siempre crueles con él, al punto de festejar sus caídas. Pero encontró la misma crueldad sin concesiones en quienes pretendió apoyar para, como dice en la carta de renuncia, “ construir consensos que facilitaran la acción de gobierno”. Se puede comprender –si no justificar –que un gobierno retroceda de concesión en concesión frente a los elegantes matones de las finanzas internacionales. Lo que no se puede comprender es que ese mismo gobierno fragüe un gesto “simbólico” con su enemigo ideológico.



Entre ambos, aislado de su partido y descolocado por una fotografía de conveniencia, Raúl Alfonsín escribe una carta en la que renuncia como senador de la nación. En ella descarga la vieja furia contra el neoliberalismo y promete bajar al terreno de la pelea partidaria.

Como si la historia de estas tristes comarcas hubiera querido cerrar el círculo con una metáfora, mientras vuelve a reinar la muerte en las calles las encuestas indican que la imagen de Carlos Menem está en ascenso. La historia, que –como diría el poeta Daniel Giribaldi –es nada más que “un regreso, entre dos voluntades que regresan”.


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Miradas

La universidad es vanguardia

Escribe: Angel M. Herrera*

Si hay un elemento verdaderamente distintivo de esta etapa histórica que enfrentamos los argentinos, es el de la profundidad con que la crisis ha afectado a todas las instituciones, cuestionando sistemas y escalas de valores que hasta ayer parecían inconmovibles. No se trata solamente de superar las dificultades financieras y económicas, si no de organizar otra vez de sus bases todo el andamiaje en el que se apoya el funcionamiento de la República, como eje de un nuevo pacto social que restablezca la confianza popular en ella, y reconstruya el tejido solidario que nos distingue como Comunidad Nacional única e indivisible. Y en esto los universitarios argentinos tienen mucho que decir.
Ese aporte sería limitado si se redujera a imponer modelos o estereotipos. Por el contrario, la instancia abierta obliga a operar de acuerdo con los principios fundacionales de la actividad universitaria: el ámbito natural para encarar el análisis de situación sin preconceptos, para describir los cuadros estratégicos más acertados y delinear luego las políticas prácticas más objetivas y solventes.

La historia universitaria argentina revela que por no actuar con un criterio desapasionado y abierto como el que las circunstancias requieren, se han frustrado en el paso no pocas de iniciativas que, quizá, pudieron haber obviado no pocos desencuentros de hoy.

El repaso del derrotero seguido para la estructuración de nuestro sistema educativo a partir de las últimas dos décadas del siglo XIX es un venero de experiencias que pueden servir para acompasar nuestro tránsito frente a las exigencias de la hora.
La famosa ley Nº 1420, de Enseñanza Gratuita Obligatoria, por ejemplo, arraigó el concepto del laicismo como base de todo el sistema educativo. Pero nadie se preguntó nunca por qué nuestros estadistas de entonces, que también se inclinaron hacia el secularismo cuando dictaron las leyes de filiación y familia, promovieron esos criterios.

Un examen de las condiciones mundiales y locales en que se desenvolvían entonces las comunidades, nos llevaría a concluir que, además de la filiación liberal de nuestro prohombres, los conductores de entonces buscaban atraer hasta estas playas a hombres y mujeres del norte de Europa, dispuestos a emigrar en busca de trabajo y libertad. Entre aquellos hombres y mujeres, predominaban los que adherían a los cultos protestantes.

Pero las cosas no ocurrieron así. Cuando se abrieron las puertas, llegaron los "gauchos judíos", cuya rápida y beneficiosa asimilación se vio favorecida por ese esquema, pero también labriegos españoles e italianos cuya fe consolidó la primacía católica del cristianismo de nuestras pampas.

La nueva respuesta a esa realidad fue promovida por el general Juan Domingo Perón cuando hacia el fin de su primer mandato implantó la enseñanza religiosa en las escuelas. Pero la comunidad educativa, apegada a los tabú generados por la ideología imperante en 1880, se apoyó en la agitación estudiantil para frustrar ese propósito. Ninguno de nosotros podría afirmar que la propuesta de Perón hubiera cambiado la tendencia en el curso de la actividad educativa, pero si se puede afirmar que la defensa a ultranza del laicismo no impidió la degradación en la que se ha sumido la Escuela Argentina ni hizo posible que hasta hoy se le pagaran sueldos dignos a los docentes.

No sería una exageración decir que lo ocurrido en el plano de la escuela elemental es generalizable a todo el ámbito educativo. El propósito de la Reforma Universitaria de 1918 –traducida en un lema irrenunciable: "Poner la Universidad al servicio de la Nación y del Pueblo"– es un objetivo irrenunciable. Pero convertido también en dogma, también devino en tabú: cuando en 1958 se quiso ampliar la oferta educativa superior y canalizar recursos disponibles para promover la investigación científica, los sectores proclives a rechazar toda instancia de cambio, volvieron a apoyarse en la movilización estudiantil para demorarla primero; y esterizarla después, en una mera multiplicación de la oferta que no siempre se pronunció por la diversidad educativa, para atender los reclamos de una Comunidad Nacional ansiosa de progreso, reestructuraciones y eficiencia.

Tenemos cierta proclividad a caer en el facilismo. En estos días, al ritmo de las cacerolas, nos hemos apegado a un singular lema: "que se vayan todos". Entre universitarios –y los somos docentes, trabajadores y alumnos– sabemos que nada nace de cero. Toda creación reconoce un antecedente. En consecuencia, no hay República sin instituciones. A las instituciones no se las hace funcionar sin política. La acción política no puede prescindir de los partidos. Y no hay partidos sin dirigentes.

Como diría Séneca –aunque entre nosotros, ese axioma lo popularizó Perón– "sólo la Organización vence al tiempo" . Y de lo que en definitiva se trata, es que la Universidad, con todos sus estamentos, se convierta en la vanguardia de esa Comunidad Nacional que quiere construir sin olvidar su historia, la nueva Economía, la nueva República, para garantizar el verdadero ejercicio de la Democracia, gozada en completa Libertad.

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El verdadero mal

Durante los últimos meses se ha insistido en que la corrupción, como causa- flagelo que asuela nuestros críticos momentos actuales, puede combatirse y eliminarse con una eficaz acción de la Justicia. No es casual que en la Argentina los organismos internacionales hayan apoyado programas de reformas, perfeccionamiento y entrenamiento de jueces y fiscales.
Sin embargo hay dos circunstancias que demuestran que el tema no ha sido debidamente encarado:
1) La primera es que actualmente se ha llegado a la imputación de ser objeto de tal fenómeno, al propio Poder Judicial, con sus consecuentes cuestionamientos y aún enjuiciamientos, (amiguismo, influencia política en las decisiones judiciales, demoras injustificadas, delegaciones en funcionarios de menor jerarquía, ausencias prolongadas de los magistrados, sistemas procesales arcaicos, lenguaje incomprensible, sistema penitenciario colapsado, etc.).
2) La segunda es que la corrupción constituye en nuestros países un sistema complejo, que supera el remedio que se busca en la Justicia. Es una enfermedad socio-política nacional más profunda, que comúnmente se denomina corrupción estructural.

Seguramente porque no ha sido integralmente encarada, todavía no comenzamos a visualizar soluciones integrales y satisfactorias en la lucha contra la corrupción. Esta es una deuda más importante de levantar que la misma deuda pública y las organizaciones internacionales, sin las cuales no podemos subsistir, y está esperando que la resolvamos.
Algunas ideas: Cuando se habla hoy del daño que ocasiona la corrupción no se está aludiendo específicamente a las figuras penales previstas en el título XI del Código Penal, aún cuando se peticione un resultado final de castigo. Se está hablando lisa y llanamente de la “utilización de recursos públicos para beneficios privados”, y para ello tanto se puede recurrir a actividades ilícitas como lícitas .Y esto nos afirmara en la idea de que la corrupción ha hecho “carne” en la mentalidad por lo menos argentina ,a tal punto que para muchos de nosotros muchas actitudes que nos privilegian frente a otros ,nos resulta por demas normales y no las concebimos como corruptas.
Dejando de lado la opinión acertada del interes imperial de los organismos financieros internacionales ,no cabe duda que vamos a necesitar de ellos por lo menos para evitar el colapso total y según su visión nos enrostran que los obstáculos más serios para pensar en una salida de la crisis argentina, están constituidos por operaciones “clientelísticas” de la política, generadas a cambio de consolidar los poderes de turno, mediante generación de empleos públicos y acciones asistencialistas. Basta leer inteligentemente la ejecución y rendición de los Presupuestos Públicos para constatar esta afirmación.
Ni los empleos públicos -aún los innecesarios-, los aportes del tesoro nacional para obras y/o acciones específicas, ni las comisiones e intereses de los bancos que financiaron el endeudamiento público, son actividades ilícitas, sin embargo reconocen una causa y un objetivo de desnaturalización de las inversiones de los dineros del Estado, es decir: corrupción.
El fenómeno de la corrupción estructural se da en dos planos:
**El de la gran corrupción (por ejemplo el caso Vladimiro Montesinos, en el Perú, para lograr la tercera reelección de Fujimori), y que recibe como es justo múltiple escala, cuando el pueblo percibe que el mismo representativo está quebrado
**y la de dimensión mas pequeña en que los dirigentes aprovechan sus cargos para beneficios personales. Esta última también es grave, porque hiere el tejido social e impide la reacción colectiva contra el fenómeno en toda su dimensión.

Algunas propuestas: **Además de la fuerte condena social de la corrupción por parte de la ciudadanía, hay que lograr que la corrupción sea marginal, no estructural, para esto los controles sociales deberán operar intensamente sobre el tejido de la sociedad para evitar que sean mayoría los que violan las reglas. Ello porque si la dirigencia se aprovecha de su ubicación para beneficiarse del modelo, si sectores importantes de la sociedad no tienen incentivos para enfrentarla y si las mayorías que disponen de menores recursos, no tienen poder para oponerse, la lucha contra la corrupción será muy difícil de ganar. Es un imperativo la acción social masiva contra el flagelo.
**Asimismo habrá que sancionar las leyes que creen las condiciones suficientes para incentivar la existencia de negocios y actividades lícitas. La política tributaria, los créditos o subsidios por motivos políticos, el impedimento absoluto del monopolio y las contrataciones del Estado, son un campo propicio para el estímulo de lo ilícito.
**El financiamiento de la política también es central, porque las minorías elitistas y cerradas de los partidos políticos, capturan con dinero su conducción, operación que involucra a la mayoría de los actores económicos de la sociedad. Luego se transforman en verdaderas empresas de negocios políticos en las que todo es negociable.
**Asimismo el control patrimonial de quienes ejercen funciones públicas, con sistemas de monitoreo y auto depuración de la propia administración del Estado y una amplia y pública participación ciudadana en el acceso a la información correspondiente.
**Y por ultimo no nos olvidemos de la educación ,fundamentalmente la sistema donde la promoción de valores humanistas y la capacitación intelectual deben ser los ejes de rotación de toda la actividad educativa.
Esto asegurara que los niños de hoy sean los lideres del mañana que nos permitan transitar un mundo mas justo.

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El capital que no se usa Por Humberto Quiroga Lavié

No se trata sólo de que las universidades le reclamen recursos al Estado para poder funcionar, obligación inexcusable si queremos salir de la crisis. En tiempos en que el saber es el capital más importante en términos de generación de riqueza, paralizar el quehacer universitario implicaría ponerle esposas, más que un corral, al crecimiento económico argentino. Se trata, además, como bien lo señala Raquel San Martín, de que las universidades ofrezcan al Estado propuestas concretas dirigidas a implementar el crecimiento o la resolución de los problemas estructurales que nos agobian.

Capacidad científica
El actual presidente del Consejo Interuniversitario Nacional, Daniel Martínez, rector de la Universidad Nacional de La Matanza, ha propuesto públicamente que el Estado tome en cuenta a nuestras universidades, en igualdad de condiciones con las consultoras privadas, a la hora de tercerizar obras o servicios públicos: debería regularse la propuesta. También ha sugerido, coincidiendo en ello con el rector Daniel Malcom, de la Universidad Nacional de San Martín, que todas las universidades efectúen un relevamiento de la capacidad científica instalada en cada una de ellas; yo diría, tanto para resolver los problemas más acuciantes que impiden nuestro desarrollo como para aprovechar los múltiples recursos no utilizados con que cuenta el país, y generar novedosas o creativas propuestas con tal objeto.

En tiempos en que la información es poder y la desorganización implica un camino de servidumbre, resulta propio que la Argentina implemente caminos concretos para desburocratizar los servicios públicos. Eso es lo que hemos intentado desde el Consejo de la Magistratura al propiciar la instalación de programas de gestión de calidad, con aplicación de reglas ISO 9001, en un juzgado nacional de la Capital, en el Federal N° 3 de Lomas de Zamora, con el apoyo de la Universidad Nacional de Lomas, y en la Cámara Nacional Electoral. Múltiples reformas organizativas a la burocracia estatal y privada, al fisco en primera línea, se precisan para hacer competitiva la Argentina. Sabemos que en la Universidad Nacional de La Plata hay investigaciones avanzadas con propuestas concretas para ser utilizadas en la resolución del grave problema que generan las inundaciones en la provincia de Buenos Aires. Agregamos estos señalamientos a las múltiples indicaciones que en tal sentido formula Raquel San Martín en su nota.

Estado y Universidad
Lo concreto es que los argentinos debemos superar antagonismos infructuosos: caso de la discusión sobre si el responsable de la no utilización del capital universitario es el Estado, porque no utiliza dichos recursos, contra la opinión de que las universidades son las responsables, porque no avanzan con propuestas precisas y concretas. Ese debate debe saldarse a partir de una concertación entre el Estado y sus universidades nacionales, para lograr que entre uno y otras se concrete una planificación estratégica del desarrollo nacional -concepto este último que le hemos escuchado a José Luis Coraggio, que fue hasta estos días rector de General Sarmiento-: una propuesta mucho más realizable que ir a una "segunda república", instalando un sistema parlamentario en la Argentina, propuesta que, sin transformaciones estructurales en la organización de la producción, estamos ciertos de que no logrará modificar el actual estado de cosas.

El autor es miembro del Consejo de la Magistratura del Poder Judicial de la Nación.




La masacre anunciada

Por Miguel Bonasso
Un juez de la Nación le anticipó a este cronista, hace 72 horas, que se preparaba “una violenta represión contra los piqueteros en el Puente Pueyrredón”. “Ojo –dijo el magistrado–, van a meter bala.” El magistrado lo sabía por personal de seguridad con el que está en contacto debido a sus funciones. Este cronista intentó por varias vías hacer llegar la versión a las organizaciones piqueteras que hoy fueron sangrientamente reprimidas, pero no sabe si los mensajes llegaron a destino. Si no lo advirtió en estas páginas (como suele hacerlo) fue porque no pudo confirmar la especie de modo fehaciente y temió actuar como repetidor de un rumor originado en las activas usinas de inteligencia de este Gobierno. Ahora, desgraciadamente para muertos, heridos y familiares, la realidad ha confirmado trágicamente el anticipo. El interinato de Duhalde ya tiene sus muertos, nuevos sacrificados en la pira del darwinismo económico.
La forma en que actuaron las fuerzas provinciales, coordinadas con las nacionales de Gendarmería, Prefectura y Policía Federal, demuestra que la emboscada estaba preparada y que no hubo aquí ningún exceso, sino la recalcitrante adhesión de nuestras fuerzas de seguridad a repetir los procedimientos de la dictadura militar. Y un mensaje inequívoco del poder central. Si no fuera como queda escrito, ¿cómo podrían haber ingresado efectivos de la Federal cuatrocientos metros en terreno bonaerense?, ¿cómo podría haberse llevado a cabo el asalto sin orden judicial al local de Izquierda Unida donde hirieron y secuestraron militantes de un partido del arco parlamentario? ¿Cómo podría la Bonaerense haber ocupado el Fiorito para secuestrar gente?
Las denuncias huelgan. ¿Ante quién hacerlas? ¿Acaso ante la Justicia de la provincia de Buenos Aires? ¿A quién le puede denunciar este cronista que ayer a la tarde dos policías bonaerenses fueron vistos llevándose de la guardia del Fiorito dos bolsas de nylon, conteniendo ropas manchadas con sangre, obviamente pertenecientes a caídos en la represión? Que –una vez más– la Mejor Policía del Mundo (Duhalde dixit) hizo la que sabe y se robó pruebas del crimen. ¿Ante quién?
¿Acaso ante el secretario de Seguridad Juan José Alvarez que solía ponderar el precio de una vida por encima del de una lata de tomate? ¿Ante el señor Gobernador de la Provincia más grande e injusta de la Argentina, un progre llamado Felipe Solá? ¿O ante el patriota de la máscara de goma que está (interinamente) al mando de la Nación para tapar, entre muchos otros entuertos, los desfalcos y tropelías perpetrados en su Provincia?
A nosotros nos toca gritar: “Se va a acabar, se va a acabar esa costumbre de matar” y a ellos les toca acribillarnos a lo largo de todas nuestras vidas, para que Moneta, Rohm y otros muchachos que se llevaron algún mango sigan en libertad, impunes.
“Volvería a firmar con gusto”, dijo hace pocos días Carlos Ruckauf, refiriéndose al decreto de Italo Luder que ordenaba el aniquilamiento de una generación. Seguramente, también volvería a aplaudir la muerte de muchachitos argentinos en Malvinas que apoyó hasta enronquecer una clase política que no tiene entrañas sino bolsillos. Y el largo genocidio silencioso perpetrado contra los excluidos por mandatarios como Menem, De la Rúa o Duhalde que son implacables con los humildes y genuflexos con los poderosos.
Una vez más los paladines de la muerte se han sacado la careta de centuriones de la democracia. Que ningún varón prudente venga a decirnos que a los piqueteros los mataron por “infiltrados, por loquitos, por zurdos”. Porque eso equivale al “en algo andarían” con que se justificó la desaparición de 30 mil argentinos. Que ningún comisario de turbia foja venga a desfigurar lo que todos vimos con groseras explicaciones sobre el calibre del crimen. Que ningún alcahuete de los medios tape la olla podrida y le haga propaganda al caos. Una vez más, mataron a manifestantes populares que salen a la calle a gritar su hambre, su desesperación, el robo del futuro.
A veces el periodista debe ceder paso al ciudadano y animarse a enarbolar un sueño: esto no va a parar hasta que cientos de miles de compatriotas salgamos pacíficamente a llenar y ocupar la Nueve de Julio para gritar “¡basta! La democracia no es un juego de tahúres, ni una película de gangsters. Háganse a un lado para siempre, y dejen que hablen las urnas”. O la Nación se hundirá, sin remedio, en una nueva tragedia.

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DOLORES

Por J. M. Pasquini Durán
No fueron errores ni excesos, sino la trágica consecuencia de lógicas políticas. Los incidentes de ayer en Puente Pueyrredón que, al caer la tarde, contabilizaban dos muertos, varios heridos y decenas de presos, todos civiles, corresponden con puntualidad a las voces dentro y fuera del Gobierno que en las últimas semanas reclamaron un castigo ejemplar para la protesta popular callejera. En la instigación a la violencia coinciden promotores diversos, por motivos también múltiples. Están los impotentes para satisfacer las necesidades de los hambrientos y quieren apaciguarlos a tiros.
Hay estrategas de la tensión actuando para inclinar los miedos públicos a favor de algunos candidatos que, sin aterrorizar a los ciudadanos, no tendrían ninguna chance de regresar a funciones de gobierno. En la nómina deben figurar además los que buscan preservar las políticas del ajuste, exhaustas por sus propios fracasos y por el hastío generalizado en la sociedad. Los que quieren conservar sus lotes de privilegios a cualquier costo y los que temen perder las prebendas de las que abusaron desde sus representaciones institucionales. Los viejos y los nuevos autoritarios que sienten nostalgia por el orden de los cementerios. A cualquier ciudadano que piense un poco en este catálogo no le costará muchos esfuerzo ponerle nombres y apellidos. Juntos, son los que, en definitiva, instalarían otra dictadura si pudieran.
Si no pueden no es por falta de vocación o de aspirantes civiles y militares. Más aún: con las actuales políticas hemisféricas de la Casa Blanca, la democracia perdió su valor estratégico en nombre de la cruzada mundial contra el terrorismo. El principal obstáculo de los tiranos vocacionales es la desobediencia civil, la misma que en diciembre último tumbó presidentes con la única fuerza de su voluntad y la presencia en la calles. En ese momento también asesinaron manifestantes, pero ni así desarticularon la rebeldía. Por lo tanto, las chances de los retrógrados consisten en provocar el suficiente caos que les permita dar el zarpazo sin una resistencia masiva. Para eso, buscan dividir y confrontar entre sí a los distintos sectores de la civilidad. En ese plan, desprestigiar a los piqueteros, presentándolos como bandas de violentos dirigidos por demagogos sin escrúpulos o por células terroristas que ponen en peligro la seguridad del resto de la sociedad, es uno de los argumentos favoritos de los publicistas del autoritarismo. ¿Cuántos recuerdan las múltiples gestiones pacíficas de estas organizaciones en busca de soluciones por vía del diálogo? ¿Cuántos olvidan que las razones últimas de sus protestas son el desempleo y el hambre extremos, con todas sus secuelas? ¿Quién tiene en cuenta sus fatigas cotidianas para sobrevivir con toda la dignidad posible mediante la solidaridad y la cooperación?
Si para alguien esas no fueran razones suficientes, desde ayer hay motivos adicionales para estrechar filas en el movimiento popular. La represión alevosa y premeditada pretende quebrarles el espinazo a las entidades piqueteras, pero los propósitos que la alientan quieren, al final, controlar el poder del modo más absoluto para que nada cambie. Está claro que de las instituciones de la democracia poco se puede esperar en materia de resistencia. El prolongado silencio del Poder Ejecutivo, responsable de la seguridad de los ciudadanos, el receso del Legislativo, la ausencia de la palabra y de la acción de casi todas las cúpulas partidarias y sindicales, son signos que reafirman la debilidad estructural del régimen de transición para hacerse cargo de la realidad, sin contar que en su interior anidan voluntades cómplices o conciliadoras con los métodos represivos. En otras palabras, la sociedad depende de sus propias fuerzas y capacidades. Dicho así, suena como una tarea titánica, aunque no hace falta memoria muy larga para darse cuenta de que es difícil pero posible.
El movimiento popular de resistencia, en primer lugar los piqueteros tan vilmente agredidos, deberá mostrar la sabiduría y el coraje para mantenerse movilizado pero sin hacerles el juego a los violentos. Una vez más, hay que citar el ejemplo de los defensores de derechos humanos, sobre todo de los afectados directos, que supieron canalizar las energías de sus rabias y dolores en una pelea que todavía continúa, sin tomar la justicia en mano propia ni caer en la tentación de ficticios vanguardismos. Los peligros están a la vista, los dolores pueden ser insoportables, pero no hay peor batalla que la que se libra en el campo y en el momento que eligen los otros. Dado que no hay camino, para no caer hay que marchar con los ojos bien abiertos.


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Tomado de Etica para Jóvenes, de José Hernán Albornoz.




LA ETICA DE ARISTOTELES O LA BUSQUEDA DE LA FELICIDAD.

1. Referencia sobre Aristóteles.



Aristóteles es el pensador más extraordinario que ha dado la humanidad. Nos asombra no sólo la vastedad de sus conocimientos, sino muy especialmente la profundidad y penetración de su pensamiento. De él dijo Augusto Comte que era "el príncipe eterno de los verdaderos pensadores". Por su parte, el filósofo español Rafael Cambra dice que Aristóteles es "el fruto intelectual más granado de aquella civilización refinada, especialmente idónea para la filosofía, verdadera edad dorada de la cultura humana" (6).



Aristóteles ingresó a la Academia de Platón a los 17 años, y allí permaneció durante veinte años . En esta Institución se nutrió en las fuentes más puras del pensamiento de su época. Tiempos después fundó su propia escuela que se conoció con el nombre de "Liceo". En su Liceo trabajó sin descanso en la creación de la más vasta obra científico-filosófica de la antigüedad.



Dada la finalidad de este libro, sólo nos ocuparemos de estudiar su pensamiento ético,el cual, dicho sea de paso, descansa sobre los supuestos fundamentales de su metafísica, y se orienta a la consecución del sumo bien, el cual sólo puede alcanzarse a través de la política.



Aristóteles asignó gran importancia a los problemas éticos, a tal punto que hasta nosotros han llegado tres libros de ética de su autoría. Ellos son: La Etica Eudemia, la Etica Nicomaquea y la Gran Etica. Además, un opúsculo sobre las Virtudes y los Vicios. Los calificativos de "eudemia"y "nicomaquea", seguramente se derivan de sus editores, su amigo Eudemo de Rodas, y su hijo Nicómaco. Por su parte, la Gran Etica, parece tener su origen en una edición hecha en el siglo III a.C. con el fin de reconciliar sus ideas con las de Platón.



2.- La Etica de Bienes.



A la ética de Aristóteles se le conoce con los calificativos de ética de bienes, de fines, eudemonista, y ética material.



A continuación examinaremos un grupo de textos tomados de la Etica Nicomaquea, con el fin de comprender mejor su doctrina.



1.- "Todo arte y toda investigación científica, lo mismo que toda acción y elección, parecen teneder a algún bien; y por ello definieron con toda pulcritud el bien los que dijeron ser aquello a que todas las cosas aspiran" (6).



2.-"Siendo como en gran en número las acciones y las artes y ciencias, muchos serán de consiguiente los fines. Así, el de la medicina es la salud; el de la construcción naval, el navío;

el de la estrategia, la victoria, y el de la ciencia económica, la riqueza."(7)



3.-"Si existe un fin de nuestros actos querido por sí mismo, y los demás por él; y si es verdad también que no siempre elegimos una cosa en vista de otra-sería tanto como remontar al infinito, y nuestro anhelo sería ruin y miserable-, es claro que ese fin será entonces no sólo el bien sino el bien soberano. Con respecto a nuestra vida, el conocimiento de ese bien es cosa de gran momento, y teniéndolo presente, como los arqueros al blanco, acertaremos mejor donde conviene. Y así, hemos de intentar comprender en general cuál pueda ser, y la ciencia teórica o práctica de que depende"(8)



4.- "En cuanto al hombre por lo menos, reina acuerdo casi unánime, pues tanto la mayoría como los espíritus más selectos llaman a ese bien la felicidad, y suponen que es lo mismo vivir bien y obrar bien que ser feliz. Pero la esencia de la felicidad es cuestión disputada, y no la explican del mismo modo el vulgo y los doctos"(9).



De la lectura de los anteriores textos podemos comprender que la ética de Aristóteles es una ética de bienes porque él supone que cada vez que el hombre actúa lo hace en búsqueda de un determinado bien. Como son muchos los bienes que el hombre aspira alcanzar a lo largo de su existencia, puede darse perfecta cuenta que éstos no son todos de la misma jerarquía, esto es, que unos son más elevados que otros.



A los bienes que ordenamos para alcanzar otros, los llamó bienes medios. Al bien más elevado, al que no podemos convertir en medio para alcanzar otro bien, lo denominó bien final o bien supremo.



Al bien supremo lo identificó con la felicidad, por esta razón ubicamos su ética dentro de la corriente que se ha denominado eudemonismo, de eudaimonía, felicidad..



El Eudemonismo.-



Una vez que Aristóteles dejó establecido que todos los hombres se proponen alcanzar la felicidad, se dedicó a indagar en qué consiste ésta, para lo cual examinó todas las opiniones emitidas por los pensadores que le precedieron..



Un examen minucioso de esas opiniones acerca de la felicidad, le permitió descartar esas mismas opiniones, y reforzar su propia tesis de que la felicidad consistía en la posesión de la sabiduría.



Partió de la tesis de que el bien y la felicidad son concebidos por los hombres a imagen del género de vida a que cada cual le es propio. La multitud y los más vulgares ponen el bien supremo en el placer, y por esto aman la vida voluptuosa.



El placer causa deleite corporal por medio de la percepción sensorial, y no es bien perfecto del hombre si se le compara con los bienes del alma.



Otros hombres apuntan al honor, la felicidad es para ellos "el premio a la virtud". Y el honor parece ser sobre todo el premio a la virtud. Pero el honor depende más de quien lo da que de quien lo recibe, mientras que el fin de la vida debe ser alguna cosa que nos sea propia. El honor se otorga a alguien por alguna excelencia suya, y por ello es un signo y testimonio de la excelencia que tiene el honrado, por lo tanto el honor es una consecuencia de la felicidad, pero ésta no puede consistir principalmente en el honor.



La felicidad podría consistir en la fama o la gloria, porque por ella los hombres alcanzan en cierto modo la eternidad. Pero la fama o la gloria puede ser falsa. La fama o la gloria depende de los admiradores, por lo cual no tiene consistencia propia, luego la felicidad no puede consistir en la fama o la gloria.



La felicidad podría consistir en la posesión de riquezas. Las riquezas ejercen un fuerte domino sobre el afecto del hombre. Con el dinero se compran casi todas las cosas. Además, mientras más riquezas se poseen, más se desean. Pero si se examina más detenidamente, podemos distinguir que existen dos tipos de riquezas. Las naturales, que sirven para satisfacer las necesidades vitales como el alimento, la vivienda, los vestidos, los vehículos, etc. También existen las riquezas artificiales, inventadas por el hombre para facilitar los cambios, y hacer posible el comercio, estas son el dinero.



Resulta evidente que la felicidad del hombre no puede consistir en las riquezas naturales porque estas se buscan con una finalidad ulterior, y que en el orden natural todas están hechas para el hombre y se ordenan al hombre. Por su parte, las riquezas artificiales no se buscarían si con ellas no se compraran las cosas necesarias para la vida, esto es, las riquezas naturales.



La felicidad podría, entonces, consistir en la posesión del poder.



la cosa que más rehuyen los hombres es la servidumbre, a la cual se contrapone el poder, luego el poder de gobernar a los demás es un bien.. El poder no es un bien perfecto porque es "incapaz de ahuyentar la angustia de las preocupaciones ni evitar los aguijones del miedo". Además, el poder sirve para el bien y para el mal, por consiguiente la felicidad podría consistir en el buen uso del poder mediante la virtud, más que en el poder mismo. Otra de las desventajas que tiene el poder para ser la felicidad consiste en que al igual que las riquezas, puede ser arrebatado por otros hombres.



Para algunos, en efecto, la felicidad parece consistir en la virtud; para otros en la prudencia; para otros aún en una forma de sabiduría, no faltando aquellos para quienes la felicidad es todo eso o parte de eso, con placer o no sin placer, a todo lo cual hay aún quienes añaden la prosperidad exterior como factor concomitante" (l0).









4.- En qué consiste la felicidad?.



La felicidad es el bien más final que pueda existir; aquello que es apetecible siempre por sí y jamás por otra cosa. La felicidad es algo autosuficiente porque el bien final debe bastarse a sí mismo.



La felicidad es la actividad de la parte mejor del hombre, la que posee la razón y que piensa. Es la actividad y obrar del alma en consorcio con el principio racional.



El acto de un hombre de bien es hacer todo ello bien y bellamente, y como cada cosa se ejecuta bien cuando se ejecuta según la perfección que le es propia. De lo anterior se sigue que el bien humano resulta ser una actividad del alma según su perfección; y si hay varias perfecciones, según la mejor y más perfecta.



La felicidad debe ser una actividad virtuosa, habitual, "pues así como una golondrina no hace verano, ni tampoco un día de sol, de la propia suerte ni un día ni un corto tiempo hacen a nadie bienaventurado y feliz"(11).



"El hombre feliz es el que vive bien y obra bien, porque virtualmente hemos definido la felicidad como una especie de vida dichosa y de conducta recta"(12).



"La felicidad debe ser algo firme y de manera alguna fácilmente mudable. Porque de los actos de virtud, los más valiosos son también los más duraderos" (13).



"En suma qué impide declarar feliz a quien obra conforme a la virtud perfecta, y que está provisto además suficientemente de bienes exteriores, y todo esto no durante un tiempo cualquiera, sino durante una vida completa? ". (14).



El libro X de la Etica Nicomaquea, concluye que: "Si la felicidad es pues, la actividad conforme a la virtud, es razonable pensar que ha de serlo conforme a la virtud más alta, la cual será la virtud de la parte mejor del hombre. Ya sea ésta la inteligencia, ya alguna otra facultad a la que por naturaleza se adjudica el mando y la guía y el cobrar noticias de las cosas bellas y divinas; y ya sea eso mismo algo divino o lo que hay de más divino en nosotros, en todo caso la actividad de esta parte, ajustada a la virtud que le es propia, será la felicidad perfecta. Y ya hemos dicho antes que esa actividad es contemplativa.



La actividad contemplativa es, en efecto, la más alta de todas, puesto que la inteligencia es lo más alto de cuanto hay en nosotros, y además,la más continua, porque contemplar podemos hacerlo con mayor continuidad que otra cosa cualquiera.



Si aceptamos que el placer debe estar mezclado con la felicidad, el más deleitoso de los actos conforme a la virtud es el ejercicio de la sabiduría. El sólo afán de saber, la filosofía, encierra deleites maravillosos por su pureza y por su firmeza, y por supuesto, el saber adquirido, produce un goce mayor que el de su mera indagación. Además, la sabiduría la contiene como propio un placer que aumenta con la actividad" (15).



En conclusión, la felicidad consiste en la actividad de la inteligencia según la virtud que le es propia. Como Aristóteles es ante todo un hombre realista, presupone que para que un individuo pueda dedicarse a la actividad contemplativa debe disponer de bienes exteriores que le permitan satisfacer sus propias necesidades, porque por ejemplo, un hombre que viva en la miseria jamás podrá tenerse por feliz.



Tuesday, June 25, 2002

SOBRE LOS MEDICAMENTOS DENOMINADOS GENERICOS
Por Pedro Lipcovich
Al cumplirse dos semanas de la resolución que ordena prescribir medicamentos por su nombre real (llamado “genérico”) y no ya por el nombre comercial de fantasía, todavía son pocos los ciudadanos que la hacen valer para elegir el remedio de precio más accesible: es el momento de responder a todo lo que usted quería saber acerca de la nueva reglamentación, ya que, en el terreno de la relación con los profesionales de la salud, es fácil caer en ...y no se atrevía a preguntar. Porque, doctor, ¿no será peligroso sustituir una marca por otra? ¿En todos los casos es posible hacerlo? Y los controles de calidad, ¿son confiables? ¿Me lo va a aceptar la obra social? ¿Cómo tienen que ser ahora las recetas? ¿No tendría que ser distinta, doctor, la receta que usted me está dando? Y ese visitador médico que le trajo un regalito, ¿qué vino a decirle, doctor? Y finalmente, o para empezar, ¿qué son realmente los “genéricos”?
1¿Qué son los “genéricos”? En el marco de este tema, “genérico” se refiere exclusivamente al nombre con el que se designa al medicamento: el nombre genérico es el real, la denominación científica internacional –por ejemplo, el antibiótico “amoxicilina”–, que se presenta bajo distintos nombres de fantasía o comerciales, por ejemplo Amoxidal o Trifamox. (En otros contextos, el término “genérico” puede tomar otros sentidos: medicamentos que se expenden sin marca comercial, o cuyo lapso de vigencia de patente ha finalizado.) La nueva normativa otorga al comprador –bajo el control profesional del médico y el farmacéutico– la posibilidad de elegir, entre productos similares, el de menos precio.
2 ¿Cómo debe confeccionarse la receta médica? El médico u odontólogo debe incluir siempre el nombre genérico del medicamento. Tiene tres posibilidades: a) consignar sólo el nombre genérico; b) consignar, además, el nombre comercial de fantasía; c) en caso de considerar imprescindible que el remedio sea de una marca determinada, deberá fundamentarlo por escrito bajo el título “Justificación de la prescripción por marca”.
3¿Qué debe hacer el farmacéutico? Primero, debe estar presente en la farmacia, ya que el funcionamiento de la actual normativa requiere su intervención profesional. Para las recetas que consignen sólo el nombre genérico, debe informar al cliente sobre todos los medicamentos que contengan la misma droga o combinación de drogas y a qué precio. Además, “los distintos precios de esos productos deben estar en lugar visible” de la farmacia, requisito cuyo cumplimiento, hasta ahora, Página/12 no registró en ningún establecimiento. A partir de la información suministrada por el farmacéutico, el comprador elige una marca comercial (probablemente la más barata) para el medicamento que le fue recetado. El farmacéutico validará la prescripción con su firma y sello.
En caso de que el médico haya incluido el nombre comercial de fantasía, el farmacéutico puede seguir el mismo procedimiento explicado en el párrafo precedente, siempre que el comprador lo solicite. No podrá hacerlo, en cambio, si el médico ha requerido y fundamentado prescripción por marca.
4¿Qué obras sociales deben aceptar esta forma de prescripción? Todas las de alcance nacional. La nueva normativa, en la medida en que promueve el abaratamiento de los costos en medicamentos, va en el propio interés de las obras sociales y no requiere mayores cambios en sus procedimientos. El Ministerio de Salud cuenta con un teléfono para consultas y reclamos relacionados con obras sociales: 0800-222-SALUD (72583).
5¿Hay garantía de que el medicamento elegido por su menor precio tenga la misma calidad? ¿Son confiables los controles de calidad con que se cuenta? Para contestar esta pregunta, que es crucial, Página/12 requirió, además de la voz oficial del Ministerio de Salud, la palabra de un prestigioso experto independiente.
El ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, destacó que “la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, a cargo de loscontroles) es uno de los tres organismos de su tipo más reconocidos en toda América, después de los de Estados Unidos y Canadá: los controles que efectúa no han sido cuestionados”.
El profesor Emilio Cermignani –titular de Farmacología en la Universidad Nacional de La Plata y presidente de Gapurmed, Grupo Argentino para el Uso Racional de los Medicamentos– observó que “los controles de la ANMAT rigen para todos los laboratorios: suponiendo que ese organismo controlara mal, el riesgo no sería menor en el medicamento más caro o de marca más conocida”.
6La sustitución, ¿también puede aplicarse en tratamientos ya iniciados de enfermedades crónicas? Depende. Medicamentos elaborados con un mismo genérico pueden diferir –especialmente si se administran por vía oral– en lo que se llama bioequivalencia: uno puede absorberse más rápido que el otro en el aparato digestivo, de modo que tardará menos que el otro en lograr su máxima concentración en la sangre (biodisponibilidad) y por lo tanto su máximo efecto. Cermignani comentó el caso de la carbamazepina, un anticonvulsivante que personas con epilepsia pueden usar de por vida: “Al principio del tratamiento, el médico debe examinar al paciente con frecuencia para establecer la dosis que le permite controlar su crisis con la menor cantidad de efectos adversos. Si el medicamento se cambia por otro que no tenga la misma biodisponibilidad, hay que rehacer ese procedimiento, como si se empezara de nuevo”.
Menos complicada es la sustitución en drogas como el enalapril, que se usa en tratamientos prolongados de la hipertensión arterial. De todos modos, según Cermignani, “para determinados medicamentos de uso prolongado, el Ministerio de Salud debería exigir que los laboratorios hagan pruebas de bioequivalencia, y, para la población, informar en qué medicamentos el cambio debiera, necesariamente, ser conversado con el médico”. Esto pierde relevancia en los tratamientos breves, por ejemplo con antibióticos. “En la amoxicilina, por ejemplo, hay varias marcas para elegir el mejor precio, aunque, una vez elegida, es mejor no cambiar de marca”, recomendó Cermignani.
7“Yo tomo Lexotanil (o Trapax) y a mí no me produce el mismo efecto que el Trapax (o el Lexotanil): ¿son iguales, sin embargo?” No, aunque sean parecidos: el genérico del Lexotanil es el bromazepam y el del Trapax es el lorazepam; sin embargo, para cada uno de esos genéricos hay varios productos que sí son intercambiables y tienen distintos precios. Los intercambiables no son los medicamentos de la misma familia de genéricos (por ejemplo los triptanos para la migraña) sino los que contengan precisamente el mismo genérico, tal como figura en cada envase y prospecto.

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MARTES 25 de junio de 2002
No hay una solución mágica
Por Luis García Martínez
Para LA NACION

La corrupción de la dirigencia política es hoy una opinión dominante en la sociedad. Se considera la causa básica de los padecimientos que en los días que corren nos atribulan. Esta convicción se expresa, en el nivel popular, con la frase: "Se robaron toda la plata". De aquí el deseo generalizado de "que se vayan todos".

A partir de aquel diagnóstico y de este deseo, pueden surgir, en todos los niveles institucionales, nuevos políticos, caracterizados por su competencia y transparencia. ¿Se pondría fin con esta renovación a la crisis de representatividad política que hoy padecemos? Nuestra respuesta es negativa, aunque sin duda bajaría el nivel alarmante que hoy alcanza.

Expectativas sociales

El fundamento de esta conclusión es que ningún gobierno, por excelente que fuese, podría satisfacer lo que espera de él la sociedad, que es la concreción, a corto plazo, de un bienestar acorde con la dignidad humana, tal como fue explicitado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por las Naciones Unidas (París 1948), en el ámbito económico-social.

La condición humana no asegura por sí misma el referido bienestar, como lo atestigua la historia universal. Para que acontezca tal cosa, tiene que darse, como se dio en Occidente a partir del siglo XVII, una interpretación del ser de las cosas (Descartes, con su "cogito, ergo sum") que tornó factible el surgimiento de la ciencia y la técnica modernas, las que, asociadas con adecuadas instituciones políticas, jurídicas y económicas, permitieron, a través del incremento de la productividad de la economía, el crecimiento del ingreso que se dio en Occidente, en los últimos dos siglos.

Cuando la sociedad advierte la brecha entre lo que espera del gobierno y las privaciones de su vida cotidiana (y no hablamos de esta calamidad que hoy sufrimos, sino de épocas mejores), comienza a pensar que no recibe lo que le dicen que es su derecho, porque los políticos se han confabulado con el poder económico y han traicionado el mandato recibido en las urnas.

La crisis de la representatividad política encuentra su raíz, a nuestro juicio, en la citada brecha. Para ir superándola, tarea nada fácil, sugerimos que las propuestas electorales se agrupen, obligatoriamente, en cinco puntos principales, elegidos por los propios partidos. Cada propuesta debe especificar el costo de lo que se propone, y de dónde provendrán los recursos requeridos para su financiamiento. De esta forma, tanto los políticos como la propia sociedad irán advirtiendo que las soluciones mágicas (que se dicen sin costo para nadie) son ilusiones, o mentiras, usadas como técnica para acceder al poder y que hay que desenmascararlas en bien del país.

El autor es miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.



Mezzogiorno americano Por James Neilson
25-06-02
Según los “liberales” locales y foráneos, los artífices del desastre latinoamericano son los populistas irremediablemente corruptos que se negaron a profundizar las reformas iniciadas aquí por Carlos Menem y por sus equivalentes en casi todos los demás países del subcontinente. Según los “progresistas”, todo es culpa del “liberalismo”, del “consenso de Washington” que lo consagró y de los errores perpetrados o consentidos por el FMI. A pesar de sus diferencias, ambos bandos concuerdan en que de haberse optado en serio por otra estrategia la parte sur de América podría ser próspera y equitativa. ¿Lo sería? Es probable que no, que no haya ninguna fórmula, sea esta capitalista o socialista, industrialista o agrícola, que fuera capaz de asegurar que los países latinoamericanos se desarrollaran a un ritmo tal vez modesto pero en última instancia aceptable. Al fin y al cabo, ya es evidente que el capitalismo latinoamericano es un versión intrínsecamente inferior de la estadounidense, europea o japonesa, pero también lo es que las instituciones públicas de la región nunca estarán en condiciones de hacer funcionar de forma adecuada cualquier alternativa estatista concebible.
Puede que para América latina el espejo más fiel sea el sur de Italia, una región que como ella es pródiga en caciques políticos, sindicalistas, abogados, obispos, literatos e intelectuales contestatarios pero no tanto, por desgracia, en científicos, empresarios eficientes y buenos administradores. Aunque el Mezzogiorno ha recibido miles de millones de dólares en ayuda e inversiones politizadas, sigue hundido en la pobreza, motivo por el que sus hijos más ambiciosos suelen emigrar a otros lugares donde a menudo se destacan. De más está decir que los proezas de sicilianos y calabreses en el norte de Italia, en el resto de Europa o en Estados Unidos se semejan mucho a los logros en el exterior de los “exiliados” argentinos.
Para estas sociedades, el futuro, que se verá signado cada vez más por la ciencia, la tecnología y el dinamismo empresarial –o sea, por actividades que les parecen en cierto modo exóticas, “frías” y hasta “inhumanas”– será con toda seguridad deprimente. Sin embargo, mientras que el sur de Italia –y Andalucía– continuará obteniendo subsidios gigantescos del norte y, de todos modos, siempre podrán contar con los aportes de multitudes de turistas norteños tentados por el sol y la historia, hasta nuevo aviso el sur americano tendrá que valerse por sí mismo: aun cuanto el norte se creyera responsable de su destino, el sur rechazaría con indignación y furia el paternalismo así supuesto.


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SOBRE R&D Systems
www.rndsystems.com

R&D Systems is a specialty manufacturer of biological products. It has two operating divisions: Biotechnology and Hematology. The hematology division develops and manufactures whole blood hematology controls and calibrators for hospitals and clinical laboratories to monitor the performance of blood analysis instruments, assuring the accuracy of test results.

The biotechnology division specializes in cytokines and related molecules such as interleukins, growth factors, chemokines, adhesion molecules, neurotrophic factors, MMPs/TIMPs, receptors, and developmental proteins. Our products include proteins (human, mouse, canine, feline, rat, and porcine), antibodies (polyclonal, monoclonal, and labeled), immunoassays kits (human, mouse, rat, and porcine), mRNA quantitation kits, apoptosis detection kits, ELISpot kits, enzyme activity kits, cDNA expression arrays, cell enrichment columns, flow cytometry kits, and primer pairs.

The discovery of new molecules involved in cellular communication is occurring at a rapid pace. We at R&D Systems realize it can be difficult to keep up with these changes. We would like to help. As new products are published on our web site, we can send you a New Product Update e-mail on a weekly basis.




















20 de Junio de 2002

Acta Bioquímica - Clínica Latinoamericana
Recomendaciones para evaluar la diabetes en el laboratorio

La amplia variedad de posibilidades que existen actualmente para el realizar el diagnóstico y seguimiento de los pacientes diabéticos ha creado la necesidad de establecer normas de consenso que definan cuáles son los métodos adecuados para evaluar a las personas con esta enfermedad. En este sentido, un grupo de especilistas estadounidenses apoyados por la Asociación Americana de Diabetes (American Diabetes Association o ADA) y la Academia Nacional de Bioquímica Clínica de los Estados Unidos (National Academy of Clinical Biochemistry o NACB) publicó una serie de recomendaciones que brindan un panorama actualizado sobre los métodos más confiables para diagnosticar y controlar a los individuos con diabetes.
“Son muchos los tests de laboratorio que se utilizan para el diagnóstico y seguimiento de los pacientes con diabetes mellitus, pero la calidad de la evidencia científica que apoya el uso de cada uno de estos análisis varía sustancialmente. Estos lineamientos brindan recomendaciones específicas basadas en datos publicados o derivados del consenso de los especialistas en la materia”, explicó uno de los autores del trabajo, el doctor David Sacks, investigador de la Escuela de Medicina de Harvard y del Hospital Brigham and Women’s de Boston.
Los detalles del trabajo, publicados en un reciente número de la revista Clinical Chemistry, se refieren a diversos métodos que se utilizan para el control de la diabetes como la medición de glucosa, la hemoglobina glucosilada, la prueba de tolerancia a la glucosa, los métodos genéticos, los análisis inmunológicos, la presencia de albúmina en orina y la concentración de cetonas.
En el informe se define a la diabetes mellitus como un grupo de desórdenes en el metabolismo de los carbohidratos que se manifiesta a través de un aumento en la concentración de glucosa en la sangre. Según los especialistas, el diagnóstico de la enfermedad se consigue por medio del análisis de glucosa en ayunas en plasma. “Para establecer el diagnóstico de la diabetes se debe medir la glucosa en un laboratorio acreditado. Se debe extraer sangre luego de un ayuno de toda la noche y la glucosa se debe medir en plasma. Si no se puede separar el plasma de las células sanguíneas en un plazo de 60 minutos, se debe utilizar un tubo que contenga un inhibidor glucolítico”, informaron los investigadores.
Los intervalos de referencia definidos en el trabajo para la concentración de glucosa en plasma son de 3,3 a 5,6 milimoles por litro (60 a 100 miligramos por decilitro) para los niños y 4,1 a 5,9 mmol/L (74 a 106 mg/dL) para los adultos.
El criterio de diagnóstico de la diabetes se basa en el análisis de tres indicadores: la presencia de valores elevados de glucosa sin estar en ayunas (valores superiores a 200 mg/dL); la presencia de valores de glucosa en ayunas superiores a 126 mg/dL (ó 7mmol/L); o la presencia de una prueba de tolerancia a la glucosa alterada (valores superiores a 200 mg/dL después de dos horas del consumo de glucosa). Si se observan valores anormales en alguno de estos indicadores, se deben repetir los test para confirmar el diagnóstico. En el caso de la prueba de tolerancia a la glucosa, los especialistas aclararon que no recomiendan esta prueba para el análisis de rutina a pesar de que está incluída en el criterio de diagnóstico.
“La prueba de tolerancia oral a la glucosa no es recomendada por la ADA para el diagnóstico de la diabetes, sin embargo se mantiene como criterio por parte de la Organización Mundial de la Salud. La principal limitación de este análisis es su baja reproductibilidad”, indicaron los científicos. Por otra parte, los investigadores aclararon que la prueba de tolerancia sigue manteniendo su utilidad para evaluar la diabetes en el caso de las mujeres embarazadas. “El deterioro de la prueba de tolerancia ocurre con frecuencia durante el embarazo, especialmente en el tercer trimestre de gestación”, señalaron los profesionales.
Otro aspecto considerado en el informe se refiere al análisis de glucosa que se realiza el paciente por sí mismo con la ayuda de métodos de autocontrol. En este sentido, los expertos apoyaron el uso de sistemas que miden la concentración de glucosa en plasma para ser empleados en el caso de pacientes que dependen de la insulina para su tratamiento.
Con respecto al control de la hemoglobina glucosilada, los científicos dijeron que la medición de este parámetro se debe realizar al menos una vez cada dos años. El valor se debe mantener por debajo del 7 %. Si el nivel supera el 8 % se debe considerar un cambio en el régimen de tratamiento.
Las recomendaciones también incluyen datos sobre el control de lípidos que se les debe realizar a los pacientes diabéticos. En este sentido, se estableció que la medición se debe practicar al menos una vez por año. En el caso de las personas con bajo riesgo (valor de colesterol LDL menor a 100 mg/dL y HDL superior a 45 mg/dL para los hombres o 55 mg/dL para las mujeres) el control se puede realizar con menor frecuencia.
Referencia:
Sacks D, Bruns D, Goldstein D, Maclaren N, McDonald J, Parrott M. ?Guidelines and recommendations for laboratory analysis in the diagnosis and management of diabetes mellitus?. Clinical Chemistry; 48 (3): 436-72. (Marzo de 2002)

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