Saturday, August 03, 2002

CRÍMENES DE LA DEMOCRACIA
Por Osvaldo Bayer
Mientras el sistema del capitalismo globalizado presenta desolador cáncer en su propia cabeza, los argentinos, que hemos soportado todos los dislates, las mentiras y los robos del sistema a través de mentados sátrapas o infinitos incapaces y alcahuetes del mandamás de allende los mares, nos pasamos discutiendo las candidaturas. Somos los cándidos de las candidaturas. Reutemann o De la Sota, nos preguntamos, ante el quid que nos presenta desde la pantalla de todos los días un personaje minúsculo con influencias quizá obtenidas en sudadas antesalas de padrinos en ciudades, pampas y bolsas. Un personaje surgido de los rincones oscuros de Lomas de Zamora. Los argentinos no nos damos maña para no entrar en ese pasillo oscuro de candidaturas empujadas desde los salones de legislaturas y antesalas de comité. Volvemos a aquel panorama de la década del treinta con los caudillos de Avellaneda o el gobernador puntano y mendocino para ver si tal abogado radical vinculado con la banca británica podía llegar a ser presidente. Estamos en plena década del fraude patriótico porque por más que las elecciones sean "limpias" y todos los partidos tengan fiscales, el fraude ya fue hecho. Duhalde elige los candidatos y nosotros vamos a conformarnos con uno de ellos. O se libra la batalla con el inverosímil traficante de armas y de candidaturas y todo termina en un arreglo de caballeros: ni vos ni yo pero el presidente es tuyo y el gabinete es mío, Diputados es tuyo y Senadores es mío. Buenos Aires es mío y Córdoba y Santa Fe son tuyos. Que vendría a resultar la proclamación de Ramón Hernández-María Julia, con otros rostros sonrientes de los "candidatos del pueblo". El radicalismo terminó para siempre porque aquella vez después de tantas componendas y tantos arreglos designó a De la Rúa. Cuya vocación fue hacerse amigo del juez y trenzando, trenzando, los "jefes" finalmente se decidieron por él. Fue el error final. Terminó en el marasmo, se abrió la ventana y entró el aire fresco del basta de los engañados. Para eso tanta bala en la Patagonia y Nueva Pompeya contra obreros de traste planchado pero el ideal en los ojos; para eso tanto pacto con el gorilaje y aceptar presentarse solos a elecciones cuando las dictaduras prohibían a los otros. Para eso tantos intendentes al desaparecedor por excelencia. Ya está, radicales, calma radicales, a sus casas y a repensar los 86 años de fracasos, acomodos, ilusiones, buenas intenciones y traiciones a sí mismos y a eso nunca vivido que todavía citamos esperanzados, la democracia.
El peronismo fue una oportunidad distinta. El coronel llegó por un golpe al poder y jugó bien su populismo en un país rico donde se podía repartir, y repartió. Una historia argentina de rajes, afanos, personalismos lagrimeantes, plazas llenas repentinamente vacías, la California, la cañonera de Stroessner y los gorilas fusiladores. Una gran ópera trágicamente bufa. Y después la ilusión generosa de los jóvenes. (Con mártires buenos, buenos. Un luminoso de pura generosidad, Rodolfo; y uno que se puso a aprender a caminar la Latinoamérica heroica, John William.)
La tradición bien argentina: radicales, dictaduras, peronistas, dictaduras, radicales, y como final de toda la democracia barata y traicionada: Duhalde. Y las vacas fueron enflaqueciendo. Se aprendió el camino a Suiza y a rebajarles el sueldo a los maestros, y no reponer ladrillos en las escuelas. ¿Cómo explicar que el gobierno de Perón haya caído por obra del ejército, su origen? ¿Acaso al ejército no se lo educó en lo nacional y popular? Un ejército al servicio del pueblo decía el líder en los engalanados desfiles del 9 de Julio. Tres o cuatro gorilas terminaron con una doctrina que se enseñaba en las escuelas. Y cuatro o cinco almirantes educados en viejos buques ingleses dieron el puñetazo en la mesa y dispararon las brigadas populares azules y blancas, y las movilizaciones obreras Perón-Evita que iban a hacer el justicialismo desde las calles. (¿En qué quedó la denominada revolución de Evita? ¿Quién tomó sus ideales? ¿Qué gran movimiento se originó en su memoria? ¿Donde están las columnas de mujeres que en su nombre deberían tomar los puentes de Avellaneda? Nada, suplementos periodísticos en su aniversario, actos de los gordos de la CGT. ¿Qué teoría de ella informan nuestros libros de historia? Adornos, sólo adornos. Algún monumento, algún altar, alguna tumba adornada. Algún music-hall para las lágrimas.)
¿Qué nos dejó el peronismo oficial cuando terminó definitivamente con López Rega y sus Tres A? Un ejército desaparecedor --la mayoría de estos oficiales se educó durante el peronismo en los colegios militares y las academias de guerra--. ¿Qué se les enseñó? ¿Acaso el odio a todo lo que fueron liberación americana? (Recuerdo cuando la revolución guatemalteca fue vencida por los militares mercenarios de Estados Unidos y los perseguidos se refugiaron en la embajada argentina. Perón los mandó buscar en un avión argentino y fueron a parar directamente a la cárcel de Devoto. Una cobarde traición a la tradición de Zapata y Sandino.) Qué nos dejó el peronismo de la clase trabajadora formada en su origen en la FORA: los gordos de la CGT, que negocian con todo y con todos. (Y que a pesar de ellos hay organizaciones que siguen con aquella vieja tradición de seguir la lucha desde las calles.)
Un resumen desolador. Pero antes una pregunta: ¿Por qué ninguno de los dos partidos, radical y peronista, estableció una ley por la cual se condenaba a todo general golpista que había traicionado a la Constitución? No, todo lo contrario, los ex dictadores seguían cobrando sus sueldos, seguían detentando su uniforme y concurrían a los actos militares y eran saludados por todos los uniformados y civiles. Veamos el último acto militar con Brinzoni y Jaunarena. Estuvo presente el general borracho: Galtieri.
Un resumen pesimista hasta la tristeza que no se va. Porque si no, estas tristes calles de hoy, estos rostros de los "grasitas" de Evita en el frío. En el hambre. Vivimos la Argentina pobre después de ochenta y seis años de radicales, dictaduras, peronistas. Todos tuvieron todas las oportunidades. Huyeron, robaron, los culpables son los otros. Si me voltean a mí yo no soy el culpable por dejarme voltear sino el que me voltea. Hasta practicamos las relaciones carnales. Y rezamos todos los años a San Cayetano. No nos olvidamos de ninguno de nuestros deberes ciudadanos: cantar a la bandera, honrar a los héroes de Malvinas, escuchar a Hadad y darle cada vez más poder. Nuestras principales calles se llaman Yrigoyen y Perón, no Walsh ni Cooke. Ni Juan Ocampo y Luisa Llaiana, aquellos héroes primeros de los derechos a la dignidad en los orígenes de nuestras luchas en la calle, cuando los obreros enfrentaban a cara descubierta al más miserable de los miserables: el coronel Ramón Falcón, figura de la muerte en aquellos tiempos donde los obreros querían vida.
Síntesis actual del peronismo: Menem --que arrasó con el país y con los ideales-- y Duhalde quieren que todo lo antiguo se mantenga en el poder para seguir jugando al poker de la manija.
Ochenta y seis años de democracia, entre radicales y peronistas, y dictaduras que ellos permitieron. Hay que decir basta. Que se vayan con sus iconos y sus fracasos y sus traiciones. La sangre tiene que brotar nueva en nuestros jardines. Debe comenzar una nueva era, de caras jóvenes y almas limpias y banderas de luchas dignas. Ellos ya tuvieron la gran oportunidad, y nos dejaron este país de lágrimas, hambre, frío y roña. Decir no al pasado será el verdadero coraje civil que debamos demostrar en las calles para no avergonzarnos ante las próximas generaciones.



Friday, August 02, 2002


HISTORIA DEL APOGEO, DECADENCIA Y DERRUMBE DE LA PROSPERIDAD NEOLIBERAL



Algo está muy podrido dentro del capitalismo Desde principios de los años ‘90 empezaron a surgir una serie de señales de que un “crash” bursátil estaba a punto de estallar en cualquier momento. Eso ya se produjo, y ahora el temor es a un crash de la economía real. Esta nota relata cómo se llegó a esta crisis.
De Nueva York a Tokio, las líneas de ganancias decrecientes deprimen a todos los mercados.

Por Joaquín Estefanía

1 Un fantasma recorre el mundo
El de la enfermedad moral del capitalismo, que arrasa su legitimidad. El sistema se halla afectado por una serie de escándalos, crisis recurrentes y financiarización que minan su presente y su futuro. El problema es tanto mayor por cuanto el capitalismo carece de alternativas. Muchas de las instituciones fundamentales para su funcionamiento no dan la talla. Una de las burbujas especulativas más importantes de la historia ha estallado y caído el telón sobre el suelo del escenario. Los ciudadanos han visto desnudas la codicia, la avaricia, la desigualdad, la exclusión, sin velos de ningún tipo. Las Bolsas de Valores, los mercados donde cada vez más ciudadanos depositaban sus ahorros, están deprimidos y llenos de tristeza. Millones de personas están perdiendo su dinero o sencillamente se han arruinado. Pero lo más dramático está por llegar: el momento en que el contagio se traslade de los pequeños accionistas a la solvencia de los bancos. Sólo entonces se encenderán las luces rojas y los Estados intervendrán, olvidándose de los principios de la economía de mercado.
La burbuja bursátil ha magnificado los cambios en las costumbres empresariales y ha llevado las tendencias que se habían ido forjando durante más de una década –coincidiendo con la caída del Muro de Berlín– al paroxismo. Hubo un tiempo en el que se creyó que en las Bolsas sólo se podía ganar dinero, y en el que se olvidó la ley de Newton de que todo lo que sube, baja (y no al revés). Cuando la burbuja se pincha, se pierde la confianza. La de ahora es, sobre todo, una crisis de confianza. No puede decirse que no hubiera señales de que este crash bursátil podía llegar. Desde principios de los años ‘90, casi en paralelo a la unipolaridad del mundo motivada por el fin del socialismo real, el sistema se ve afectado, con una cadencia regular, por una serie de crisis de distinto aspecto, pero con una característica común: comienzan por lo financiero y se contagian al resto del sistema productivo. Sucede cuando la globalización se ha constituido en el marco de referencia de nuestra época. Primero fue en Europa: en 1992, el debilitamiento de las monedas se llevó por delante el Sistema Monetario Europeo. En 1994 fue México, donde la salida de capitales terminó con el paradigma del país emergente que ha abierto sus fronteras y camina de modo lineal hacia la modernidad. En el verano de 1997 quedó triturado otro mito: el de los tigres y los dragones, el modelo asiático tan ensalzado y tan falsificado hasta entonces por los neoliberales. Poco después saltó Rusia, que suspendió el pago de su deuda, demostrando que no puede haber democracia sin Estado. Desde 1998 y 1999, la volatilidad se instala injustamente en América latina, una región que había hecho con nota los deberes que los ortodoxos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial le habían impuesto; un año después, Argentina vuelve a caer en la postración y repudia su gigantesca deuda externa de más de 150.000 millones de dólares.
En diciembre de 2001, la crisis llega al corazón del sistema, y Enron, una empresa de energía hasta ese momento adulada por todos, entra en bancarrota. Ha comenzado la ronda de la contabilidad creativa. La economía del engaño se transmite con la velocidad de la luz. Todos los días cae algún gigante. Y no hemos llegado al final.

2La ética del capitalismo
¿Qué tiene que ver este capitalismo de la mentira y el fraude con el capitalismo de sus filósofos fundadores, Adam Smith, Benjamin Franklin, Max Weber, Sombart, incluso Marx o Veblen y Schumpeter? En La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Weber define el espíritu del capitalismo como el conjunto de elementos éticos que deben inspirar a los empresarios en sus acciones a favor de la acumulación del capital; el capitalismo supone una nueva relación moral de las personas con su trabajo, determinada en forma de vocación. El protestantismo de la Reforma, con una conducta ascética y puritana, tuvo una influencia en el desarrollo del capitalismo. ¿Qué puntos en común encontrar entre los calvinistas de la honestidad, la frugalidad y la preparación y los estafadores que han emergido a la luz pública en los últimos años?
Rafael Termes, banquero y miembro de la Real Academia Española de Ciencias Morales y Políticas, ha defendido que no hay contradicción entre el capitalismo y la ética sino “que la propia naturaleza del modelo capitalista, bien entendido y bien vivido, fomenta el desarrollo de las virtudes morales, la primera de ellas la generosidad”.
¿O sí, y el abuso forma parte de la esencia del sistema? Es lo que piensan los profesores franceses Luc Boltanski y Eve Chiapello, que han escrito un monumental tomo, titulado precisamente El nuevo espíritu capitalista, en el que sostienen que mientras el capitalismo prospera, la sociedad se degrada, y que el crecimiento de los beneficios es paralelo a la exclusión. ¿Hay una larga y única época de evolución del capitalismo que empieza con el nacimiento del poder mercantil en el siglo XVII y que continúa hasta nuestros días, o, como interpreta el profesor Robert Heilbroner, el capitalismo tiene sus propias discontinuidades, que completan una fase tras otra, asumiendo en nuestro tiempo otras formas, como lo que llamamos nueva economía? Lo que estamos viviendo tiene más que ver con la destrucción creativa que Schumpeter describió proféticamente a principios de los años cuarenta que de la versión ñoña e ingenua de Hayek y los neoliberales.

3 La contabilidad creativa
En diciembre de 2001, la multinacional tejana de la energía, la empresa Enron, paradigma de la desregulación y ejemplo de beneficios bien administrados, quebraba. Poco después de los atentados terroristas del 11 de septiembre, y antes de la cumbre a favor de una globalización alternativa de Porto Alegre, se demostraba que el principal peligro del capitalismo estaba en sus excesos, en su autocomplacencia.
Recordemos el caso Enron. Dicen los defensores acríticos del sistema: es la mejor prueba de que en el capitalismo el que se comporta con codicia, paga su precio. Es mucho más que eso. En Enron hay un deterioro paulatino del valor de sus acciones; hay ocultación y destrucción de información, hay la ruina de sus empleados; hay la creación de miles de sociedades instrumentales para sacar partidas del balance... Y hay implicaciones directas con el poder político al más alto nivel. En 2001, 144 altos directivos de Enron se embolsaron casi 750 millones de dólares en sueldos, bonos, otras remuneraciones en efectivo y opciones sobre acciones; alpresidente Ken Lay (el amigo de Bush) le correspondieron 152 millones; al consejero-delegado, 35 millones. El 2 de diciembre de 2001, Enron suspendió pagos, su cotización fue cancelada y 4.500 empleados se quedaron sin trabajo tras recibir en conjunto una indemnización de 43 millones de dólares.
Desde entonces, prácticamente todos los días ha estallado un caso de contabilidad creativa de distinto pelaje. Y no solamente en EE.UU. sino en Europa. Xerox, Johnson and Johnson, Global Crossing, IBM, Carlsberg, ABB, Nortel, Dynegy, Duke Energy, Adelphia, Tyco, Computer Associates, Enterasys, Imclone Systems, Kmart, Lucent, Network Associates, Peregrine Systems, Qwest, Rite Aid, etcétera, hasta llegar a WorldCom, cuya suspensión de pagos supera a la de Enron. En unos casos, irregularidades comprobadas; en otros, sospechas e investigaciones por parte de la Securities and Exchange Commission (SEC) o del FBI. Los mínimos de credibilidad de la contabilidad empresarial pueden caer todavía más si el Senado de EE.UU. comprueba la participación de Citigroup y JP Morgan como cómplices interesados de Enron.
De Enron a WorlCom pasando por Andersen. En muchas de las compañías con problemas, la compañía auditora, la encargada de reconocer si los estados contables eran correctos, era Andersen, el patrón oro de las auditoras mundiales. Andersen ha comunicado a la SEC que a partir de ahora renuncia a auditar compañías que cotizan en Bolsa, lo que puede suponer su final. Estos escándalos contienen, como las muñecas rusas, distintos capítulos de responsabilidad y de conflictos de intereses: entre los Consejos de Administración y los accionistas; entre los accionistas y los ejecutivos; entre las empresas y sus compañías auditoras; en las auditoras, entre sus servicios de auditoría y de consultoría; en los bancos de negocios, entre sus servicios de inversión y los de asesoría. Fallan las murallas chinas. Se pone en cuestión la imparcialidad y la independencia de cada actor.
Otro protagonista de lujo, afectado por esta monumental crisis de confianza, ha sido el banco de inversión Merrill Lynch. Se conoció un correo electrónico interno del banco en el que algunos de sus analistas bromeaban sobre el nulo valor de unas acciones que oficialmente recomendaban. A continuación se supo que ello no era una excepción sino que había multitud de casos en los que no existía separación entre las divisiones de análisis y de inversión de los bancos de negocios: tenían a las empresas como clientes, por una parte, y, por la otra, como objeto de análisis.
Durante la década de los ‘90, en que EE.UU. vivió el período de expansión más profundo y prolongado de su historia contemporánea, cambiaron los iconos de los jóvenes. Ya no eran estos los de Gandhi o el Che Guevara sino los de los principales ejecutivos de las empresas de la nueva economía. Más adelante, desde que en abril de 2000 las cotizaciones de esas empresas empezaron a comportarse primero como picos de sierra y luego como un tobogán a la baja, estos héroes de la coyuntura han devenido en ídolos caídos. Bajan del pedestal a más velocidad que los mandatarios comunistas tras el hundimiento de la URSS.

4 Bush y la extraña familia
Theodore Roosevelt, primo del héroe del New Deal norteamericano Franklin Delano Roosevelt, también fue presidente de Estados Unidos, aunque muchos lo hayan olvidado. Teddy Roosevelt fue un republicano progresista (antes no era del todo contradictorio) que reformó el paisaje económico norteamericano en su lucha contra los monopolios a finales del siglo XIX. George W. Bush hijo, actual presidente de EE.UU., quiere parecerse a Teddy Roosevelt en esa energía transformadora (lo dice The Economist), y a Ronald Reagan en su cruzada a favor de la disminución del tamaño del Estado. Tiene pocas posibilidades de conseguirlo. No es reformista y ha pasado del superávit público que le dejó Clinton al déficit presupuestario. ¿Es bueno que un gobierno esté compuesto mayoritariamente de antiguos hombres de negocios y que el presidente del mismo haya sido empresario? Hay experiencias de todo tipo, pero en esta coyuntura es mejor que la frase “hay que gobernar un país como una empresa” no se repita con frecuencia. El gobierno de Bush, incluido él mismo, está repleto de empresarios reconvertidos en políticos. El presidente acaba de ser acusado de traficar con información confidencial: en 1990, siendo su padre presidente de EE.UU., vendió dos centenares de miles de acciones de una empresa petrolera de la que era alto directivo. Poco después, la compañía anunció pérdidas y las acciones cayeron. Dick Cheney, vicepresidente de EE.UU., dirigió una empresa de gasolineras y también está siendo investigado. Los secretarios de Defensa, Comercio y Tesoro dirigieron o presidieron empresas de energía, gas y aluminio. Varios de los encargados de los departamentos de Defensa, Fuerza Aérea o Marina provienen asimismo del mundo empresarial. Andrew Card, secretario general de la presidencia de Bush, era el portavoz del grupo de presión de la industria del automóvil. Y Harvey Pitt, presidente actual de la SEC, impuesto con tozudez por Bush, fue abogado de buena parte de las empresas auditoras que hoy tienen problemas (al menos 10 de sus antiguos clientes son investigados hoy por la institución reguladora que Pitt preside).

5 La respuesta está en el viento
Enron, WorldCom y Andersen ¿son la excepción o la generalidad? ¿Exceso o norma? ¿Dónde están los números de verdad, los beneficios reales? El último premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, nos interroga: ¿Recuerdan ustedes la crisis del Lejano Oriente, cuando el Departamento del Tesoro de EE.UU. y sus aliados del FMI culparon de los problemas de la región al capitalismo de amigotes, a la falta de transparencia y a la poca gobernabilidad corporativa? A los países se les dijo entonces que siguieran el modelo estadounidense, que usaran empresas de auditoría estadounidenses, que contrataran a empresas estadounidenses para que les enseñaran el modo de manejar sus compañías...
¿Por qué aflora en este momento tanta corrupción, que socava la fe ciudadana en las instituciones democráticas y en el sistema judicial? ¿Ha sido la multiplicación de controles e investigaciones para acabar con la financiación de los terroristas, la lucha contra la opacidad de los paraísos fiscales, la exigencia de mayor transparencia la que ha abierto la caja de Pandora de las empresas, los bancos, las auditoras, las agencias de rating, las casas de inversión, los que han puesto en evidencia agujeros y prácticas en la gestión y en la contabilidad que se creían ya desterradas del gobierno del capitalismo?

6 La autorregulación como quimera
Arthur Seldon, presidente fundador del Institute of Economics Affairs –un tanque de pensamiento del thatcherismo– escribió un libro titulado Capitalismo, que los neoliberales obsequiaban con orgullo como regalo de Navidad. Seldon decía en él que el capitalismo no pide defensa sino alabanza. Y explicaba su ideología: “Ha sido el proceso político el máximo responsable de que el mercado no haya podido desplegar hasta ahora todas sus virtualidades. El proceso del mercado induce incluso a malas personas a llevar a cabo acciones buenas, mientras que el proceso político hace que incluso personas buenas realicen cosas malas... La solución consiste en disciplinar la autoridad de los políticos y reducirla a su mínima expresión. El Estado no debe ser el Estado limitado, basado en el impreciso principio de las funciones propias del Gobierno sino el Estado mínimo, que parte de la idea de que el Gobierno sólo ha de hacer lo imprescindible”. ¿Por qué lo llamamos amor cuando queremos decir sexo?
La regulación es la práctica obligada y equivalente, cuando se produce una tendencia a la liberalización de la economía. Liberalización ydesregulación conducen, como demuestra ad nauseam la última coyuntura, al abuso. Después de cada crisis bursátil aumentan las capacidades regulatorias. Para prevenirse contra ello, los neoliberales ya advierten de una “exuberancia regulatoria” futura. Se está revisando todo. La dificultad consiste en guardar el equilibrio conveniente entre Estado y mercado. En el última parte del siglo XX ese equilibrio se rompió a favor de los mercados y he aquí el resultado: la pérdida de confianza de los ciudadanos. Hace pocos años, las prácticas contables en EE.UU. eran un ejemplo a seguir; hoy, Estados Unidos, la patria de la desregulación, es el epicentro de las irregularidades. ¿Casualidad?
“La falsificación y el fraude destruyen el capitalismo y la libertad de mercado, y a largo plazo los fundamentos de nuestra sociedad”. No lo ha dicho ningún peligroso izquierdista sino el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan. ¿También Greenspan exagera?

Thursday, August 01, 2002


COLONIA
Mario Rapoport y Guillermo Vitelli. HISTORIADORES ECONOMICOS.


Que la Argentina está en crisis nadie lo duda. Pero esa crisis no fue el simple resultado de malas gestiones ni menos aún de la incapacidad de la gente para gobernarse y administrar sus recursos. "Los que mandan", como los definió un conocido sociólogo, encarnados esta vez en una constelación de intereses internos y externos no imaginada ni por Atila ni por Darth Vader, no hicieron mal sus deberes; todo lo contrario, engañaron al pueblo pero cumplieron con lo que se prometieron a sí mismos.

Sus riquezas crecieron desmesuradamente sobre la base del terrorismo de Estado primero y del terrorismo económico después, del saqueo de nuestros recursos, del desmantelamiento y la corrupción del sistema político, el empobrecimiento y miseria de la mayoría de la gente, de la privatización apresurada del Estado y la desnacionalización de empresas y, lo que es aún peor, de la expropiación de nuestra propia identidad nacional.

La Argentina no está así, como algunos quieren hacernos creer, por culpa de la mayoría de los argentinos, víctimas de un modelo injusto y excluyente, sino por los gestores e inspiradores de ese modelo, de adentro y de afuera, que hoy pretenden terminar su obra transformando directamente al país en colonia. El plan de rescate que economistas extranjeros formularon hace algunos meses pidiendo que resignemos la soberanía en cuestiones financieras ante un comité de banqueros "responsables" haría sonrojar al mismísimo Julio A. Roca (h), que si en cierta ocasión dijo que la "Argentina debería ser considerada una parte integrante del imperio británico" jamás pensó en trasladar nuestro Ministerio de Economía a Lon dres.

Pero si aquella iniciativa era difícilmente excusable en "expertos" que alguna vez asesoraron a nuestros gobiernos para llevarnos a la crisis en que estamos inmersos, lo es aún menos cuando un respetable académico, como Roberto Cortés Conde, hace declaraciones donde propone, mucho más abiertamente, que "las reglas que operen en el país estén bajo jurisdicción extranjera". Quizás este compatriota se haya quedado en un pasado no muy lejano, cuando en el rico Norte que nos alumbraba con sus múltiples estrellas, gigantescas empresas o "sólidos" bancos falsificaban balances o inflaban sus acciones a costa de miles de víctimas que todavía no lo sabían y asesorados por respetables estudios jurídicos y contables que sí entendían cómo eran las reglas del juego.

Esas reglas que nos impusieron con los resultados conocidos y que quizá los propios expertos "criollos" en crisis (que aquí se cuentan por montones) podrían ir a explicar a esos poderosos gobiernos que ya se están deslizando por toboganes parecidos.

Si esta "crisis es la peor de todas" tiene responsables con nombre y apellido, no un Estado soberano en abstracto ni millones de votos populares engañados a los que hoy se quiere culpabilizar. Gobernar con la "máscara de Fernando VII" fue un recurso que usaron nuestros próceres porque debajo estaba el rostro de una nación en ciernes. Proponer un gobierno "offshore" y resignar la soberanía es retroceder al 24 de mayo de 1810.









01/08/2002

EGRESADO DE LA ESCUELA INDUSTRIAL Y DE LA UNL
EL CIENTÍFICO QUE REGENERÓ EL VIRUS DE LA POLIO ES SANTAFESINO

El experimento de Jerónimo Cello causó conmoción al demostrar la posibilidad de producir un virus en laboratorio y usarlo en ataques terroristas como arma biológica.

En mayo de 1999, el científico argentino Jerónimo Cello, de 43 años, bajó de Internet la información sobre cómo estaba formado genéticamente el virus de la poliomielitis. Compró algunos "ladrillitos", se puso a reconstruirlo y tres años después lo consiguió. Por primera vez en el mundo, alguien había regenerado un virus a partir de componentes sintéticos.

Ahora, Cello, el artífice de esta "obra" que investiga en la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook, está generando un gran revuelo en la comunidad científica de los Estados Unidos, preocupada por la posibilidad de un ataque bioterrorista. Porque Cello —que se fue de la Argentina hace tres años, después de trabajar en el Instituto Malbrán con algunos obstáculos— demostró, a través de sus experimentos, que sólo basta con conocer el genoma de un virus para regenerarlo en un tubo de ensayo.

Es decir, les señaló a los científicos y a la sociedad en general que hoy no hace falta tener un virus concreto y vivo para llegar a ejecutar un ataque biológico. "Demostramos que aunque se elimine físicamente un virus, siempre existe la posibilidad de regenerarlo, en tanto conozcas su genoma", dijo a Clarín.

A partir de la difusión de la regeneración del virus —que fue informada por The New York Times el 12 de julio—, los científicos están pensando si vale la pena publicar esta información, que podría caer en manos de terroristas. A tal punto, que el presidente de la Sociedad Americana de Microbiología, Ronald Atlas, pidió una reunión urgente en la Academia Nacional de Ciencias para considerar la divulgación de datos genéticos como un problema que atañe a la seguridad nacional.

Para el doctor Cello, la información científica "tiene que ser dada a conocer porque forma parte del libre intercambio de conocimientos, uno de los engranajes vitales del desarrollo científico y de las sociedades. Porque el conocimiento debe ser democratizado".

Cello, que fue el primer autor del trabajo que se publicó en la versión online de la revista Science, partió de una pregunta básica. "Yo quería saber si era posible regenerar un virus en el tubo de ensayo, a partir de conocer sólo la secuencia del genoma del virus". Lo hizo y puso en duda ideas que contaban con consenso.

Por empezar, la Organización Mundial de la Salud planea declarar la erradicación del virus de la polio en el año 2005. Sin embargo, cuando llegue ese momento, se eliminarán los reservorios naturales del virus y se destruirán los virus almacenados en los laboratorios. "Se podría dar una situación inesperada hasta ahora: existe la posibilidad de que alguien regenere el virus maliciosamente para utilizarlo como arma biológica", advirtió el investigador.

"En el futuro, los terroristas podrían instalar en la población el miedo a un brote de la enfermedad, generando un gran gasto en recursos sanitarios y humanos", afirmó. A pesar de que otros virus tienen genomas más grandes, Cello estimó que, tras el perfeccionamiento de las técnicas de la biotecnología, se podría llegar más lejos todavía y se podrían regenerar virus como el de la viruela.

Su experimentación puso en duda otra cuestión: ¿qué es la vida? Se considera que los virus son entidades biológicas —sin núcleo— que están entre lo viviente y lo no viviente. "A partir de este trabajo, se puede redefinir a los virus como sustancias químicas con un ciclo de vida".

Hubo gente muy religiosa que se enojó y llamó al laboratorio para acusar tanto a Cello como a su jefe, Eckard Wimmer, y a Aniko Paul —quienes también intervinieron en la experimentación— de que estaban como jugando a ser dioses y creaban vida. "Sólo recreamos algo. Es imposible crear un nuevo virus", se defendió.

Tanta discusión se despertó a partir de una investigación que costó 160.000 dólares y contó con apoyo de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada en Defensa del Pentágono.

Una vez que Cello se había instalado en su laboratorio en Stony Brook, en mayo de 1999, obtuvo entonces la información sobre el virus de la polio de Internet. Y compró pequeños pedacitos del genoma del virus en una empresa biotecnológica.

Es como si hubiese trabajado como un aficionado al aeromodelismo. De Internet, se bajó un "manual" con instrucciones sobre cuáles son las partes y los modos de ensamblar un avioncito. En la compañía biotecnológica, se compró algunos bloques del futuro avioncito. Esto es, el virus sintético de la poliomielitis. Poco a poco, fue uniendo los "ladrillos" que había comprado y obtuvo la cadena del genoma del virus. Más adelante, colocó la cadena obtenida en un extracto de células y se empezó a regenerar el virus de la polio.

Claro que tenía demostrar que el virus sintético "funcionaba". Para eso, hizo experimentos complementarios. Infectó células humanas y probó que el virus sí podía destruirlas. Neutralizó con anticuerpos la entrada del virus sintético a las células humanas. Entre otros pasos, infectó ratones transgénicos, que tenían en sus células el receptor del virus de la polio y los ratones desarrollaron los típicos síntomas de parálisis que produce la enfermedad. Al final, en febrero pasado, el investigador argentino comprobó que el virus —hecho a partir de su "manual de instrucciones" bajado de Internet— era patógeno y que realmente se trataba del virus de la polio.

Frente a los resultados, otros científicos le hicieron diversas de críticas. Uno de ellos, Stephen Johnston, del Centro de Invenciones Biomédicas, en Dallas, y experto en bioterrorismo, dijo a Clarín: "Tecnológicamente, los resultados son triviales. Muchos laboratorios tienen la tecnología para hacerlo incluso en menos tiempo". En cambio otros expertos, como el argentino Saúl Grinstein, a cargo de Virología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, opinan: "si bien el resultado era predecible, el doctor Cello tiene el mérito de haberlo hecho".

Wednesday, July 31, 2002

BIOTECNOLOGÍA

Nora Bar


Es la zona más caliente de la ciencia. Allí confluyen investigadores talentosos y empresarios adictos a la adrenalina y a los negocios de riesgo. La Argentina podría estar en posición de disputar un puesto avanzado en esta industria cuyo ingrediente fundamental es, básicamente, materia gris. Pero no se decide.

La mañana en que James Watson y Francis Crick enviaron a Nature el artículo en el que describían la estructura molecular del ácido desoxirribonucleico –el compuesto químico que hoy conocemos por la sigla ADN o, en inglés, DNA– no deben haber vislumbrado que, apenas cinco décadas más tarde, su descubrimiento cambiaría las vidas de buena parte de los habitantes del mundo. Tampoco, que una nueva área de la ciencia surgida de la confluencia de la genética, la bioquímica y la biología molecular, habría puesto en manos de los científicos el poder de modificar las especies, hacer copias idénticas de animales adultos, fabricar biomateriales y hasta entrever la posibilidad de curación de enfermedades manipulando genes.

En ese medio siglo, mucha agua pasó bajo los puentes: como nunca antes, la ciencia se fundió con la empresa y las imágenes de un cuerno de la abundancia alternaron en la imaginación popular con pesadillas que parecen surgidas de una serie de terror clase B.

Desde 1972, año en que se formó Genentech, la primera compañía biotecnológica en el campus de la Universidad de California, cientos de empresas se lanzaron a las aguas turbulentas de esta nueva manera de pensar la ciencia, y la mayoría de los laboratorios farmacéuticos se reconvirtieron para transformar en dinero la alquimia de los genes.


Sin duda, por la diversidad de frentes en los que se disputa y por los intereses en juego, la carrera biotecnológica adquiere por momentos un frenesí digno de la Fórmula 1. (Basta con pensar en Dolly, la primera oveja clonada fusionando una célula adulta con un óvulo. ¡Nació hace sólo cuatro años y hoy ya parece una antigüedad!).

Cuando, en febrero de 2001, dos grupos rivales, un consorcio público y la empresa Celera Genomics, anunciaron haber descifrado el genoma humano –es decir, el conjunto de instrucciones, codificadas en los genes, que gobierna la producción de proteínas y, de ese modo, en gran medida determina desde el color de pelo hasta la mutación de una célula cancerosa– el entusiasmo por las fabulosas posibilidades de la biotecnología alcanzó niveles apoteóticos. Como pocas veces, la fabulosa maquinaria de la ciencia y el brillo del conocimiento se mostraron en toda su imponente potencia.

Una idea sencilla
Como suele suceder, los complejos andamiajes de la nueva disciplina surgieron, en realidad, de una idea sencilla. Todos los organismos vivos estamos compuestos por células; ellas son las verdaderas protagonistas de los diferentes capítulos de la telenovela de la vida de acuerdo con las indicaciones del director, el ADN, es decir, los genes. Estos últimos están formados por la repetición de cuatro variedades de bloques químicos, las bases: A, G, C y T, que se unen en largas cadenas y almacenan información según el orden en que se suceden. La metáfora lingüística lo ilustra a la perfección: en genética, la secuencia AGCT significa una cosa, pero la secuencia TCGA significa otra muy distinta, igual a como ocurre con los vocablos RAMA y AMAR.

Desde este punto de vista, somos finalmente construcciones de ADN. Allí donde el genoma del chimpancé dice G, el del ratón puede decir T y el del ser humano A. Las diferencias en el ADN son las que hacen que las células de mi páncreas produzcan insulina y las de las hojas del paraíso de la esquina, clorofila.

Con la clave maestra en sus manos, a principios de los años setenta, los científicos desarrollaron técnicas para aislar y purificar genes: gracias al clonado molecular lograron obtener genes puros y, utilizando enzimas a modo de tijeras biológicas, comenzaron a cortarlos e insertarlos en otras células. Nacía la ingeniería genética. ¡Eureka!

En busca de una quimera
Muy pronto, los científicos comprendieron que poseían un poder inédito. Por ejemplo, insertando genes humanos en bacterias, podían transformarlas en verdaderas usinas de hormonas en el laboratorio. También manipulando genes, podían hacer que ciertas plantas produjeran herbicidas que las protegieran de sus plagas, que las vacas segregaran leche maternizada o que el tejido cardíaco formara nuevos vasos sanguíneos.

En el límite entre la fantasía y la realidad, la lista de posibilidades parece infinita.
Una vez purificado el gen de interés, la principal dificultad consiste en contar con un vehículo adecuado: virus, liposomas, plásmidos. Ciertos experimentos, por ejemplo, permiten modificar la información de un organismo entero. Si un gen se introduce en el núcleo de un óvulo de ratón, se inserta al azar en los cromosomas y poseerá una o más copias del gen foráneo en todas sus células. Ya se han producido así peces, conejos, cabras, ovejas, cerdos, vacas y monos transgénicos.

Sin embargo, todavía queda mucho por delante. Los científicos no siempre logran que los genes se expresen, o que se expresen como ellos desean. Algunas estrategias fracasaron, y otras, como la clonación humana, son demasiado inquietantes para intentarlas. Por otro lado, aunque la manipulación de genes resulta una idea atractiva para las mentes más audaces, también es capaz de sembrar el escándalo y de suscitar en la sociedad temores comparables a los que inspira la mitológica caja de Pandora.

¿Y por casa cómo andamos?

Aunque en el mundo la apuesta tecnológica sigue redoblándose, las iniciativas locales son tímidas. En el país, según informaciones del Foro Argentino de Biotecnología, hay 30 empresas biotecnológicas; entre ellas, 7 del sector farmacéutico, 6 del agro, 4 del área de reactivos y 4 del sector químico. En el sector académico, la situación no es alentadora. A pesar de contar con una importante tradición en ciencias biomédicas (con tres premios Nobel) y de disponer de un grupo de científicos talentosos que podría competir en buena ley en el escenario internacional, todo indica que estamos mirando el partido desde fuera de la cancha. “El proyecto Genoma Humano pasó de costado por la ciencia argentina. También pasaron de lado los proyectos satélites de secuenciamiento de otros genomas no menos importantes, como el de la mosca de la fruta, el del ratón, la levadura de cerveza. (…) No solamente ha faltado un proyecto estratégico de inversión en ciertas áreas donde tenemos recursos universitarios altamente competitivos, como la biología y la biotecnología, sino que ha habido una progresiva desinversión en ciencia que continúa llevando al éxodo y la desesperanza de los jóvenes”, se enoja Alberto Kornblitt, investigador principal del Conicet en el Laboratorio de Fisiología y Biología Molecular de la Facultad de Ciencias Exactas, en un número especial de la revista Encrucijadas, de la UBA, dedicado al tema.
Para Marcelo Criscuolo, director científico de Biosidus, tal vez la más innovadora de las empresas del sector –entre otras cosas porque no duda en trazar acuerdos con la Academia para impulsar la investigación local–, la pérdida de oportunidades es lamentable: “La biotecnología es una ciencia joven, en la que no nos llevaban tanta delantera, y en la que la principal inversión es la materia gris.”

Para Daniel Goldstein, médico y docente que también escribe en la revista de la UBA, los desafíos educativos y científicos de esta era que denomina posgenómica son de una magnitud sin precedentes:

“El futuro biotecnológico del reducido núcleo de países donde se realizaron los proyectos genómicos, y se inventa y se desarrolla la biotecnología competitiva que genera revoluciones farmacológicas y explosiones bursátiles, difiere considerablemente del futuro de países como el nuestro. (...) En el estado actual de nuestra medicina y de nuestra ciencia, la participación argentina en la biotecnología es un simple ejercicio literario. Cualquier resultado de interés tecnológico formará parte del telón de fondo amorfo donde se inscriben las novedades patentables por otros. El único futuro biotecnológico compatible con nuestra realidad es el de seguir siendo compradores pasivos de ideas, instrumentos y productos inventados y desarrollados en el exterior (...) En la medida en que los países subdesarrollados continúen proponiendo y aceptando estrategias de desarrollo biotecnológico basadas en el ofrecimiento de mano de obra barata para realizar ensamblajes de conceptos y objetos inventados y desarrollados sin nuestra participación intelectual, el futuro no parece muy prometedor”.

Si es cierto que, como se anticipa, gran parte de los alimentos, fibras, biomateriales y medicamentos del futuro se obtendrán a partir de plantas y animales genéticamente modificados, tal vez sea hora de que dejemos a un lado la idea de que el desarrollo científico es un lujo. Tal vez sea hora de aceptar el desafío.




































































Monday, July 29, 2002

Public Journalism: una vía para reconstruir la Argentina desde la política y el periodismo




Por Mario Guillermo Simonovich



“El hombre tiene competencia para comunicarse y actuar, y es importante que esta competencia pueda desarrollarse libremente. Esto es precisamente lo que define la participación" D. Baackie.

Esta expresión en cierto modo se refiere a una enseñanza de los últimos años del secundario que suele quedar en el olvido: a cada derecho le corresponde una obligación como contrapartida. Una conclusión que se puede extraer de los casi veinte años de democracia ininterrumpida en Argentina es que se sabe más de derechos que de obligaciones, y por ello la participación, apenas existe.

Alguna vez se dijo que "con la democracia se come y se vive" pero jamás a este fabulso derecho se le exigió una exigente obligación como contrapartida (en este caso contemplamos a la participación como una de las tantas obligaciones de los ciudadanos en democracia). La falta de justicia en el país es una muestra clara de la ausencia de las obligaciones desde lo institucional. Con este desequilibrio sistemático de sumar derechos a cambio de ninguna obligación es que se ha llegado al extremo de la violación de la propiedad privada con el corralito.

El Public Journalism es una oportunidad para nivelar las obligaciones en cuanto a la cantidad de derechos que ahora exige la sociedad. Con sólo revisar sus bases conoceremos las verdaderas razones del porqué la democracia argentina funciona tan mal desde el plano de los derechos (administración y jurisprudencia) como el de las obligaciones (modo de responder de la ciudadanía).



Un periodismo "ciudadano"



El español Carlos Alvarez Teijeiro, en su excelente investigación "Fundamentos teóricos del Public Journalism", encuentra varias definiciones de "periodismo público" (traducido literalmente): "el periodismo de investigación podría ser considerado el primer escalón del public journalism, entendiendo que el periodismo de investigación es de gran ayuda para la vida pública al poner en relieve lo que se está haciendo bien y mal. Sin embargo el Public Journalism va más allá al responder no sólo a la pregunta "qué va mal", sino también en responder a otras dos preguntas: ¿cómo se puede mejorar la vida pública para evitar esos abusos y ¿qué papel pueden desempeñar los ciudadanos en esta tarea?.

Se trata de un movimiento que se basa en las siguientes bases: a) la política y la vida pública están abiertas a todos y los periodistas deberían aprender a presentarlas de este modo, b) la democracia requere "información" por parte de la prensa, pero también exige "participación", a la cual el periodismo puede invitar, c) El periodismo, en su mejor expresión, se dirige al individuo en su condición de ciudadano responsable, no de consumidor ocioso, de espectador en busca de emociones o de víctima impotente, d) la política debe involucrar la solución de los problemas públicos. Al aprender a ver las cosas de ese modo, la prensa puede comenzar a reconocer la frustración del público frente al sistema político y a ocuparse de ella, e) hace falta entre los ciudadanos oportunidades de "diálogos deliberativos", en el cual la gente ordene sus dificultades, reflexione sobre sus opciones, escuche con atención y profundice sus puntos de vista. Esto es un objetivo legítimo de la prensa f) los valores que sustentan los periodistas moldean su trabajo.

Probablemente, de una preocupación más honda por la participación cívica, la solución de los problemas públicos, el diálogo deliberativo y la integridad de la vida pública resultaría un periodismo diferente.



El momento



El Public Journalism surge en Estados Unidos –nación donde al menos la democracia funciona mucho mejor que en Argentina- como autocrítica al mismo periodismo. Pero años atrás, desde la perspectiva marxista de la Escuela de Frankfurt, Theodore Adorno formuló una teoría crítica de los medios de comunicación, a los que consideró como "industria de la cultura": "las noticias son mercancías y los medios periodísticos suprimen las interrupciones y contradicciones; la consecuencia es la aceptación de las condiciones sociales como si siempre fuesen iguales e impenetrables". Esta crítica se concreta en la actualidad con la necesidad imperiosa de que los medios periodísticos trabajen más para el entretenimiento y el ocio que para la información. Esto condujo a un paulatino desinterés del individuo en prestar atención a lo informativo, y con ello, a disminuir el interés en ser un ciudadano que haga realidad sus derechos y obligaciones (participación).

La hipótesis del extremo desequilibrio entre derechos y obligaciones de los ciudadanos e instituciones argentinas, que podría remediarse con el Public Journalism, en cierto modo confirma que en nuestro país el gran problema no es el sistema democrático –muy atacado hoy por algunos sectores piqueteros-, sino más bien en la baja contribución de los ciudadanos e instituciones –entre ellas, el periodismo-, en incentivar a que el sistema tenga alma y vida, crezca y camine.

Dentro de este contexto es bueno considerar el aporte de los foros de opiniones dentro de los periódicos digitales. Pero se trata de una necesidad comunicativa que parte de un hábito cultural.

Y dentro de este encuadre cultural, hay que reformular ciertas premisas, como el seguir creyendo en que la crisis pasa solamente por la economía y que un milagro nos puede salvar definitivamente de todo: ¿ alcanza una formulita económica para que Argentina sea un país desarrollado en todos los sentidos?

"Un público desinteresado por los asuntos públicos, replegado hacia la vida y asuntos privados, no tiene necesidad del periodismo ni de los periodistas", sostiene John Merritt .
























Sunday, July 28, 2002


CIUDADANOS SIGLO XXI




Un diálogo sobre el sujeto es el eje del libro A la Búsqueda de Sí Mismo, una conversación entre el politólogo francés Alain Touraine y el iraní Farhad Khosrokhavar, directores de estudio de la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, en la que predomina la voz del francés. Desde París, Touraine, respondió por correo electrónico sobre el sujeto, la nueva sociedad y la existencia de la Argentina.

-¿Cuáles son los signos más evidentes de la “descomposición de la sociedad”?

-En las sociedades llamadas modernas nos acostumbramos a analizar al mismo tiempo su funcionamiento y nuestros comportamientos en términos sociales. Generalmente se admite que la sociedad tiene cuatro funciones principales: definir objetivos, es decir la política; elegir medios, o sea la economía; integrar a los recién llegados, o sea la educación, y hacer respetar las normas, o sea la Justicia. El conjunto de esas cuatro funciones podría completarse naturalmente con la capacidad de manejar el cambio, que es algo cada vez más importante. Esa concepción de la sociedad y de los actores sociales fue descomponiéndose progresivamente, por el cambio permanente, y cada vez más rápido, pero sobre todo porque los diferentes elementos y sectores de la vida social poco a poco fueron separándose.

-¿El individualismo, como consecuencia de esta descomposición, puede destruir los lazos sociales?

-En un nivel que podría llamar infra-social o infra-nacional, todos nosotros tenemos la sensación de estar amenazados, por un lado, por poderes absolutos, militares, en especial a partir del 11 de setiembre, y del otro por los mercados, el triunfo del capitalismo financiero sobre la actividad económica. En el presente somos menos seres sociales, menos aún ciudadanos. Lo somos, pero me refiero a que ser un ciudadano argentino, francés, inglés ya no resume el conjunto de sus grandes características, como ser trabajador, pertenecer a una clase social, eso ya no parece tener el papel central o global que tenía, y por consiguiente nos encontramos ante una situación de descomposición social: las normas se vuelven cada vez más débiles, desdibujadas. Los medios de integración, la familia o los de pertenencia comunitaria se deshacen.

-¿Cómo se constituye el sujeto en esta nueva situación social?

-¿Existe un principio que estructure y permita evaluar la situación social, si ya no lo son las pertenencias fuertes, comunitarias, religiosas, el rol profesional, el salario? No hay principios de integración que estén por encima de la sociedad en nombre de Dios, de la razón, de la historia. Estamos en una situación concreta empírica que cambia, pero en esa situación es que queremos justamente ser nosotros mismos y tener como objetivo no estar al servicio de un valor, de una colectividad, sino conservarnos, crearnos como individuos, o sea, tomando la palabra, ser sujetos de nuestra propia existencia, y eso quiere decir que adoptamos una visión de nosotros mismos que no se reduce a las situaciones, a las posiciones que ocupamos en la sociedad. La fragmentación de la sociedad es la separación creciente del mundo globalizado, financiado, de la economía y de toda la riqueza y diversidad de los vínculos culturales. Ser un individuo también significa estar incluido en el orden económico, no estar excluido, tener un trabajo, una calificación, una remuneración, y a la vez mantenerse ligado a un universo cultural.

-¿Qué unidades sociales funcionan como integradoras en este contexto?

-La escuela y la familia, o sea, lo que se denominaba lugares, instituciones de socialización, deben preparar al ciudadano, al trabajador para desempeñar su papel, ocupar su lugar en la sociedad. Otra concepción consiste en decir: no, el problema en esta sociedad fragmentada no es integrar a las personas ni a los excluidos, o los inmigrantes sin calificaciones; el problema es dar a todos los individuos la mayor cantidad de medios posibles para mantenerse en pie, o sea buscar, construir su identidad en situaciones fragmentadas.

-¿Sigue pensando que la Argentina no existe?

-Cuando dije que la Argentina no existía, del mismo modo que oí decir a Felipe González que España ya no existía más, quise decir que el marco nacional ya no es autosuficiente, que lo esencial de las decisiones se toma afuera. Sería absolutamente ridículo pensar que los problemas de la Argentina nacen únicamente de la Argentina y se resolverán únicamente allí. Naturalmente, no estoy diciendo de ninguna manera que los argentinos no puedan hacer nada por resolverlos. He escrito muchas veces lo contrario, me lo reprocharon incluso, cuando trataba de mostrar que la Argentina había desaprovechado oportunidades históricas de convertirse en una sociedad de producción moderna, cuando la calidad de la educación y el nivel cultural de los argentinos es excepcional. Hay argentinos, pero los argentinos rara vez actuaron en función de la Argentina, y es lo que hace que muchas veces los emigrados recientes se distribuyeran con bastante facilidad en el mundo, que aprecia su nivel de formación.